Un cambio de tendencia

Al iniciar el tramo final de su segundo gobierno, y luego de sufrir una derrota en las elecciones de medio término, el presidente Barack Obama ha decidido gobernar con la convicción de quien tiene el pleno poder concedido por la voluntad general expresada en las urnas. Dos hechos lo indican ciertamente: el decreto que habilita a la legitimación de extranjeros ilegales en condiciones cívicas de cumplir con las exigencias de Estados Unidos para acceder a la ciudadanía, y el primer paso a la normalización de las relaciones con Cuba.

Todo ello sucede en un contexto en el que la caída del precio del barril de petróleo sacude la economía mundial y genera problemas concretos a los países emergentes. El principal damnificado, quizá el más visible, es Rusia, que debió depreciar su moneda, el rublo, en un veinte por ciento frente al dólar.
El JP Morgan, el mismo que en el año 2000 anticipaba el precio del barril de petróleo a doscientos dólares, hoy señala que el valor de la unidad para los próximos meses podría ubicarse en los cuarenta dólares como piso; en promedio, en estas jornadas no ha llegado a sesenta dólares.
El cambio de paradigma no es fruto de la acción de los mercados meramente, sino de la política estadounidense de extraer el denominado “shale gas”, que le ha dado a ese país dominio sobre su necesidad energética y de cortar el ciclo de importación de combustibles. Esta condición la permite hoy, articuladamente con Arabia Saudita, generar una situación que coloca en entredicho a la actual “Liga del mal”, conformada por Rusia, Irán y Venezuela, tres naciones cuyas economías dependen fundamentalmente del valor del crudo.
La pregunta está en todo el mundo: ¿quién gana?, ¿quién pierde? Los países con gran dependencia energética serán los principales beneficiados de facturas más baratas; Europa, la gran beneficiada. Europa es la que mayores importaciones de petróleo desde el exterior realizó en 2013: compró 9,3 millones de barriles al día y otros 3,3 millones de productos petrolíferos, según el informe anual World Energy 2014. Aunque es necesario tener en cuenta que los precios varían según los productos, la procedencia y los seguros sobre precios de combustible, una bajada de precios de cerca del 30% (del entorno de los 110 dólares a los 80 dólares por barril) se puede traducir en un ahorro conjunto medio de 370 millones de dólares en la materia prima.
La situación también resultará en un impulso para China e India: ambos países importan más petróleo que toda Europa junta. China compra en el exterior 5,6 millones de barriles de crudo al día y 1,2 millones de otros productos petrolíferos, y sus exportaciones son mínimas. La India, por su parte, no exporta nada, y se ve obligada a importar 3,8 millones de barriles de crudo al día.
¿Los conductores? Quizá ganen en el futuro. El precio del crudo es sólo una parte de lo que pagan por cada litro de nafta, ya que ésta incluye el costo de refinado y transformación, así como un porcentaje de impuestos. El caso argentino, en el cual se debate un valor interno que refleje la caída mundial y no afecte el plan de inversiones de YPF, es uno diferente y complejo, que las autoridades deberán resolver con vistas al 2015. Un momento clave en un escenario de cambio.