Dejó escrito su deseo de ser enterrado en una tumba sencilla y sin florituras excesivas. Teherán aprueba una moción para declarar “grupo terrorista” al ejército de Estados Unidos.
Una estampida durante el cortejo fúnebre del jefe paramilitar Qasem Soleimani ha dejado al menos 35 muertos y 48 heridos en su población natal de Kerman, informan medios estatales iraníes. El último adiós al general asesinado por EEUU se realizaba en medio de una gran aglomeración de seguidores, del mismo modo que su funeral había congregado a millones durante los últimos días en distintas localidades de Irán.
Al igual que durante los entierros de los últimos días en las ciudades de Ahvaz y Mashad, y en la capital Teherán, el dolor se ha alternado con la furia a la hora de exigir “venganza” por la pérdida del “mártir”.
El general de brigada Husein Salami, máximo mando de la Guardia Revolucionaria -cuya ala de operaciones exteriores, la Fuerza Quds, lideró Soleimani hasta ser abatido por un dron de Washington el tres de enero pasado- ha respondido a estas demandas. “Diría la última palabra al principio: nos vengaremos”, bramó durante su intervención. “Lo vengaremos de manera fuerte, decisiva y conclusiva”, sentenció, ante una muchedumbre repleta de allegados al general considerado por EEUU un “terrorista”.
Soleimani se había labrado una popularidad que rebasaba los nichos tradicionales de apoyo al Gobierno con un discurso comedido, ademanes sencillos y, sobre todo, por sus misiones en el exterior, percibidas en Irán como actos de defensa de la nación. Eso le ha permitido librarse de los focos de descontento proyectados contra los gerifaltes locales de su fuerza, responsable de la respuesta violenta a los disturbios del pasado noviembre. Para alivio del establishment, los funerales han reunido a la nación.
Fiel a su talante, y sabiéndose un potencial objetivo, quien era llamado el “mártir viviente” por su voluntad de dirigir sus misiones desde el frente había dejado por escrito la petición de ser enterrado en una tumba sencilla, sin florituras excesivas y en un formato idéntico al de sus compañeros caídos en con las botas puestas. Su voluntad final se ha cumplido. Mientras recibía los últimos sacramentos, el Machlés iraní aprobó una moción para declarar “grupo terrorista” al ejército de Estados Unidos.
La tensión regional no cesa tras los funerales y sus lamentos. Amenaza con ir a más y hacerlo con el riesgo de malentendidos globales, a juzgar por el bombástico sainete que protagonizó el Pentágono durante la noche del lunes, cuando acabó desmintiendo tajantemente el presunto borrador de una carta, filtrada a los medios, donde anunciaba un repliegue de EEUU en Irak. La ventana para la diplomacia, que lleva meses cerrándose por la escalada de tensión, es hoy microscópica.
No ayuda que la Administración Trump, contraviniendo los acuerdos de establecimiento de los cuarteles de Naciones Unidas en Nueva York en 1947, haya vetado el acceso a los mismos al ministro de Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif. El jefe diplomático había pedido una visa para asistir a la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU de este jueves, con el objetivo de tener la posibilidad de dirigirse a la comunidad internacional abordando los últimos acontecimientos.