La Liga eterna

Fraude en el mercado inmobiliario | Una venta fraudulenta se llevó consigo el icónico lote vacío de Alem y Avellaneda. Inventaron actas de una sociedad anónima que lo autorizaba. Ahora condenan al responsable, pero sólo le dan dos años en suspenso. Flor de negocio: a cambio de dos millones verdes, la condena resulta una verdadera bicoca.

Un fallo del camarista Ricardo Monterisi vino a subrayar el modo mafioso de operar de la archifamosa Liga de compradores en remates, que todo el mundo califica como imbatible y absolutamente impune. Nadie denuncia los manejos que ocurren en las subastas, pero esta vez al menos alguien se animó a decir que en esta ciudad hay cada día operaciones de venta de propiedades que están amañadas, basadas en documentos falsos, viciadas por irregularidades en la escrituración, y hasta con dos o tres boletos sucesivos con dudoso respaldo.

La operación en cuestión es la supuesta venta de un bien inmueble de los hermanos José Eugenio y Rodolfo Cosentino, un lote de calle Alem que les había comprado su padre con las ganancias de una empresa constructora que explotaba. La compra se había llevado a cabo en la década del 70, a través de una sociedad anónima integrada por los miembros de la familia. El ahora condenado es el autor de la estafa, Gustavo Enrique Apud, quien cometió estelionato, falsificación de instrumento privado, uso de instrumento privado falso y falsificación ideológica de instrumento público. Se aplica la figura de estelionato cuando una persona es despojada injustamente de un bien a través de un engaño.

Alejandro Rossi –el amigo y socio de Aldrey—  resultó ser el comprador del terreno ubicado en Avellaneda y Alem, y en su declaración negó todo conocimiento de trama delictual alguna: descargó toda responsabilidad en los profesionales intervinientes. Su defensor, César Sivo, señaló su fastidio porque alguien había informado a este medio sobre la existencia de la causa.

El tribunal dio por acreditado que Gustavo Enrique Apud, con la colaboración de Luis Scornavacche, falsificó actas de asamblea de la sociedad Cosencarde S.A., propietaria del lote. Allí falseó su designación como presidente de la firma y la ratificación de la venta de la propiedad de Avellaneda 248. Con esos documentos falsos, el 10 de agosto de 2012 hizo insertar datos falsos al escribano Julio César Gayone al momento de otorgar la escritura número 439, relativa a la venta del lote en favor de Jardines de Sarmiento S.A., la firma de Alejandro Rossi.

Los originales de las actas apócrifas no pudieron hallarse, y Luis Sconavacche ya ha fallecido. Pero de todas maneras, dice la sentencia que la maniobra se encuentra probada fuera de toda duda razonable.

La reunión

La falsa asamblea se data el 12 de junio de 2012 en Ayacucho 1436 2°C de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Todos los supuestos intervinientes declararon en el debate, y tanto Jorge y Alfredo Cosentino como la presidenta real, Marta Berastegui, desconocieron sus firmas en el instrumento en cuestión y dijeron no conocer al imputado. Ese domicilio era el domicilio legal de la SA en el momento en que se constituyó, pero luego el departamento fue vendido. Quienes vivían por entonces en el domicilio negaron conocer a Apud, y negaron también que se realizara un acto semejante en su domicilio.

Pero Apud le otorgó un poder a Scornavacche para la venta de un bien que no le pertenecía, y remitió un e-mail a la arquitecta Laura Napp para ofrecer a Alejandro Rossi la venta del inmueble de la calle Alem. Luego ambos tuvieron dos reuniones con Rossi y su equipo de asesores, en las que se firmó un boleto de compraventa. La firma de la escritura se llevó a cabo el 10 de agosto de 2012 en las oficinas de Jonestur, acto al que concurrió sólo Apud por la parte vendedora.

El mencionado Apud, en su declaración no negó su intervención en las diversas reuniones que culminaran en la formalización de la escritura, aunque dio una versión alternativa de lo acontecido: él tenía intención de comprar un departamento para luego venderlo, y dice que recibió una oferta de una persona que se presentó como Alfredo Cosentino. La persona le habría dicho que para poder comprar debía vender antes un lote en la calle Alem. Dijo que esta persona le habría presentado a Luis Scornavacche, que tenía una deuda de juego con él y que vendería el lote para saldarla.

Pero como el lote pertenecía a una sociedad, lo nombrarían a él –al mismo Apud— como presidente para que vendiera el lote. Y dice que no le sonó para nada raro. Señaló que se iniciaron las reuniones con Rossi y su equipo, y que les pidieron la ratificación de la venta por los dos accionistas mayoritarios para poder escriturar. Estaban las firmas, pero eran falsas.

El tribunal no le creyó nada: “tal versión resulta en primer lugar completamente inverosímil. No se explica por qué alguien que supuestamente quería comprarle un departamento (que no se acreditó que fuera en definitiva adquirido por el imputado), y que para ello debía supuestamente vender previamente un lote, decidiera nombrarlo presidente de la sociedad anónima que resultaba titular de dominio del lote para que él se ocupara de la venta”.

Por otra parte, las firmas de las dos actas de asamblea que usó Apud para concretar la operación han sido desconocidas por los dueños. Los teléfonos que aportó como referencias de las personas con las que habló no son los de los propietarios del lote.

Su abogado intentó sostener que Apud habría sido utilizado por los hermanos Cosentino —o personas que se hicieron pasar por ellos— y por Luis Scornavacche, pero tampoco le creyeron: “la idea de una multitudinaria confabulación de personas ignoradas en contra de Apud resulta tan descabellada que no resiste ningún análisis serio”. Para el juez resulta innegable la participación de Apud, quien falsificó las actas de asambleas correspondientes a Cosencarde S.A. en función de las exigencias de la parte compradora. Sin esos documentos falsos no podían hacer la estafa.

El abogado Sivo —que representa al comprador— sostuvo enfáticamente que toda la maniobra habría sido urdida por los hermanos Cosentino, afirmación que el juez calificó como “puras especulaciones, motivadas sin duda por los intereses económicos en juego, carentes de respaldo probatorio y, en general, de asidero”.

¿Inocente?

Las sospechas sobre la posible participación en los hechos, si no directamente del comprador, Alejandro Rossi, sí posiblemente de algún miembro de su equipo de asesores, se asentaron en que los dos escribanos intervinientes en la escrituración del lote no advirtieran que la última hoja del acta de la asamblea no estaba certificada. También deberían haber notado que la operación de venta se había hecho en tiempo récord, y que se habría pagado menos de la mitad del valor real del lote. Es raro para escribanos de trayectoria y experiencia, más aún cuando se habla de la mala calidad de los documentos y lo burdo de la falsificación. Pero el precio convenido resultó superior al valor de su valuación fiscal, dijo el escribano Gayone, y eso lo eximió de culpas.

Por eso se pregunta el juez —y le dice a Sivo— cómo es posible que semejantes fallas no fueran motivo suficiente como para que su cliente rechazara la oferta. Algo similar ocurre cuando Sivo dice que es inexplicable que los hermanos Cosentino no hubiesen puesto a la venta el lote antes, si sólo les generaba pérdidas. El juez le pregunta por qué su cliente lo compró entonces, si no se podía construir y sólo daba pérdidas.

Por ahora, la estafa comprobada es la que urdieron quienes perjudicaron a los propietarios del lote, los hermanos Cosentino, y al comprador Rossi, tan encumbrado empresario que los jueces consideran que no necesita de estos chanchullos para hacer buenos negocios. Cabría agregar entonces, cómo es que pueden sostener la inocencia de quien compró un bien de semejante valor sin tener a la vista la documentación probatoria del dominio, a todas luces falsa, cuando además no es posible construir en el sitio un edificio. ¿Lo compró para seguir alquilando el espacio para la exhibición de cartelería publicitaria? Es caro.

La cuestión es ver si de una vez por todas, la justicia se dedica a mirar lo que sucede en la Liga. O si van a ser los dueños de las propiedades inmobiliarias para siempre.