Carlos Fernando “Zelig” Arroyo, su desiderátum

tap995

La cena del 17 de Octubre, en el Día de la Lealtad peronista -fecha curiosa que lleva a un conspicuo dirigente de los 80 a caracterizarla así: “por la única razón que festejamos el 17 de octubre, es porque los peronistas, los otros 364 días nos traicionamos”– trajo sorpresa y causó escozor en la interna de la Coalición Cambiemos en Mar del Plata. Organizada por Álvaro García (más conocido por su nombre de guerra Alvarito Famproyen), convocó a un variopinto grupo de personajes menores de los fondillos de la política vernácula, y generó un espacio para que el intendente Arroyo fuera invitado a dicho evento, y, a expresarse. Vaya si lo hizo: es que nadie, ni siquiera sus íntimos, llegan a comprender el desiderátum de Arroyo, su necesidad de ser reconocido. Para logarlo, hace como Zelig, el mítico personaje de Woody Allen.

Zelig es un extremo caso de inseguridad, que lo lleva a camuflarse entre las personas, adaptando su apariencia para lograr ser aceptado (cuando se mezcla con personas judías, le crecen barbas y tirabuzones; cuando se mezcla con personas negras, su piel y hasta su tono de voz cambian…). Carlos Fernando “Zelig” Arroyo muta como el personaje de Allen, y en un día peronista, ante un auditorio peronista, llevado por su desiderátum, hace de peronista.

Es complejo, porque a la política, la piscología no se le da bien. Es una forma de vivir en la que el análisis fino es siempre derrotado por la necesidad y las ambiciones personalísimas. La cena que García llevó adelante fue juzgada por sus dichos, y las fotos que publicó “El retrato de hoy” sobre el evento alteró los nervios de la manzana de las sombras ,justo en medio de una interna radical jugada ferozmente como hacía años no se veía.

Álvaro García dijo que él no quería prensa. Bueno, en fin… Arroyo dijo no conocer a Roberto Fiocca, y menos aún a Gerardo Gómez Muñoz, con quienes, junto a Gustavo Blanco, compartió la mesa. Las excusas los dejan a todos como unos torpes, o quizá como unos atrevidos que juegan sus cartas ante la interna radical enviando mensajes cruzados.

Algunas cosas quedan claras: un miserable siempre es un miserable. Compartir la mesa con Arroyo, como hizo el escriba del anciano aldeano de Lugo, sólo se explica porque García (Famproyen) lo tiene en la nómina. Nada caro, por cierto; ya se sabe que estos amanuenses del teclado son muy baratos. Lo de Roberto Fiocca, ex compañero de ruta de Emiliano Giri, sentado a la mesa con Carlos Fernando “Zelig” es una provocación innecesaria: fue el propio García quien recorrió los algo más de 25 kilómetros que hay hasta Chapadmalal para invitar al publicista a integrarse a la mesa política como dirigente peronista.

Álvaro García dijo, en su descargo ante el barullo que se armó, que él no quería prensa y, mucho menos, fotos. Sí, claro, tampoco Madonna dijo que le hará una fellatio a cada uno de los que voten por Hilary. Por favor.

Ah, me olvidab: renunció Agustín Cinto . Llora el diario La Capital, pero esa es una historia que sólo sirve para la columna de Malas Lenguas.