Más dolor que el que se admite

A diario la humanidad se conmueve con la agenda internacional que se nutre de los desastre naturales, accidentes espectaculares, acciones violentas de los hombres en guerra, y conflictos de baja o media intensidad. El goteo violento que se lleva vidas se extiende como reguero de pólvora, hasta tornarse un cotidiano que lleva a la insensibilidad. Tanta insensibilidad, que parecería ser que mediatizadas por el cine o la televisión, las historias pierden realidad o relieve humano.En un momento en que se debate la calidad y el rol del drama bélico, el film de Kathryn Bigelow, Zero DarkThirty, que trata sobre la cacería de Osama bin Laden, fue elegida Mejor Película tras la votación de este año por el Círculo de Críticos de Cine de Nueva York (NYFCC). La película obtuvo otros dos galardones: el de Mejor Director (Bigelow) y el de Mejor Director de Fotografía (Grieg Fraser), agregó el NYFCC al dar a conocer sus premios 2012.

Bigelow, ganadora del Oscar en 2010 por el drama sobre la guerra en Irak The Hurt Locker –traducida como Zona de Miedo, Vivir al Límite o En Tierra Hostil-, tuvo acceso a materiales clasificados para producir la cinta sobre Bin Laden. Lo que no cuenta el film es el drama que supone para Estados Unidos el saldo mortal de las guerras de Irak y Afganistán, que ya llevan perdidos a más miembros por suicidio que en combate, de modo que la cantidad de soldados que se quitaron la vida alcanzó una cifra récord.
Los 349 militares activos que se suicidaron en 2012 superaron la cuota que una década de guerras había producido sobre la totalidad de voluntarios de las fuerzas armadas y sigue creciendo, con lo que Pentágono continúa luchando denodadamente contra lo que cargos veteranos han denominado “una epidemia”. El Pentágono se ha impuesto el deber de rastrear los suicidios desde 2001. Los militares comenzaron a preocuparse cuando los suicidios empezaron a crecer en 2006, y han impulsado numerosas iniciativas para alentar a sus miembros en servicio a luchar contra la depresión o el estrés post traumático buscando ayuda.
La cantidad de suicidios alcanzó el pico de 310 en 2009, pero el último año alcanzó un nuevo récord, según las cifras militares oficiales. Y se admite que es posible que las cifras se corrijan levemente cuando se investiguen las muertes de 2012 a finales de este año.
El secretario de Defensa, León E. Panetta, expresó su frustración el último verano cuando los militares detectaron que se producía un suicidio al día. La tasa de miembros en servicio que se quitan la vida es ligeramente inferior a la de la población en general, pero los oficiales consideran que de todos modos es inaceptablemente alta.

Los discursos oficiales del Departamento de Defensa no logran explicar la intensidad del drama que como una mancha silente atraviesa los Estados Unidos de América, poniendo en cuestionamiento la razonabilidad de mantener al país en estado de guerra constante, máxime en una situación que, luego del asesinato de Osama bin Laden, tal cual lo establecido por la película de Bigelow, no parece ya tener sentido militar y político alguno. Sólo la lógica del complejo industrial militar denunciado por Dwight Eisenhower en la década del sesenta, parece motivo para sostener esta guerra atroz externa e internamente.