Lo que se va… ¿y lo que viene?

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Debate e intemperancia. Una semana con muchos temas para compartir con el lector, pero como todos giraron en torno a los enfrentamientos y tensiones elegimos tan sólo dos para hablar de muchas cosas.

Lo peor que puede ocurrirle a un a sociedad es acostumbrarse a vivir en la violencia al punto de no darse cuenta ante la presencia de hechos que la disparan.
La crispación argentina, algo que creímos dejar de lado hasta hace poco más de una década, se ha convertido en una cuestión cotidiana y habitual que bien puede confundir al que la observa desde afuera.
Hace pocas horas un profesional amigo, que desde hace años vive en el extranjero y por estas horas nos visita, me confesaba que lo sorprendía el nivel de agresividad que encuentra entre nosotros.
Y el diagnóstico adquiere mayor gravedad cuando quien lo hace…reside habitualmente en Venezuela, lugar que no se caracteriza por la paz social, la seguridad y la unidad de sus ciudadanos.
Pero en los últimos días algunos hechos, que ya no pueden ahora ser considerados aislados, encienden luces rojas que deberán apagarse pronto si no queremos que sean tal vez la señal de largada de una violencia incontrolable.
Lo ocurrido alrededor de la figura de Anibal Pachano y los medicamentos para el tratamiento del HIV y lo que ahora sucede en torno al conductor televisivo Marcelo Tinelli, quien en su exitoso programa habló justamente de estas cuestiones y señaló al gobierno como el gran promotor de los enfrentamientos, son dos cuestiones que no podemos pasar por alto.
Porque en ambas, y sólo por pensar distinto al relato oficial, ambas figuras fueron amenazadas de muerte.
Y porque quienes se atrevieron a cruzar esa línea de civilización lo hicieron sin ocultarse, con su nombre y apellido y siempre esgrimiendo su “pertenencia” al supuesto modelo oficial.
Alex Freyre y Luis D’Elía se sienten impunes, o lo que es peor, saben que lo son.
Perciben que desde los despachos de gobierno se mirará para el costado cuando ellos, u otros como ellos, insulten, amenacen o aprieten a quien se atreva a criticar a la Presidente o a su gestión; y lo más triste es que tienen razón.
Pero la gran pregunta que todos deberíamos hacernos es acerca de lo que va a pasar cuando este tiempo de impunidad termine y el país vuelva a la normalidad que corresponde a una sociedad civilizada, pero en ella queden enquistados estos sujetos violentos, enfermos, que tanto daño han hecho y a tantos han denigrado.
Deberemos todos hacer un esfuerzo de equilibrio, entender que no podemos convertirnos en vengadores y asumir que ser civilizado supone también la obligación de demostrarlo cotidianamente.
Aunque ellos sigan con sus bravatas y hagan del odio un estilo de vida, nosotros no podemos ni debemos caer en la provocación.
Porque si realmente deseamos que paguen por sus desmanes, el peor castigo al que debemos someterlos es el de vivir en una sociedad distendida, amable y respetuosa del otro; algo que para los Freyre, los D’Elía y tantos otros supondrá un verdadero martirio.
Cualquier otra actitud nos convertiría en uno de ellos…y nada puede ser más triste.

Un coloquio que adelanta despedidas
El Coloquio de IDEA que se lleva a cabo año a año en Mar del Plata transitó tal vez como nunca antes por un camino distinto.
Más allá de algunas mesas y exposiciones técnicas, el interés puertas adentro fue esta vez mucho más afín con el que se detecta en la sociedad puertas afuera.
Y no es por cierto porque los empresarios hayan adquirido una sensibilidad social que no les es muy común –alguna vez tendremos que concluir que ello no es ni bueno ni malo– sino porque comparten y padecen los mismos temores que el hombre común.
No hay que ser un especialista para entender cuales son los tres ejes de la actualidad económica argentina:

  • El país está mal.
  • El mundo está mal.
  • El gobierno está mal.

La Argentina padece inflación, estancamiento de la actividad y aislamiento internacional que la limita tanto en créditos como inversiones, y nada indica que esta peligrosa trilogía de problemas vaya a ceder pronto.
¿Porqué?….porque además de las cuestiones propias, hoy el país convive con un mundo en el que la actividad económica declina y la guerra vuelve a lanzar sus sombras sobre el escenario.
El futuro inmediato es muy difícil de prever, pero lo que es claro es que lo que viene no tiene en cuenta a la Argentina para su desarrollo, cualquiera fuese el camino que se transite en los próximos años en el planeta.
Y el gobierno, lejos de aceptar que la realidad ya le ha marcado el ocaso temporal y conceptual, pretende seguir adelante con sus caprichos, sus errores y sus vanas batallas contra molinos de viento que ni siquiera se toman el trabajo de girar las aspas para dar señales de que detectaron su presencia.
Y esto subyace en cada rincón del Coloquio, aparece en cada charla y se percibe claramente en cuanto expositor accede al atril principal.
Aunque la imagen final de cuatro de los principales candidatos presidenciales compartiendo escenario, sin agravios y sin chicanas fuera de lugar de un interesante margen de esperanza para quienes estamos convencidos que lo primero que hay que renovar en el país es el tono y la relación humana.
Alguien decía irónicamente que este año los participantes vinieron a Mar del Plata para averiguar con cuantos soldados se cuenta para la “gran batalla” de la supervivencia.
Y a juzgar por los temas y los conceptos, no estaba demasiado equivocado.

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