La sangre derramada

La situación en torno a Santiago Maldonado ha creado el escenario deseado, tanto por la izquierda como por la facción política que lidera la ex presidenta Cristina Fernández, de encontrar un tema que permita vincular al presidente Mauricio Macri con la dictadura. El grito de estas facciones en la calle -“Macri, vos sos la dictadura” hallaría pábulo en esta desaparición, por la que distintas organizaciones se montan, sin pudor alguno, junto con el reclamo por la vida del joven, a un juicio de gestión y personal sobre el Presidente, bajo la remanida etiqueta de la defensa de los derechos humanos.

En estas horas, la ex Presidente y candidata a senadora dijo estar conmovida por la expresiones públicas del papá de Santiago Maldonado, tuiteando febrilmente al respecto. En 2013, entrevistada por el diario Clarín, Myriam Bregman, abogada y militante de izquierda, señalaba, en referencia a la desaparición de Julio López, que la otrora jefa de Estado estaba claramente incursa en encubrimiento. ¿Por qué? “Porque cuando uno tiene todas las pistas, todas las señales para poder llegar a la verdad y prefiere no hacerlo es encubrimiento. Es una causa que tiene pruebas y que se decidió no investigar”, argumentaba Bregman.

La líder de izquierda habló entonces de encubrimiento, pero no hay registro de que se le haya denunciado a tal grado a la hoy muy sensible viuda de Kirchner. En este presente caso, es obvio que hay una motivación política: seca ya la sangre de Teresa Rodríguez, la del profesor Fuentealba, las de Kosteki y Santillán, la izquierda buscaba una nueva víctima para exponer como mártir de las causas populares. Los testimonios que ubican a Maldonado en el lugar de los hechos denunciados no soportan un escrutinio serio, sólo se fundamentan en expresiones de los integrantes del grupo autodenominado Pu Lof, que dieron sus testimonio informalmente y con el rostro cubierto. Crece la idea de que la ropa que se presentó como del desaparecido Maldonado fue plantada y nunca fue usada por él.

Un dato que indica ciertamente que hay utilización política lo expresa el informe elaborado por la Procuración General de la Nación. Hasta 2015 se contabilizaron unas 6.040 personas desaparecidas, de las cuales 3.231 son niñas, adolescentes y mujeres adultas, y 2.801 son niños, adolescentes y varones adultos. A su vez, 8 casos no cuentan con la información de la referencia de género. De todos los casos informados, sólo 2 de ellos fueron calificados como “Trata de personas/Averiguación de paradero” y 3 como “Desaparición Forzada de Persona”, entre ellos, el caso del neuquino Sergio Ávalos, desaparecido hace 14 años.

Retornando a Julio López, su hijo Rubén señalaba, al cumplirse seis años de su desaparición: No tenemos nada, ni una prueba, ni un sospechoso, sólo bronca e impotencia“, y abundaba: “el día que tenga que denunciar al Estado porque no lo cuidó, lo voy a hacer, no tengan dudas; o a un tribunal, a un juez, a un fiscal, a un funcionario. También me gustaría que la Presidenta diga por qué nunca habló de mi viejo, por qué no lo nombra”.

La duda de Rubén, la duda de todo un país: por qué hay lágrimas en la garganta de Cristina Fernández por Santiago Maldonado, y no las hubo por Julio López.