Malas lenguas 1075

El huevo de la serpiente I. La condena a nueve y seis años de prisión de un grupo de jóvenes etiquetados como banda neonazi provocó reacciones diversas para grupos pequeños que en Mar del Plata se agitan a un lado y otro del extremismo ideológico. Según el dueño y explotador del lugar nocturno Never Mind, Javier Moreno Iglesias -quien a su vez es líder de una asociación que nuclea a lesbianas, gays y travestis-, la sentencia fue “más allá de lo esperado”. No es casual que quien inspiró toda esta movida que jamás daría para entender que haya una organización, Carlos Pampillón, esté libre, y estos prospectos de nacionalistas llenos de prejuicios, hoy estén condenados.

El huevo de la serpiente II. Claro que vale preguntarse: ¿ejemplo de qué y para qué? La necesidad de exponer a estos gatos tristes como un peligro que remeda aquel de las camisas pardas nació a caballo de la necesidad de crear un articulado político que bañara de la peor bosta al grupo que hoy ocupa el palacio municipal. La condena sirve para que, en palabras de Moreno Iglesias, “se termine el mito de que todo fue armado”. Pero resulta que algunos factores de poder de la ciudad están presentes, y han digitado los destinos de esta causa. No es casual la decisión tomada por el Tribunal Oral Federal de estampillar a unos y liberar a otro: Roberto Falcone, abogado del jefe de los escuadrones de la muerte en El Salvador en los ochenta, el mismo que sostenía en los noventa que los derechos humanos eran una nefasta muletilla; abogado vinculado al SIE (Servicio de Inteligencia del Ejército), al igual que Mario Portela, actor de la derecha política peronista hasta que se travistió convenientemente de humanista conveniente, son dos de los responsables de esta movida. El agente provocador está libre, y los perejiles a los que azuzó, enardeció y usó, en prisión, condenados.

Mucha presión. Tal como vienen las cosas, el reparto de las cuotas de pesca en la Patagonia se ha convertido en la torta de la que muchas manos en el plato quieren apropiarse. La cámara que nuclea a los armadores marplatense está con la cara pintada porque entiende que los quieren dejar afuera de los permisos para la temporada de calamar. Si no hay reacción -no sólo empresarial sino política-, el impacto puede ser demoledor. Llama la atención el silencio imperante entre legisladores y funcionarios locales, más cuando a diario se insiste en el carácter de principal puerto pesquero que tiene Mar del Plata.

Nada sorpresivo. Si bien los medios de corte y pegue y la cadena digital de la mentira dio la noticia del alejamiento de Fernando Telpuk de la Jefatura de Policía local, la renuncia sólo puede sorprender a quien esté distraído o interesado en ignorar. Telpuk estaba de hecho alejado hace tiempo de sus funciones ya que atraviesa una delicada situación personal que está en bambalinas, y que, de hacerse pública, podría afectar a la gestión. Su renuncia es un acto de honor a quien confió en él más allá de provenir de la anterior gestión.