Un quiebre nada sorprendente

edi958
Un trabajo político notable dio como resultado el desgajamiento del bloque del FPV en la Cámara Baja y augura, junto al compromiso de los seis legisladores por Santiago del Estero, que el gobierno de Mauricio Macri tendrá quórum en esa cámara para llevar adelante las sesiones extraordinarias con expectativa de éxito en las cuestiones que hoy importan: designación de dos nuevos ministros en la Corte Suprema de la Nación, y la derogación de la ley cerrojo que impide acordar con los holdouts, más conocidos como fondos buitres.

La línea negociadora del Gobierno -que aclaró debidamente que no hay ninguna cláusula de confidencialidad- cambió la lógica del entuerto judicial, lo cual llevaría al negociador especial Daniel Pollack a revisar su posición, recomendando al juez Griesa aceptar la postura argentina y cerrar el conflicto. Según señaló el ministro Prat Gay: “Fue una semana intensa. Fuimos avanzando en una tarea titánica del secretario de Finanzas Luis Caputo, y Mario Quintana. La estrategia era resolver el problema lo más pronto posible y de la manera más justa para el país. La única forma de avanzar en esos objetivos era convencer de a poco a los bonistas menos beligerantes, que son los 50.000 bonistas italianos que hace 15 años que no cobran un peso. Les ofrecimos el capital más una tasa de interés muy baja del 3% anual, que la Argentina nunca hubiera podido pagar en estos años”. El ministro manifestó que si la postura intransigente de los fondos NML y Elliot se mantiene, es posible que el juez determine que los obstáculos vigentes sean removidos, lo cual debilitaría la posición de estos grupos y hasta podría llevarlos a una fuerte derrota que repercutiría en diversos planos a nivel internacional.
Así las cosas, el Gobierno se aseguraría financiamiento más que suficiente para el presente año, dado que la tendencia que hoy lidera el Banco Central de Japón – tasas negativas en préstamos para incentivar la inversión y el consumo- dan a Argentina una oportunidad extraordinaria.
El quiebre del bloque del FPV en el Congreso, una joyita de la rosca política articulada por Emilio Monzó y Rogelio Frigerio, deja impotente al sector más duro, el que reporta directamente a Cristina Fernández, quien en las últimas semanas sólo pudo festejar la victoria “okupa” de Máximo Kirchner al tomar un despacho que no le pertenece.
La decisión de Diego Bossio de quebrar el bloque trajo una vez más al vocabulario político del peronismo la palabra traición, algo habitual en un movimiento que celebra el Día de la Lealtad como algo extraordinario. El camino que viene no será de rosas, pero permite advertir un auspicioso tiempo político en que los sueños y aspiraciones de los argentinos tengan posibilidad de ser realidad.