Silencio en el recinto del pueblo

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El pasado jueves 23, el Concejo Deliberante de General Pueyrredon eligió callar ante la situación judicial que atraviesa el exintendente Gustavo Arnaldo Pulti. Ni una sola voz se alzó para señalar que GAP ha sido sometido a proceso penal por administración fraudulenta y desvío de fondos públicos, lo cual no deja de llamar poderosamente la atención.

Porque no se trata sólo del silencio del bloque de la Coalición Atlántica, de por sí un bloque silencioso sin expositores válidos en el recinto. El silencio del bloque de la UCR es difícil de explicar, salvo que se entienda que entre los radicales y los accionistas marplatenses hay acuerdos por debajo de la mesa que vienen de larga data e implican pactos de silencio acordados a través del anciano aldeano de Lugo; no constituye novedad el grado de articulación que Aldrey mantiene a lo largo del tiempo con distintos actores de la política local y su influencia en la conciencia de aquellos.

No es sencillo aceptar que el silencio sea de los inocentes. Una muestra palpable es la discusión por todo lo alto que mantuvieron el abogado Fernando Herrera y el concejal Gonzalo Quevedo. Herrera le reclamó al curul por el silencio en el recinto ante la situación: un Pulti procesado que se negó a declarar, que hizo un acto político a las puertas de la fiscalía, y por toda respuesta, los radicales eligen hablar de José López.

Hay más entre el cielo y la tierra que lo que el común de los mortales estamos viendo: nombramientos, contratos, acuerdos por módulos. Y demasiado silencio. Cristina Coria jura no tener pacto alguno con los accionistas marplatenses; todos hablan de un pacto entre Guillermo Arroyo y Santiago Bonifatti, articulado por el concejal del FR Lucas Fiorini. Suena demasiado inteligente y astuto para estos correveidiles sin estatura política destacable.

Estamos ante un fiasco que traiciona una vez más la voluntad popular, por un espíritu de apropiación y redistribución de la renta pública por medio de apañamientos circunstanciales. Amén de los ditirambos en el Concejo Deliberante, en algún momento, la saga del valijero López impactará en Mar del Plata: las viviendas nunca construidas del Plan Federal en nuestra ciudad implicaron, como en el caso de los fondos para erradicar la villa de Paso, el accionar de los hermanos Trujillo, actores locales de cuanto trasiego de fondos ha existido desde la década del noventa en materia de planes de vivienda nunca concluidos.

Mar del Plata tiene una emergencia habitacional de 25.000 unidades. No es un número solamente, es gente, son personas, familias que no tienen una vida digna porque viven en chabolas, viviendas precarias, en medio de la mugre y la desesperación más absoluta. Los bolsos de plata de López son una demostración brutal de algo sostenido desde este medio desde hace ya algo más de veinte años: plata hay, pero se la roban. Y Mar del Plata no es la excepción.