Riesgo inminente

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Fiestas electrónicas | Un operativo municipal interrumpió una fiesta electrónica clandestina en la que había alcohol y menores de edad. Un combo inestable que anticipa la tragedia. ¿No podrían haber intervenido antes de que empezara?

Cada vez que se menciona una fiesta electrónica realizada en un lugar alejado y sin control, donde asisten miles de jóvenes deseosos de diversión furibunda, conviven menores y mayores, y a la vez se consumen bebidas alcohólicas, se presume que habrá drogas sintéticas, y los argentinos rememoran experiencias nefastas. Nunca las fuerzas del orden están a tiempo para impedir que el evento se consume, y para disuadir a tiempo a los jóvenes de asistir a una celebración que se presenta como peligrosa.

En este caso en particular, los hechos sucedieron el pasado fin de semana, específicamente en la madrugada del 4 de septiembre, cuando un organismo municipal intervino pasada la medianoche en una fiesta que se realizaba en una quinta privada en las cercanías de San Patricio. La organización había podido preverse desde el miércoles anterior, por su publicación permanente en Facebook. De hecho, la fiesta se había anticipado en las redes sociales con el siguiente texto: La dirección es 461 y la 47. Te tomás el 11G, te bajás en El Griego y caminás una cuadra para arriba y 6 para la derecha. O tomás el 501, que te deja a dos cuadras. Vamos a poner carteles igual. Esta joda se hace por los 18 de Juan Martínez. La onda está en pasarla bien. Que no haya quilombo para no cortar la joda. Se hace en el complejo El Griego, es un salón con piscina incluida. El que se quiera meter, que se lleve malla, etc. (todos al agua a cara de perro). Para los que quieran guardar sus cosas va a haber guardarropas a $20 por persona () Pueden llevar su propio escabio y sustancias (no botellas de vidrio). Con seguridad incluida, DJ, luces, humo. Electrónica, reggaetón, cumbia, etc. Valor de la entrada $50 por persona. Se paga en la puerta del salón. Punto de encuentro en la Catedral, de 20 a 21. Nos vamos en combis, en grupos, con el valor de $100, incluida la entrada. Al llegar al complejo todos serán revisados por seguridad, para evitar problemas. La joda empieza a las 21 horas”.

El mensaje circuló por los teléfonos de los jóvenes durante la semana. Lo recibieron todos, viralizado con el correr de los días. Por supuesto que la policía lo supo antes. Esa noche, a las 20 en la salida de las combis, nadie intervino.

Responsables

El titular del REBA Municipal, Emilio Sucar Grau, habló en la 99.9 sobre los allanamientos que llevaron adelante una vez que esta fiesta y otra en barrio Constitución, hubieron comenzado. En el caso de San Patricio, se encontraron con que a las 0:30 había ya más de 1.000 personas, entre las cuales un importante número eran menores de edad. Sucar Grau refirió: “habíamos detectado por las redes sociales que en el Barrio San Patricio se estaba organizando una fiesta sin habilitación municipal. Hicimos un operativo conjunto con la policía, narcotráfico y bomberos. Procedimos alrededor de las 00.30, y constatamos que había una gran cantidad de menores de 15 años de promedio, y muchos mayores. Había muchas posibilidades de que terminara en una tragedia”, analizó.
Al funcionario le llamó la atención que estuvieran tan organizados, que contaran con transporte para arribar a ese lugar sin mayores complicaciones: “desde Plaza Rocha había combis esperando y subiendo personas, algo que se repetía en Plaza Mitre. Esto estaba bastante bien organizado con mucho tiempo de anticipación. Quiero destacar la calidad y profesionalidad de los inspectores porque son situaciones donde no somos bien recibidos, y los chicos estaban con bastante alcohol”, agregó.
En cuanto a los responsables de esa fiesta, Sucar Grau explicó: “se nos presentó una señorita que se identificó y dijo que era quien organizaba el evento. Hicimos un acta de clausura, otra de secuestro por la gran cantidad de bebidas alcohólicas. Ahora la justicia tendrá que estudiar quiénes son los responsables”.
Si bien es un dato importante que no se encontraron con estupefacientes, la cantidad de alcohol que había en el lugar era muy llamativa: “no encontramos drogas pero sí había mucho alcohol. Había una menor de 15 años que había ingerido bastante alcohol, y tuvimos que trasladarla en una ambulancia al Hospital Regional. También había una pileta que era peligrosa, e incluso uno de los chicos cayó a la pileta”, puntualizó.

Es decir que esas drogas que los jóvenes estaban invitados expresamente a llevar, no fueron encontradas allí. Entonces, ¿dónde están? ¿Nadie aceptó el convite?¿Ya habían sido consumidas porque era demasiado tarde?

Si bien pudieron llegar a tiempo para evitar que pudiera ocurrir algún hecho trágico, en el análisis también destacó el desconocimiento de muchos padres sobre el paradero de sus hijos menores al momento de devolvérselos: “cuando los padres iban a retirar a los chicos, noté que ellos no sabían dónde estaban sus hijos. Les habían dicho que estaban durmiendo en la casa de un amigo, pero en realidad estaban en una fiesta donde no había normas de seguridad en absoluto. Me llamó la atención el desconocimiento de los padres sobre dónde estaban los hijos”.

Prevención

La opinión de muchos es que la intervención del Estado como contralor de la seguridad de la población debió haberse llevado a cabo antes, sobre todo cuando la realización de la fiesta se pudo prever. Los mensajes previos en las redes provenían de la cuenta de una joven que se identifica con el nombre de Yennifer Nerea, y decía que próximamente iban a borrar el evento para “hacerlo más privado, pero que se hacía igual”, aunque seguramente estaba ya previendo alguna intervención policial.

Después del operativo, la misma joven decía que se habían esforzado “para nada” porque la policía les “había arruinado todo”, y que el padre de su novio había terminado con un disparo en la pierna. Todo su dinero había resultado confiscado por las fuerzas intervinientes, y a un rápido cálculo podremos decir que se trataría de una cifra cercana a los 50.000, ya que había más de 1.000 personas y la entrada era de $50. El doble si se optaba por el precio con trasporte. El acta de secuestro habla de 116 botellas de cerveza y 30 de Gancia, sin contar las demás bebidas.

Pero, la pregunta sigue siendo la misma. El jefe de Policía Carlos Testini, ¿no podría haber impedido la realización, situándose en la propia entrada del predio, cuando se indicaba tan precisamente su realización? ¿Podría haber llegado un día antes? Las fuerzas de Tránsito municipal, ¿podrían haber impedido el acceso de las combis sin autorización?¿Es verdad que el personal de esta división municipal no quiso colaborar en el operativo que debió haber sido previo?

Cuando Carlos Testini quedó al frente de la Departamental, se anunció que la cúpula de la policía en la ciudad continuaría funcionando de manera similar a lo ocurrido en los meses previos. La población se pregunta cuál es esa manera, ¿llegando tarde? En cuanto a Testini, es el exsubcoordinador local que ascendió a comisario mayor, y quedó a cargo de la Jefatura Departamental, en el lugar que dejó Di Pasqua.

Claro que no fue el único allanamiento importante que hicieron durante el fin de semana, porque también hubo otro en la zona del Barrio Constitución, donde la situación que se presentaba era distinta: “en Alice al 4500 hubo quejas de los vecinos por mucho ruido y gran cantidad de autos. Cuando nos presentamos había una de las denominadas fiestas electrónicas. Vino personal de la policía municipal y de tránsito, constatando que había una fiesta. Se les midió el nivel del alcohol a los que querían salir, y era elevado en casi todos los casos”, refería Sucar Grau.
Explicó que, desde su punto de vista, las intenciones de quienes organizan fiestas, la mayoría de las veces choca con lo que pretenden los vecinos del lugar y, en ese sentido, Sucar Grau remarcó: “la gente tiene que aprender a convivir y no tener a todo un barrio en vilo con personas que trabajan o quieren estar con cierta tranquilidad. Fue un operativo sobre la marcha con un resultado positivo () Por normas de convivencia, el municipio debe ser estricto con estas fiestas, la ley hay que aplicarla con el máximo rigor”, advirtió.

Pero los habitantes de la ciudad no quieren llorar sobre la leche derramada. No quieren que las fuerzas municipales lleguen cuando el alcohol ya se tomó, las drogas ya no están, y sobre todo, la recaudación ya se hizo. La idea es la prevención, porque se está hablando de jóvenes, que deberían haberse vuelto a su casa con el dinero en el bolsillo, y con un reto que les explique que es necesario cuidar la vida más que nada en el mundo. Porque la situación de inseguridad se vivió, y la intervención fue tardía. Basta pensar en la vida de aquellos que  -a falta de $50 extra- optaron por bajarse del 511 G en inmediaciones del camping cuando ya era de noche, y caminar solos las 6 cuadras que se indicaban en el aviso de invitación. La tragedia podría haber comenzado allí mismo.