“Cromañón y la Tragedia de Once deben ser considerados crímenes sociales”

El investigador Gonzalo Sanz Cerbino que trabaja en el CEICS, analizó los puntos que tienen en común el caso Cromañón y la Tragedia de Once y destacó que “hay una conexión entre estos hechos incluso desde el tratamiento judicial”.
Gonzalo-Sanz-Cerbino

La historia argentina está marcada lamentablemente, por hechos como la Tragedia de Once, que se han repetido a lo largo de los años y a pesar de ello, se siguen repitiendo.
El investigador del Centro de Estudios e Investigación de Ciencias Sociales (CEICS), Gonzalo Sanz Cerbino, comparó en la 99.9 la relación entre la reciente condena de Jaime y Schiavi con lo sucedido en Cromañón, uno de los casos en los que realizó un detallado trabajo.
“Hay una conexión en el tipo de hechos, incluso en cuanto al tratamiento judicial. Fuera del estrato judicial el funcionario de más alto rango de lo sucedido en Cromañón, Aníbal Ibarra, fue destituido en un juicio político y dentro del ámbito judicial, los funcionarios a cargo del área de inspección fueron condenados, no con la misma pena del Ferrocarril Sarmiento, pero tienen condena”, analizó inicialmente.
Sin embargo, el caso de la disco no terminó con la condena de la justicia para quien era el máximo responsable político: “la destitución de Aníbal Ibarra no tuvo correlato en la justicia porque ni siquiera fue llamado a declarar. Él tenía conocimiento de lo que sucedía en los locales nocturnos previo a Cromañón y su inactividad al respecto. Había advertencias de lo que estaba pasando en los boliches y las condiciones en las que funcionaban, e incluso la advertencia de uno de los defensor del pueblo adjunto diciendo que habría una tragedia”, recordó Sanz Cerbino.
Por otro lado, el investigador propuso una nueva forma de denominar a este tipo de sucesos que terminan con un catastrófico desenlace. “Cromañón y la Tragedia de Once deben ser considerados crímenes sociales. La forma en que vivimos llevan a que tengamos este tipo de hecho. La búsqueda de los empresarios por maximizar las ganancias dejando en un segundo plano la seguridad de las personas que utilizan los servicios, termina en este tipo de hecho”, analizó. Justamente en ese punto, es donde el gobierno termina siendo cómplice: “ahí aparece el estado, garantizando primero la acumulación de capital y con distintos mecanismos, como la corrupción, los empresarios terminan zafando y no ponen en condiciones los negocios que tienen. Es algo que sucede con naturaleza, no se trata de dos o tres empresarios solamente”.
En lo cotidiano, fruto de la falta de control, suceden casos similares pero quizás sin víctimas fatales o con algunas pocas que no generan una gran repercusión como en los anteriormente citados: “en algunos casos lo hechos no trascienden porque sus consecuencias son mínimas. Cada tanto, nos volvemos a enfrentar a hechos que dejan un tendal de víctimas, además de la movilización y el estupor de todos”.
Este patrón se repite en el resto de la sociedad, porque hay muertes que son evitables simplemente poniendo el dinero estatal donde se debe. Uno de ellos es el estado de las rutas, un tema en el cuál también Sanz Cerbino realizó un estudio. La conclusión fue muy clara: “en el tema accidentes de tránsito, el 50% de las víctimas fatales mueren por choques de frente y se soluciona con poner las manos por separado”, concluyó.