La cámara oculta

La justicia entre comillas | Denuncian a la fiscal Laura Mazzaferri por no haber aportado toda la prueba en el caso del secuestro de Guido Materia. Había un video más, obtenido de una cámara de seguridad, que mostraba un coche BMW negro. Esta evidencia nunca se presentó en el juicio.

 El juicio contra la banda que secuestró, entre otros, a Guido Materia -hijo de una reconocida familia empresaria de la ciudad-, finalizó recientemente, y definió nueve condenas y dos absoluciones por decisión del Tribunal Oral Penal Federal 1 de Mar del Plata.

En su transcurso, se habló de la seguidilla de secuestros extorsivos que fueron cometidos entre diciembre de 2012 y agosto de 2013, cuando la misma banda secuestró a Materia, Rodrigo Cristino y Daiana Domenez.

Se consideró como cabecilla de la banda a Maximiliano Goncebatte, quien recibió una condena a 20 años de prisión, quince años menos de lo que había pedido el fiscal general Juan Manuel Pettigiani en su alegato. Cristian Rondón y Cristian Ramiro Gómez fueron condenados a 16 años, mientras que Roberto Atilio Ravainera y Jesús Alberto Veliz merecieron una pena de 13 años. Leonardo Parisotti y Juan Nicolás Larricchia fueron condenados a 12 años, Cristian Prieto a 11, y Walter Salazar a 10 años. Ulises Arbizu, por su parte, fue absuelto, a la vez que el tribunal dio lugar al planteo del fiscal, y retiró la acusación contra Natalia Leguizamón, por no contar con elementos suficientes para vincularla a los secuestros.

Pettigiani ya había hablado a la prensa, y había dicho que a su criterio hubo más involucrados, pero que por las demoras en la investigación no habían podido hacer un seguimiento ni de los cómplices ni de la importante suma de dinero del rescate: se lo apropiaron los secuestradores.

El secuestro

Los hechos se habían iniciado a las 10 de la mañana del martes 27 de agosto de 2013, cuando Guido Materia, hijo de uno de los titulares de la empresa Materia Hermanos, salía de cursar en la Universidad CAECE, y caminaba hacia su camioneta Volkswagen Amarok, que permanecía estacionada en la intersección de Gascón y Alvear. Dos hombres cruzaron la calle, lo redujeron al paso, y entre empujones y golpes lo subieron por la fuerza a la camioneta.

La situación fue advertida por el conductor de un auto, que enseguida le avisó a la policía. Todo quedó registrado por las cámaras de seguridad de una empresa desarrolladora de proyectos inmobiliarios de la zona. Todo ocurre, además, a escasos metros de la casa del entonces intendente Gustavo Pulti.

Los secuestradores escaparon a toda velocidad en la camioneta de Materia. Pero el resto de los integrantes de la banda les daban apoyo, y los seguían de cerca repartidos en tres vehículos: una camioneta Toyota Hilux, un Golf y un Peugeot 307.

En 14 de Julio al 3500, los secuestradores cambiaron de vehículo a Materia, y dejaron abandonada su camioneta. Veinte minutos después, los familiares de la víctima recibieron el primer llamado extorsivo, que exigía un rescate de dos millones de dólares. Tras más de diez llamados, las negociaciones finalmente establecieron el pago del rescate posible: 150 mil dólares y 200 mil pesos, que fueron entregados a los secuestradores por el abogado de la familia, Julián Vespa. Minutos más tarde, se terminaría la pesadilla para Guido, cuando los secuestradores lo liberaron en Guanahaní al 7200, después de que estuviera cautivo unas cuatro horas.

Meses después, varios de los responsables eran detenidos, aunque nunca se recuperó el dinero del pago. El juicio se llevó a cabo entre los días 6 de marzo y 12 de mayo de este año, en el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata, ámbito de competencia del fiscal general Juan Manuel Pettigiani.

Es el mismo fiscal general quien viene ahora a denunciar que durante la celebración del debate, pudo presenciar una serie de hechos irregulares que lo llevan  a pensar que la fiscal federal Laura Mazzaferri estaría cometiendo un delito de acción pública, conforme lo normado por el artículo 196 bis del C.P.P.N. Según expone, desde el inicio mismo del debate se dijo que existía un video que podía servir de prueba, pero, sorpresivamente, no se encontraba entre las constancias acompañadas a la causa en el momento en que se remitieron las actuaciones al tribunal. Precisamente, se trata de un CD que contiene las imágenes tomadas por una de las cámaras de seguridad de la empresa Dumbledor, que se encuentra en las calles Viamonte y Alvear.

La empresa mencionada se dedica a los negocios inmobiliarios, y cuenta con cuatro cámaras de seguridad que filman todo el exterior del edificio desde distintos ángulos. Las mismas habrían sido de fundamental importancia para dar cuenta no sólo del hecho material -que fue el secuestro de Materia-, sino además de la participación de los acusados en el acto mismo de la privación ilegítima de la libertad.

Pettigiani detalla en su denuncia que la falta de uno de los videos, que resultaba crucial, fue notada por la testigo Christina Holtkamp, miembro de la DDI. A la hora de prestar testimonio, ella dijo puntualmente que faltaba allí una grabación, una que se había visto durante la instrucción: más específicamente, faltaba la que permitía ver el paso de un BMW negro, en el que trasladaban personas que interactuaban con los ocupantes de una Toyota también negra, que luego fuera reconocida como la utilizada para trasladar al secuestrado, y que además pertenecía a uno de los imputados.

El coche negro

Pero no fue la única que notó la falta. Lo mismo sucedió cuando prestó declaración la empleada de Dumbledor, Estefanía Soledad Loustaunau, que también refirió que faltaba el video en el que se veía el BMW negro.

Pero la grabación en cuestión no es ningún misterio: ya había sido valorada por la fiscal Mazzaferri al momento de pedir la elevación a juicio de la causa, y sin embargo lo negó cuando le fue solicitado a través de un oficio: dijo que se había entregado toda la prueba disponible. Hasta en las tareas de campo de la policía aparecen fotogramas extraídos del mencionado video. Pero la fiscal no lo aportó.

Pettigiani esperó a que finalizara la audiencia, y se cruzó personalmente con la fiscal Laura Mazzaferri, que había tenido a cargo la instrucción de la causa y de remitir el expediente completo al tribunal, junto con las piezas de prueba. Habló con ella en su despacho, y le dijo que faltaba un video. La respuesta de la fiscal referida por Pettigiani es lapidaria: “Me manifestó enfáticamente que la causa había sido elevada junto a la totalidad de los efectos, tanto secuestrados como reservados”.

El oficio de la Fiscalía General pidiendo el video faltante causó revuelo. La nueva respuesta de la fiscal fue pretender introducir doce sobres de prueba cuando el debate casi había finalizado: “Doce sobres de papel madera conteniendo diversa documentación”. La entrega escandalizó nuevamente al tribunal, que habló de una “grave irregularidad”, y agregó que sólo se recibiría el DVD que había sido pedido por un oficio el 2 de mayo, pero que resultó no guardar relación con la cámara faltante del edificio de Dumbledor.

Lo expuesto, dice el fiscal general, atenta contra el normal desenvolvimiento del servicio de justicia. Y claro que tiene razón. Por todo ello, dice Pettigiani, se puede hablar de violación de los deberes de funcionario público, ya que a su criterio hubo dolo directo, y la funcionaria no puede aducir desconocer la situación de ninguna manera, sobre todo después de que él se lo hubo solicitado de manera personal.

Pide además la recusación del juez Santiago Inchausti, titular del Juzgado Federal N° 3 de esta ciudad – que subroga el Juzgado Federal 1-, ya que fue quien intervino en la instrucción defectuosa de la causa. Además, considera necesario se llame a declarar a los integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal 1 de esta ciudad: Roberto Falcone, Néstor Rubén Parra y Mario Portela, y a la actuaria Magdalena Funes.

Y ahora veremos. Veremos cuál es la respuesta a la denuncia, ya que, si es cierto que la fiscal eligió no presentar una prueba, podría haber hecho lo mismo en otros casos. Podía haber hecho pasar la acusación por su decisión selectiva. Podría haber hecho, en definitiva, lo que le hubiera dado la gana. ¿Será posible?