Fruta podrida

Licitación en el Consejo Escolar | La nueva licitación de proveedores de los comedores escolares del distrito fue escandalosa. La logística deplorable dejó a la mayoría de los chicos sin comer. Hay sospechas sobre el proceso de adjudicación que benefició a  dos firmas sin experiencia en la tarea específica, que no distinguen almuerzo de desayuno.

Comenzaba la semana posterior al receso, y los directores corrían para cumplir con los requerimientos de la supervisión: la prioridad era responder al relevamiento de los docentes que hicieran paro, antes de la primera hora de clase. Corrían también porque el frío era tremendo, y había que ver si los calefactores estaban funcionando, tras el informe que realizan los auxiliares.

Tanto había por hacer, que casi se pasa la hora en que las escuelas con cupo asignado sirven merienda simple o reforzada, según corresponda a las necesidades de cada comunidad educativa. Pasadas las nueve comenzó la inquietud, y varios de los directores comenzaron a comunicarse para decir que el nuevo proveedor no llegaba, y que los teléfonos de las empresas adjudicatarias no respondían. Los chicos, en el recreo de las 9:30, forman fila en la puerta del comedor, para acceder a lo que en muchos casos es el único desayuno posible. Así se supo que las primeras quejas eran de las secundarias 47, 59, 76,19 y 45. No llegaba nada.

Cuando las primeras escuelas recibieron algunos pedidos, comenzaron las preocupaciones fundadas: el nuevo proveedor exponía que cada día se entregaría la comida para el día siguiente, para no sufrir las dificultades del horario que les resultaba imposible de cumplir. No habían previsto la cantidad de escuelas que tiene cada zona, y mostraban una enorme impericia en la tarea que ahora habían prometido cumplir. Pero este detalle significaba la primera alarma: los días viernes pensaban entregar sandwiches que serían consumidos el lunes. Cada día de la semana entregarían facturas que los chicos desayunarían cuando ya fueran viejas.

Claro, todos pensaron que se solucionaría y siguieron corriendo para tratar de entregar mate cocido con facturas a la hora que llegara. El problema fue que la Escuela Agraria, por ejemplo, que sirve desayuno, almuerzo y merienda porque los chicos permanecen allí toda la jornada, recibió lo mismo: sandwiches.

Los fleteros pretendían que los directores firmaran un remito sin precios, y en el que figuraban elementos que no habían sido entregados, bajo la promesa de que se los llevarían al día siguiente. No había número de CUIT, y la preocupación comenzaba a aumentar.

Ni idea

La cuestión es sencilla: todas las escuelas tienen necesidades diferentes, y por lo tanto cuentan con instalaciones y personal a tal fin. Algunas sirven solamente desayunos y meriendas, otras tienen comedor para elaborar comida, cacerolas y vajilla. Por lo tanto, algunas tienen personal habilitado para calentar leche o té, y otras tienen cocineros y ayudantes de cocina. Los nuevos proveedores parecían desconocer tales diferencias, y a una escuela que tenía cupo para 63 desayunos le llevaron mandarinas: 63 kilos.

La escuela 41 de Punta Mogotes debía servir el desayuno a horario para 49 chicos; la matrícula es mucho mayor, pero ese es el número de chicos que pueden recibir el desayuno. Para ese fin recibió dos botellas de aceite, sal, cuatro paquetes de polenta, otros de fideos, ají y cebolla. Los alumnos se iban a las 12. En el remito figuraban 3,9 pollos (vaya uno a saber qué caprichosa magnitud es esa), que no fueron entregados, pero el fletero dijo que los llevaría el martes.

Parece simple, pero a la misma hora una escuela con comedor, con los cocineros esperando los insumos, recibió mate cocido, azúcar y pan. Inmediatamente comenzaron a difundirse más noticias. El pan viajaba apoyado en el piso de una camioneta. Los fletes no tenían cadena de frío. Las mandarinas dichosas estaban podridas en su mayoría. Las galletitas para dar desayunos eran paquetes individuales de dos unidades, para dar el desayuno a un alumno en una mañana helada de invierno, en una escuela de la periferia. A día miércoles, muchas escuelas no habían recibido nada.

¿Por qué sucedió todo esto, cuando desde hacía años el servicio alimentario escolar –SAE- funcionaba perfectamente? Por la nueva licitación que llevó a la designación de dos empresas -que formarían parte del mismo grupo- para hacerse cargo del servicio. El presidente de Proveedores del Servicio Alimentario Escolar Bonaerense, Marcelo Luzzi, contó en la 99.9: “veníamos viendo con preocupación cómo en muchos distritos los proveedores eran reemplazados por empresas grandes, algunas pertenecientes a un mismo grupo. En abril se dio la intervención del Consejo Escolar y hubo un llamado a los proveedores indicando que era necesaria una licitación para ordenar”.

La tramoya

Se les dijo que los enviados de la Provincia debían intervenir para que las cosas fueran más claras: “estuvimos de acuerdo en principio, pero pedimos que se contemplara que los proveedores somos pymes pequeñas, y estamos compitiendo con empresas grandes. Nos dijeron que sí, se hizo el proceso con intercambio constante de información, pero el primer pliego era de CABA”.

Nada fue tan simple como habían pensado, por lo que los proveedores fueron en búsqueda de asesoría profesional: “el pliego era muy difícil de llenar y nos reunimos con distintos proveedores para ir a un estudio de abogados y un estudio contable para preparar la documentación como empresas independientes, pero con un mismo asesoramiento legal”.

La preadjudicación ya fue tormentosa: “cuando se abrió la licitación, la comisión evaluadora no encontró rechazo para la mayoría de las empresas, que eran 11. Después de eso dijeron verbalmente que en 72 horas iban a preadjudicar. Se tomaron los 5 días que permitía el pliego, y luego pidieron 10 días hábiles más para seguir estudiando los pliegos. Ahí nos llamó la atención. Un domingo me llamaron a mí telefónicamente para indicar que el lunes se preadjudicaría. Solamente dos empresas quedaron con el servicio de 6 zonas de las 8 licitadas, y las demás quedaron todas desplazadas”, especificó.

Parece que ambas empresas elegidas tenían relación entre sí, e incluso una de ellas tiene un contrato preexistente donde se detalla el número de licitación que se hizo meses más tarde: “se nos indicó que no estábamos inscriptos como proveedores del Estado, cuando no es así”, dice Luzzi.

Las dos empresas que ganaron son Ankgor SRL y otra es Blue Catering. La primera tiene un contrato con un transportista firmado el 8 de enero donde queda asentado que el vehículo va a funcionar para la provisión de comedores escolares de la licitación, cuando todavía no se había realizado. Ya sabían que ellos iban a ganar.

La abogada Paula Hernández representa a las empresas locales que fueron desplazadas de la licitación con motivos irrisorios. Contó en la 99.9 los detalles del procedimiento fallido: “vamos a avanzar con una denuncia penal por las irregularidades en la licitación con incumplimiento de los deberes de funcionario público y para que se investigue una supuesta asociación ilícita. Además, con el acto de impugnación a las ofertas de Ankgor y Blue Catering”. Luego agregó: “pensábamos en presentar una medida cautelar anticipada, pero tomando en cuenta el conflicto en todos los colegios, creemos que es necesario presentar un amparo también”. Explicó además que Mar del Plata era uno de los lugares que se tomaba como parámetro de lo bien que estaba funcionando el SAE: “Ni siquiera analizaron el menú nutricional, el único objetivo era dejar afuera a las empresas locales”.

Además de las consecuencias que ha traído para las escuelas el servicio que han comenzado a dar desde este lunes, Hernández se enfocó en las irregularidades del expediente: “nos indicaron desde hace un par de meses que este tipo de modalidad se estaba realizando en otros distritos y venían por Mar del Plata”. Muchos hablan ya de las empresas preferidas de Vidal, las favoritas de la Gobernadora, que ya han sido las favorecidas en actos licitatorios anteriores.