Obesidad temprana

Definidos por la Organización Mundial de la Salud, el sobrepeso y la obesidad se caracterizan por ser una acumulación anormal o excesiva de grasa que supone un riesgo para la salud. Dependiendo de la edad, existen varios métodos para determinar qué es un peso corporal saludable.

Actualmente, la que afecta a los niños alcanzó niveles alarmantes a punto tal que se considera la obesidad infantil como uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI a nivel mundial y está afectando progresivamente a muchos países de bajos y medianos ingresos, aunque no están exentos países de alto estándar económico como el mismísimo Estados Unidos.
En la Argentina, según un estudio dado a conocer recientemente por el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni), el 24% de los preescolares, el 37% de los escolares y el 27% de los adolescentes están excedidos de peso, según datos de 57 trabajos realizados en 13 provincias, con un muestro de 120.000 chicos. Para conocer algunas de los pasos que se están dando frente al problema, conversamos con la Dra. María de los Ángeles Franco, responsable del programa de Obesidad Infanto-Juvenil del Sanatorio Diquecito, en Córdoba.
Noticias & Protagonistas: ¿Podría contarnos de que se trata su programa contra la obesidad?
María de los Angeles Franco: Nuestro sanatorio es pionero en varios tratamientos, hace años que trabajamos con patologías de obesidad en adultos, pero hay cada vez más consultas para niños y adolescentes. Es una cuestión nueva, innovadora, y lo hacemos hace un año y medio. Consiste en una internación conjunta del menor con alguno de los padres, el objetivo es incorporar hábitos saludables de alimentación y actividad física según el sobrepeso del paciente. No pretendemos que el niño descienda un porcentaje determinado de peso porque en una semana no se debe buscar esto en un chico, aunque un adulto sí pueda hacerlo
N&P: ¿El modelo de obesidad se replica en la familia?
MAF: Si, por lo general los niños obesos son hijos de padres obesos. Hay una cuestión genética inmanejable, una impronta que viene con ellos si tienen a la mamá o al papá obesos. Pero si a eso le sumamos malos hábitos alimentarios y poca actividad física, esos genes se van a potenciar. Lo más importante es cambiar esas conductas
N&P: Y contra eso ¿qué hay? Tenemos un combo cultural, lo genético se suma, y a esto la forma y lo que comemos; hay una crítica muy fuerte a nuestra dieta…
MAF: Porque es pobre en cuanto a calidad. Tenemos un fácil acceso a los alimentos, algunos –y no los mejores- hasta vienen con juguetes y contra eso hay que pelear, pero es difícil. El pediatra debe controlar el peso desde muy temprana edad, porque hoy sabemos que es preferible que al bebé le falten algunos gramos de peso, a diferencia de lo que se buscaba antes, cuando “el chico no come” era la preocupación de las abuelas
N&P: ¿Puede decirse que el problema es mundial?
MAF: Sin ninguna duda, y desde edades muy tempranas: vemos niños de dos o tres años con obesidad importante. El tema fundamental mas allá de la balanza, es el futuro, qué le va a pasar cuando crezca. Hay estudios que muestran que los adultos jóvenes que hoy tienen anginas de pecho, infartos, ateroesclerosis, fueron obesos de niños. Hay que prevenirlo desde la pediatría. Antes sólo se lo consideraba un gordito, pero en la adolescencia comenzó a tomarse más conciencia. Hoy tenemos chicos de 5 años con hipertensión, antes ni siquiera se la tomaban.
N&P: ¿Cómo juega la conducta de la madre durante el embarazo?
MAF: El feto recibe la información nutricional previa de la mamá; si ella tiene diabetes previa, abundan los casos de niños que nacen grandes, con tamaño mayor al adecuado. Por el contrario una madre desnutrida, mal alimentada, con patologías que alteran la placenta o que es fumadora, corre riesgos de tener niños pequeños que igual pueden terminar siendo obesos.

“Gordo” no es “Sano”

Dentro del útero se van produciendo cambios nutricionales, metabólicos, a nivel del hígado y el páncreas por ejemplo. Cuando el niño nace a la vida extra uterina, suele encontrarse con una familia que desea que suba de peso rápidamente. Entramos así en un mundo contradictorio. Por un lado el de la accesibilidad al alimento en un mundo en que muchos mueren por no tenerlo; pero además ahora resulta ser que un chico de 3,5 kg al nacer, que antes ponía felices a los padres, ahora no necesariamente es así.
“Por eso hay que ponerse en contacto con las abuelas, hacerles comprender que gordura no es salud”, afirma la Dra. Franco. Porque estén gordos no quiere decir que su calidad nutricional o la calidad de los alimentos que ingiere sean buenas. “Son chicos anémicos, y anémico no quiere decir flaco –explica-. El gordo es más predispuesto a la anemia porque lo que ingiere de hierro no le alcanza para cubrir el volumen del cuerpo”.
En su didáctica conversación nos informa que muchos adolescentes y sus padres suelen echarle la culpa a la glándula tiroides, cuando en realidad parece que es al revés: “Cuando el peso es adecuado, todo funciona bien; pero si las glándulas tienen que trabajar para un peso que es el doble o el triple del correcto, entonces las hormonas que segregan nunca van a alcanzar y tendrán diabetes u otras patologías”.

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