Cartas de un judío a la Nada

Boston, 1998

Den Brady es mi contador. Mejor dicho, es uno de los muchos contadores que, alrededor del mundo, manejan mis cuentas bancarias e inversiones. Sin embargo, al tener a su cargo mis bienes más cuantiosos, le tengo cierta consideración especial. Es un hombre práctico, llano e inteligente. Confiar en él es una reacción natural que sufren todos los que llegan a conocerle.

— No me importa tanto lo que hagas con las propiedades, el problema es el dinero que tienes guardado en los bancos e invertido en acciones aquí — me dijo. — La crisis que se avecina no es tanto económica como financiera. El problema va a estar, precisamente, en las entidades bancarias.

— ¿Y a dónde quieres mover esos capitales?

— A Asia o a Medio Oriente. China, Singapur, Dubái. Ésta última me parece la mejor opción. Una inversión grande en Dubái podría ser la mejor idea. Un hotel, una cadena de restaurantes, un mall. Algo así.

— ¿Cuánto dinero queda en las cuentas aquí?

— Tienes muchas cuentas que no están bajo mi control — me dijo, con un vedado reproche. — Teniendo en cuenta sólo las que yo controlo, son casi dos billones de dólares.

— ¿Y podemos sacar dos billones de dólares del país sin atraer demasiadas sospechas?

— Sí, si lo hacemos de forma muy paulatina. Si nuestros cálculos son correctos, la crisis se desatará recién en diez años. Puede que un poco más.

— ¿Y qué hay de Europa?

— Si tienes algo en Grecia o Italia… Sácalo de allí, cuanto antes. Finlandia, los Países Nórdicos y Alemania son lugares relativamente seguros. Pasarán la crisis, pero se recuperarán rápido.  El resto de Europa es un riesgo. España, Portugal, Francia, la pasarán mal.

— ¿Y cuán confiable es tu modelo económico?

— Muy confiable. Fuimos capaces de predecir el crecimiento o decrecimiento económico de cada país de forma exacta durante los últimos diez años. Nos adelantamos al movimiento de la bolsa con enorme precisión y sabemos cuál va a ser el flujo del dinero hora por hora. Pero mis precauciones no parten de predicciones del modelo.

— ¿Y de dónde parten?

— De mi conocimiento personal. Hay grupos grandes operando detrás de esto. Están ofreciendo préstamos baratos a todo el mundo, incluso cuando son perfectamente conscientes de que no pueden respaldar esos fondos. Están dedicados a aumentar la deuda de todo el mundo hasta que no puedan más, provocarán una crisis y se harán millonarios financiando rescates y obligando a los países a hacer lo que ellos quieran.

— ¿Y no hay manera de detenerlos?

— Es como siempre, Nemuel. Uno no puede simplemente transferirle su experiencia a otro. Si un padre ve que su hijo, haciendo una pirueta, se va a lastimar, puede advertírselo millones de veces; pero hasta que el nene no haga la pirueta y se lastime, no se lo va a creer. La gente confía en el sistema económico mundial. Necesitan creerlo. ¿Cuál es la alternativa? ¿Asumir que cuando uno pone dinero en el banco, ese dinero ya no existe, que es prestado y vuelto a prestar y se diluye? ¿Que lo único que quedan son papeles? ¿Asumir que los gobernantes no saben qué hacen, especialmente en cuanto a temas económicos?

» La verdad es espantosa, por eso nadie quiere conocerla. Prefieren confiar ciegamente en bancos, en ministros de economía y en las viejas costumbres impuestas a lo largo de medio siglo de relativa estabilidad. Algunos, los más inteligentes, invierten en propiedades, empresas de crecimiento sostenido y a largo plazo, cosas así. La gente común pone su dinero en una cuenta y se olvida.

» Pero existe algo que es básico y que nadie se para a pensar. En el mundo, cada vez hay más y más gente que invierte dinero, especula, compra y vende y acrecienta su fortuna de esa forma; y cada vez, menos gente que se pone las botas de trabajo y sale a la calle a generar dinero. Pretendemos que todo el mundo sea rico sin que trabaje nadie, y eso es claramente un contrasentido. Mientras siga imperando el capitalismo de la especulación por encima del capitalismo del trabajo, estas crisis son inevitables.

» En algún momento, la gente va a ir a buscar su dinero al banco y va a ver que ese dinero no está. Y ese día, países enteros van a caer como moscas. Es horrible, es lamentable, pero tiene que pasar.

» No hay forma de evitarlo.

 

Nemuel Delam

El judío errante