“No habrá ningún problema en la vida diaria judicial”

La defensora general de Mar del Plata, Cecilia Margarita Boeri, habló esta mañana en la 99.9 sobre la medida que suspende la llegada de presos a la Unidad 44 del Penal de Batán. “Es un tema complejo”, reconoció, refiriéndose al estado de las cárceles en el país. 

Unidad Penal 15 de BatánSemanas atrás, la defensora general de Mar del Plata, Cecilia Boeri, hizo una presentación alertando sobre el estado de la Unidad Penal Nº 15 de Batán, que se encuentra en una situación sanitaria verdaderamente delicada.
Ahora, con la medida que prohíbe la recepción de internos durante 60 días, Boeri aclaró en la 99.9 que “el complejo Batán tiene la Unidad Penal 15, la Unidad 50 que es la femenina, y la Unidad 44 donde funcionan la Alcaidía y el ingreso de nuevos detenidos. Para ese último lugar hay restricción, pero no prohibición, por lo que el juez puede ordenar un ingreso. El espacio que se hace en la Unidad Penal 15, que es donde hay hacinamiento, será con un traslado de los detenidos que no corresponden a este departamento judicial. Se ha dado un plazo de 60 días”.
Teniendo en cuenta todo esto, destacó que “no se notará ningún problema para la vida diaria judicial, al menos en el movimiento de detenidos”.
La superpoblación en las cárceles se produce por el traslado de detenidos desde otros puntos de la provincia, que termina colapsando todo el sistema: “a través de distintas acciones que se hicieron, logramos que nuestros detenidos estuvieran alojados en este complejo, porque da la casualidad que Mar del Plata tiene próximo un complejo penal que alcanza para el principio de detenidos que medianamente viene manejando este departamento judicial hace unos años. En el resto de las provincias las unidades están desperdigadas muy lejos de los respectivos departamentos judiciales”, explicó la Defensora.
Estas determinaciones fueron tomadas teniendo en cuenta que había espacio libre en los penales: “es un tema complejo, porque la idea era que se aproximara a los detenidos a sus departamentos judiciales para que tuvieran contacto con los jueces, los abogados y, por supuesto, con sus familias. Esto en principio generaría un espacio sobrante, por eso vienen detenidos de otros lugares. Nosotros decimos que esto no es así porque en algún momento se logró, poniendo un segundo camastro en celdas que estaban diseñadas para una sola persona de 5 metros cuadrados”.
La convivencia de los detenidos en condiciones realmente muy malas, hace que también la delincuencia se genere dentro y fuera del penal una vez los internos salen: “hay que pensar lo que significa estar en la Unidad 15 conviviendo con casi 1.000 internos, conviviendo con otro interno en un espacio de 5 metros cuadrados, con poco personal penitenciario para asegurar que los mismos internos no se agredan entre sí o que les roben. Es muy dura la vida allí, porque no se cumple lo que dice la Constitución, que la cárcel debe ser para seguridad y no para castigo”. Luego abundó: “es básico que no haya hacinamiento para que los internos pueden estudiar, capacitarse y utilizar su tiempo ocioso. Es un tema delicado”.
Los números suelen poner claridad sobre cuestiones que tienen muchas aristas para analizar. Por eso, Cecilia Boeri agregó que “cuanto peor es la cárcel y más gente hacinada existe, se da un efecto multiplicador. Tenemos la tasa de prisionización que es una cantidad de 177 detenidos por cada 100.000 habitantes. Ese número se manejaba en Estados Unidos en 1975, ahora ellos están en 800 o 900 detenidos cada 1.000 habitantes. Los tipos de delitos que ellos tienen son cada vez más complejos, más violentos y no han ganado en seguridad”.
La única solución para el hacinamiento y las situaciones complejas en los penales de todo el país tiene que ver con la prevención del delito: “es importante trabajar con inteligencia sobre el origen de los delitos, sobre cada uno, para poder prevenirlo y evitarlo como básico. Se debe cumplir con la ley, porque no se puede esperar nada de una persona que está durante años sometido a ese ‘tratamiento’ donde no le dan de comer, quizás lo han violado y miles de cosas más. No importa que haya cometido un delito antes, debemos pensarlo aunque más no sea como una cuestión de lo que esperaremos cuando esa persona salga del penal. Es una persona difícil de recuperar para el trabajo y la sociedad”.
Está claro que, más allá de la condición que se pueda tener ante la Justicia, los presos condenados deben tener condiciones mínimas de vida. “La prisión debe ser sana y limpia, no ser un lujo pero sí tener ciertas condiciones básicas. Después de estos 60 días hay que ver cómo evolucionan los temas de alimentación y salud”, finalizó Boeri.