Los automóviles, a veces, no son tan seguros como parecen.

Recientemente, se ha realizado en Europa un test para probar el tipo de construcción que presentan los autos fabricados en América para poder compararlos con los realizados en el viejo continente y las conclusiones no fueron muy alentadoras.
Así lo explicó Fabián Pons del CESVI, esta mañana en declaraciones a la 99.9: “se mandaron a hacer unas pruebas a Alemania y se realizaron sobre vehículos del mercado latino que mostraron dispares comportamientos. Se hizo un ensayo de choque frontal a 64 kilómetros por hora y la protección para el bebé. No es la mejor forma de analizar un vehículo porque puede sufrir reformas que están lejos de ser los que uno compra en un concesionario, ya que los prestaron las propias marcas. El nivel de seguridad que muestran los autos que se comercializan en Argentina distan mucho de ser similares a los europeos o norteamericanos”.
Dentro de ese panorama general, hay algunas medidas que resultan importantes en todo el planeta, pero parece que en Argentina no. “En el país no es obligatorio el control de estabilidad. La normativa para homologar el vehículo es muy laxa respecto de la europea. En ese continente como en Canadá, en 2011 ya hicieron obligatorio el control de estabilidad, el mismo modelo que se comercializa en Argentina, en Europa es distinto en cuanto a la seguridad e incluso que los apoyacabezas estén en todas las plazas es obligatorio hace mucho tiempo. También hay cambios en la construcción del vehículo, ya que tienen elementos para absorber el impacto que van debajo de los paragolpes, que en Argentina no son obligatorios, pero como son caros no se los coloca. En Argentina se valora más tener un puerto USB, lo cuál es una locura”. Como conclusión, Pons aseveró: “en Europa estos artículos son fundamentales para la seguridad, pero en Argentina son considerados artículos de lujo”.
Pero más allá de los problemas en la fabricación, también hay una cuestión social y cultural que no se debe dejar de lado. “Estamos muy identificados con la idea de que a nosotros nunca nos va a pasar nada y así nos va. La cantidad de víctimas no ayuda en nada a la infraestructura vial que tenemos y la ferroviaria, que si la tuviéramos como debe ser, tendríamos mucho menos gente en las rutas. El choque frontal es el más alto en excelencia, el 44% de los fallecimientos se producen a través de choques frontales. El auto sigue siendo un símbolo de estatus. Deberíamos estar preocupados por nuestra seguridad, no es algo que esté valorado como estructura”, aclaró Pons.
Por último, se refirió a la cantidad de camiones que circulan en rutas que están en muy mal estado y suman un problema importante. “El año pasado estuvimos viendo que hay 85.000 camiones circulando que tienen más de 25 años de antigüedad, ya han pasado su vida útil y siguen circulando. Tenemos un problema de un parque viejo y no del todo seguro. A eso debemos sumarle como somos detrás del volante”, indicó. Como conclusión a esta situación de los accidentes de tránsito en Argentina, Pons finalizó: “día a día nos matamos y no podemos cambiar demasiado”.