Cara de póker

Causa Madaho’s | El camarista federal Jorge Ferro se expidió oportunamente sobre la causa Madaho’s sin decir que era amigo de uno de los acusados. Sus intercambios de mails y WhatsApp resultan indiscutibles. El juez, incólume, se defiende diciendo que no lo invitaba a sus cumpleaños.

El juez federal de Mar del Plata Jorge Ferro no tuvo otra alternativa que renunciar a su puesto en el jurado de enjuiciamiento que llevaría adelante la acusación por mal desempeño contra el juez Eduardo Freiler. Lindo hubiera sido que tuviera a su cargo semejante proceso de evaluación, cuando él mismo está siendo investigado por el Consejo de la Magistratura, ya que fue denunciado por tráfico de influencias: era amigo de uno de los acusados enla causa del prostíbulo Madaho’s.

El jury aceptaría la renuncia de Ferro la semana próxima, después de una breve reunión en la que juraron otros dos integrantes del tribunal que juzgará a Freiler. Según ha trascendido, el reemplazante de Ferro será el juez federal de Neuquén Armando Márquez, el único miembro del jury que todavía no se sumó al cuerpo.

¿Pero qué fue exactamente lo que pasó con el camarista Ferro? Los fiscales de la PROTEX, Marcelo Colombo y María Alejandra Mangano, junto con Laura Roteta y Gabriel Pérez Barberá, que son fiscales de la PROCELAC, y Nicolás Czizik, que es el titular de la Fiscalía Federal N° 2 de Mar del Plata, se presentaron ante la comisión de disciplina del Consejo de la Magistratura para decir que había una “relación de afinidad personal y profesional” entre uno de los acusados en la causa Madaho’s, Alejandro Ferrarello, y el juez camarista Jorge Ferro. Reclaman queesa vinculación fue aprovechada por el acusado para hacer que el magistrado perdiera su imparcialidad en los hechos. No dicen que elacusado haya obtenido una ventaja, pero sí que podría constituir un ilícito de tipo penal.

Si bien el prostíbulo de calle Alem y Vieytes fue clausurado en septiembre de 2014, llevaba unos 16 años de actividad. En el momento se confirmó que los titulares de la firma eran Daniel Fay, Darío Navarro, Alejandro Lafalce y Mario Sasiaín: todos recibían ganancias directamente del ejercicio del comercio sexual. El local trabajaba desde las 23 hasta las 4 de la mañana, y allí se vendían copas a un precio exorbitante. El requisito para concretar el comercio sexual era invitar bebidas a las mujeres que allí se desempeñaban como alternadoras; una verdadera organización que se llevaba a cabo a través de sociedades y fideicomisos, que permitían la salida de dinero que proviene efectivamente de la prostitución.

Inicialmente, todos los dueños fueron procesados por el delito de trata de personas con fines de explotación sexual, delito agravado por la situación de vulnerabilidad.Pero en el momento de intervenir la Cámara Federal de Apelaciones, a instancias de los recursos oportunos presentados por las defensas, los jueces decidieron confirmar sólo parcialmente la resolución. El fallo indica que se modificó la calificación legal de los delitos cometidos: se confirmó el delito de facilitación del ejercicio de la prostitución ajena, pero ninguno encontró elementos para probar la existencia de trata de personas, ya que las mujeres que ejercían la prostitución en el local manejaban su propio dinero, podían entrar y salir del local cuando quisieran, residían en sus domicilios particulares, y tenían en su poder sus documentos de identidad. Fundamentalmente, podían dejar de ejercer la actividad cuando lo creyeran conveniente. Al no haber trata, la justicia federal se declara incompetente, y las actuaciones deben volver al fuero ordinario de la provincia de Buenos Aires.

El amigo

Específicamente, el juez Ferro se diferencia de los demás miembros de la Cámara cuando en su resolución otorga un plazo de 24 horas, para que con la mayor celeridad posiblela causa vuelva a la provincia. Aquí es donde comienzan las sospechas de los fiscales, de que la resolución de Ferro podría tener el propósito de beneficiar a un amigo suyo –Alejandro Ferrarello- que resultaba ser mencionado en la causa en carácter de beneficiario de un fideicomiso de la firma que explotaba comercialmente el cabaret.

No conforme con esto, se sumó al pedido de la defensa deFerrarello para lograr la recusación del juez actuante, Santiago Inchausti, a quien acusaban de parcialidad manifiesta.

En la denuncia, los fiscales pueden transcribir una serie de mensajes telefónicos y correos electrónicos que prueban la relación comercial y personal previa de Ferrarello con el juez Ferro. Y accedieron a este material por vía legal, una vez que se hubo concretado el secuestro de los dispositivos electrónicos del acusado en un procedimiento. En ellos puede leerse claramente no sólo que el acusado invita a comer al juez, sino que numerosas veces intercambian conversaciones que no se agotan en un trato profesional. Varios amigos se dirigen a Ferrarellosolicitando que también los favorezca, o que les entregue información confidencial. Le dicen que “hable con su amigo el juez”, en directa alusión al camarista cuestionado.

Por esta razón, los fiscales dicen respecto de esa relación entre Ferrarello y Ferro: “se habría traducidoen gestiones que el primero haría respecto de casos en los que el segundo estaría llamado a intervenir en su carácter de camarista federal”. Pero no sólo esto, sino que ciertos mensajes prueban que Ferro estuvo terciando con Ferrarello con el fin de “afectar la función jurisdiccional de sus colegas en laCámara”, y se refiere a Alejandro Tazza y Eduardo Jiménez.

Porque al armar la red de las comunicaciones, resulta fácilmente comprobable que hay terceros que se dirigen a Ferrarello, pero no son cualquier persona: son acusados en las causas de Pescado Blanco y La Moneta, por ejemplo.

Los otros amigos

Los amigos de Ferrarello son unas joyas. ¿Los compartirá con Ferro, o solamente hace de nexo para averiguar lo necesario y beneficiar sus posiciones frente a los procedimientos penales de los que son objeto?”Lo que se viene a denunciar– dicen los fiscales- es la posibilidad concreta de que esté ejerciendo una influencia indebida sobre el juez Jorge Ferro, y a la que este se habría prestado, anteponiendo sus intereses privados a los intereses públicos que derivan de su función, en tanto juez de Cámara en la ciudad de Mar del Plata”.

Lo más increíble es que uno de los que aparecen pidiéndole a Ferrarello que hable con Ferro es abogado defensor de uno de los acusados en la causaMadaho’s. Por todo lo expuesto, los fiscales aseguran que, si bien el tráfico de influencias es un delito de carácter subjetivo, delicado, difícil de probar, lo mínimo que piden es la recusación y el apartamiento del juez de todaslas decisiones que tengan que ver con el asunto. Textualmente indica la denuncia: “Debe determinarse si Jorge Ferro actuó o no -a partir de su relación con Ferrarello- de forma arbitraria, comprometiendo ese regular funcionamiento del Estado, que debía –por otra parte- garantizar en tanto juez”.

El descargo de Ferro es maravilloso. Una prueba más de que en el mundo del Derecho, poca gente siente vergüenza al quedar públicamente expuesta. Él es capaz de afirmar,con la misma cara de póker, aquello que no se puede sostener bajo el sentido común. Después de leer un documento en el que se transcribe su manera de dar claves para intervenir en un proceso, incluso en lo que tiene que ver con la participación de sus compañeros de cuerpo; después de que se atreve a transcribir un fallo que aún no fue firmado, diciendo “pero se va a firmar”; después de que atiende a los amigos acusados de delitos diversos como narcotráfico, el lavado de dinero; después de toda esta puesta en evidencia, el juez hace sudescargo manifestando que no era “tan” amigo de Ferrarello porque no lo había invitado al casamiento de sus hijos ni a sus cumpleaños.Dice que pregunten en el Colegio de Abogados si hubo alguna queja de su desempeño. Y que llamen a declarar asus secretarios, para que digan si Ferrarello venía a su despacho a verlo. Genial.

Primero, ¿qué van a decir? Que no lo vieron, por supuesto. Y segundo: si se comprobó que la comunicación se llevaba a cabo por mail o por teléfono celular, ¿qué significaría ono que fuera a verlo en persona?¿qué suma?

El juez Ferro se ocupa, en 86 frondosas páginas, de realizar un elaborado descargo de cada una de las cuestiones invocadas en la denuncia. Fundamentasu disidencia en la cuestión de la trata, expone los criterios de unanimidad que primaron en las resoluciones de la Cámara, y recorre las situaciones de los contactos telefónicos de Ferrarello en las causas que los tuvieron como protagonistas.

Pero no alcanza. No alcanza con nada de lo que dice, porque el decoro del juez está en jaque. No puede justificar, finalmente, por qué alguien tendría comunicación telefónica con acusados de delitos gravísimos siendo juez. No puede reconquistar tampoco una posición indiscutible con respecto al necesario decoro, que le hubiera impedido responder requerimientos de quien fuera sobre cuestiones de índole judicial. Menos aun cuando se trata de quien es mencionado en una causa de su competencia directa. No alcanza con la cara de póker para salir limpio de esta.