El Auditor General de la Nación, Leandro Despouy, destacó en la 99.9 que el pueblo argentino se ha interesado mucho más en el trabajo que se realiza en el control de ciertas situaciones. También destacó que están muy limitados en su labor porque las investigaciones no llegan a buen término, como sucedió con la tragedia de Once.
A pesar de las críticas oficialistas, la Auditoría General de la Nación intenta llevar adelante el control que la ley le permite sobre ciertos asuntos, que después no llegan a ser importantes para la justicia nacional y por eso, no se han evitado algunos accidentes trágicos como el de Once.
Esto lo detalló en declaraciones a la 99.9, el Auditor General Leandro Despouy, quien destacó que “es creciente tanto el interés como el conocimiento de lo que hace la Auditoría. Se empieza a saber que es un organismo que realiza una tarea técnica y objetiva para controlar cómo se destinan los fondos, cómo se prestan los servicios o cómo se atienden los intereses de los jubilados”. Luego abundó: “es nuestra función principal. Se ha tomado conciencia de la importancia del control que abarca un sector sensible de la calidad de vida de las personas”.
Sin embargo, a pesar de buscar que la función indicada llegue a dar sus frutos, a veces es muy difícil de conseguirlo porque no tienen, en principio, la tecnología necesaria y también porque la ley no está diseñada de forma correcta: “históricamente hemos tenido un desfase tecnológico. Esto tiene que ver con la propia ley que la creó, la puso detrás de los hechos, nosotros evaluamos hechos ya producidos. Nos da herramientas para una intervención oportuna, pero todavía tenemos déficit importante. Esta concepción de estar siempre detrás de los hechos, aún cuando se descubre algo, se lleva a la justicia pero no ha provocado el impacto que tendría que tener”, remarcó Despouy.
Claro que las repercusiones no son las correctas, porque en principio, la conciencia de los argentinos sobre ese trabajo no es la correcta: “esto sigue siendo muy atenuado por una presencia pública en la toma de conciencia que se ha expresado en muchas cuestiones, tanto en los temas que analizamos como en el comportamiento de la sociedad ante las conclusiones que hemos sacado. Todavía nos queda mucho por hacer”, anticipó.
Para que esta situación cambie, habría que reformar la Constitución, algo que hoy parece imposible: “se necesita adaptar la ley a la Constitución. Estamos muy lejos. Es una ley que tiene aspectos inconstitucionales. Es algo que por el momento en el Congreso con la mayoría oficialista no avanzará. Ha sido difícil defender la integridad de la Auditoría ante un gobierno que adoptó una actitud devastadora de los organismos de control”.
Las exigencias son cada vez mayores y la auditoría no da abasto: “lo que hay que auditar es tanto que, en la práctica, nosotros no alcanzamos a dar respuestas a una exigencia cada vez mayor. Ahora la Corte Suprema nos ha pedido que seamos el organismo de control externo de las sentencias judiciales”, dijo Despouy.
Por último, destacó que algunas de las investigaciones que realizó la Auditoría General de la Nación, podrían haber evitado una tragedia, pero no se investigó: “en 2004 y 2005 ya estaban los informes de la labor de Ricardo Jaime y que hubieran permitido que no se termine en la tragedia de Once”, finalizó.