Ecuador: el candidato oficialista gana, pero habría ballottage

Lenin Moreno obtiene hasta el momento un 38,9% de los votos, pero aún resulta incierto si logra alcanzar el número clave del 40% de los sufragios y diez puntos de diferencia con el segundo más votado, Guillermo Lasso

Lenin Moreno, el candidato oficialista de Alianza País, logró imponerse en las elecciones presidenciales de Ecuador , pero aún resulta incierto si logrará alcanzar el número clave del 40% de los sufragios y diez puntos de diferencia con el segundo más votado para evitar el ballottage el próximo 2 de abril, frente al aspirante derechista Guillermo Lasso, del movimiento Creo.
Moreno obtiene hasta el momento un 38,9% de los sufragios válidos y Lasso, exbanquero conservador, un 28,5% tras el conteo de 81,4% de las actas electorales.
No obstante, el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Juan Pablo Pozo, señaló con anterioridad que estos resultados implican “que tengamos que esperar al 100% del escrutinio” para confirmar la tendencia.
Luego de recibir los primeros resultados a boca de urna desde el Hotel Quito, Moreno definió su victoria como “justa”. “Hemos ganado las elecciones justamente, este triunfo ratifica que esta revolución no la para nada, ni nadie. Se debe ganar y perder con dignidad, esperamos esa reacción del candidato perdedor”, expresó durante la intervención ante sus simpatizantes.
El propio Correa, que por la Constitución estaba impedido de presentarse a un nuevo mandato, abrazó luego a Moreno en el escenario del Hotel Quito, a lo que el triunfador de los comicios respondió: “Rafael se va a descansar con un 65% de aprobación de todos los ecuatorianos. Gracias Rafael”. El fundador de la Revolución Ciudadana precisamente había dicho que no buscaría la reelección y que se iría a vivir a Europa al entregar el mando el próximo 24 de mayo “para que los ecuatorianos descansen de mi y yo descanse del país”.
Moreno, de 63 años, que ya fue vicepresidente de Correa entre 2007 y 2013, perdió la movilidad de las piernas en 1998, como consecuencia de un asalto.
Desde el Hotel Hilton Colón en Guayaquil, Lasso contestó al desafío de reconocer su derrota afirmando: “Hay una segunda vuelta electoral. Este es el día en que ganó la democracia, en que se impuso la voluntad del pueblo ecuatoriano”. “El pueblo dijo: ‘No va más, queremos el cambio'”, agregó.
Además, aseguró que en caso de que hubiera ballottage congregaría a toda la oposición que no votó por el oficialismo en “una unidad monolítica que tanto necesita Ecuador”. “Aquí se acabó la dictadura de un solo partido político al estilo de Venezuela”, dijo.
Carlos Córdoba, director de Cedatos, una de las principales encuestadoras del país, se basó en sus resultados, que auguraban una segunda vuelta para afirmar. “Alrededor de un 60% de los ecuatorianos votó por la oposición. Es como si esta elección hubiera sido una especie de elección primaria de la oposición. Y ahora quedó definido quién será el candidato elegido para la segunda vuelta”.
En total, más de 12 millones de ecuatorianos estuvieron habilitados para elegir en las urnas al sucesor de Correa, a 137 diputados a la Asamblea Nacional (parlamento) y a cinco representantes al Parlamento Andino.

La “grieta” en la jornada electoral

En el clima electoral de la jornada fue palpable la “grieta” entre oficialistas y oposición, especialmente en los locales donde concurrieron a sufragar los candidatos.
Alrededor de las 10 de la mañana el aspirante a vicepresidente del opositor movimiento Creo, Andrés Páez, fue a votar a la Universidad Técnica Equinoccial aquí en Quito acompañado por Lasso. Pero no hubo coordinación en los horarios y media hora más tarde concurría al lugar el oficialista Moreno.
Eso significó que centenares de simpatizantes de uno y otro bando se congregaran a las puertas de la universidad y se enfrentaran a gritos cruzados desde “¡Viva Correa!” hasta el ya clásico “¡Fuera ladrones!”, el grito de guerra de la oposición.
Una situación similar se vivió poco después en una escuela de Quito en el momento en que votó el vicepresidente Jorge Glas, que también acompaña en la fórmula presidencial a Moreno. En medio de un griterío ensordecedor, grupos de opositores lo recibieron con uno de los gestos que más molesta a los oficialistas, el pulgar hacia abajo, que hace un año significó que Correa detuviera su caravana de autos en plena capital para ordenar la detención de un manifestante que expresaba así su rechazo.
Además, Glas, quien supervisó el petróleo y la infraestructura como ministro de Sectores Estratégicos, fue uno de los blancos preferidos en las críticas de la oposición durante la campaña por las sospechas de su participación en un caso de corrupción en la petrolera estatal Petroecuador.
Correa tuvo mucha más suerte a su llegada al centro de votación donde estaba empadronado, adonde fue llevado en andas por sus simpatizantes.
El presidente, que se convirtió en el mandatario que gobernó Ecuador por más tiempo de manera ininterrumpida, se aleja del cargo con un alto grado de popularidad, especialmente por sus logros en materia económica conquistados en los años de bonanza petrolera a comienzos de siglo, con una reducción de la pobreza del 37,6% en el 2006 al 23,3% en 2015, reducción de la desigualdad, construcción de escuelas y hospitales y varias obras de infraestructura, especialmente carreteras.