La situación laboral en el puerto se encuentra en un borde peligroso. Cada vez son más los trabajadores que sobran y ven en riesgo su fuente de trabajo para 2013. Hacen falta urgentes medidas económicas de cambio para que la pesca vuelva a ser rentable para trabajadores y empresarios. La primera es actualizar el precio del dólar.
Para quien mira en perspectiva las alternativas de la producción nacional para el año entrante, se ve venir una crisis en el sector pesquero que, al parecer, nadie está considerando, más que los propios damnificados.
Julio Vega, tesorero del Sindicato Único de Portuarios Argentinos SUPA, hace unos meses confirmaba que en el sector sobran casi 200 estibadores. Esa nómina espera la jubilación bajo un régimen especial, que todavía obliga a muchos a seguir trabajando.
Por otra parte, en el SOIP la situación no es muy diferente. Ellos lo analizan con claridad, y saben que si se descarga menos, se procesa menos. En los últimos 18 meses, un relevamiento ha determinado que más de mil obreros perdieron su fuente laboral. Y Mar del Plata tiene una enorme cantidad de familias cuya fuente de ingresos genuina es el pescado.
Un número importante de trabajadores de la pesca, en sus diversas modalidades, ha vuelto al sistema informal de la explotación bajo el sistema cooperativo, y recién ahora en el Ministerio están pensando en una reunión para la segunda semana de enero, donde todos los actores –distintos niveles del Estado, Consorcio Portuario, cámaras empresarias y sindicatos– puedan analizar la situación con miras al futuro.
Pero ¿cuál es el problema? No es fácil determinar todos los elementos que intervienen, pero las entrevistas concedidas a la emisora 99.9 por quienes conocen del tema pueden echar verdadera luz sobre la situación que atraviesan en el sector. Y se habla no solamente de una serie de dificultades en el presente, sino además de una concreta posibilidad de padecer un futuro complicado.
Como se recordará, la Argentina participó recientemente de una feria en Barcelona, donde los empresarios que se nuclean en torno de la exportación pesquera procuraron la apertura de nuevos mercados, así como jerarquizar al país entre los grande productores que abastecen la necesidad mundial en tales mercaderías.
Los testimonios
Ciro D’Antonio, titular de uno de los más grandes frigoríficos nacionales, explicaba las actividades que se realizaron en el evento durante septiembre y octubre. Dijo D’Antonio que hasta ahora España fue un gran proveedor a nivel mundial, encargada de abastecer a los mercados de mayor consumo como Polonia, Lituania y Estonia, o incluso Italia. Pero que ahora, con la crisis que atraviesa aquel país, ha debido correrse de ese lugar y convertirse en uno más de los compradores comunes.
Para el empresario, la oportunidad es buena para la Argentina, pero es consciente de que tampoco España era el único formador de precios en la cuestión: hoy los productores nacionales miran al más grande competidor del mundo, que es el mercado asiático.
¿Y cómo se posiciona la Argentina, sorprendida de verse en estos lugares y obligada a hacer nuevos ejercicios para poder competir en la primera del mundo? En crisis. Mar del Plata está en crisis respecto de su propia producción, porque todavía no ha podido superar los problemas domésticos, de tal manera que, de continuar así, su actividad rara vez pueda superar el cabotaje, por más empeño que le ponga.
Dice D’Antonio que esta es una oportunidad única para los pequeños y medianos empresarios, que podrán ahora asumir un nuevo perfil, mejorando sus niveles exportables, pero ¿cómo lo harán?
Los productores atraviesan hoy la situación de que el costo operativo se ha visto modificado de manera importante, no solamente por las variaciones del precio del combustible, sino además por los aumentos de los salarios. La complicación, explica el empresario, es que estos cambios no han sido acompañados por una modificación en el tipo de cambio, es decir que rige hoy un dólar demorado que modificó enormemente la negociación con los mercados exteriores.
“En los últimos dos años”, afirmaba, “los salarios han aumentado un 50 por ciento, pero no ha sido acompañado por el dólar, que está retrasado un 30 por ciento respecto del dólar paralelo”. Hablamos aquí de los valores propios del llamado dólar blue. Sobre todo cuando, afirma el empresario, en este momento a la gente “la modificación del precio del dólar ya no le hace ruido por el riesgo de una devaluación”.
De todas maneras, D’Antonio menciona la importante misión que ha cumplido el Consejo Federal Pesquero en el proceso de acompañar a las empresas en el espacio de Barcelona, sobre todo Rodolfo Bustamante, quien desde su función ha defendido los intereses del mercado local en la actividad pesquera.
El empresario entrevistado consideró que para la pesca, dos señales buenas serían suficientes para que se generaran buenas expectativas, que colaboraran positivamente con la mecánica interna del sector.
Los trabajadores
Por otra parte, Luis Ignoto, presidente de la Sociedad de Patrones de Pesca, reconoció que el 2013 será un año muy complicado si no hay medidas de fondo en materia económica, porque con el aumento de los costos de producción se achica demasiado la brecha de los productores, con lo cual se desalientan las inversiones a futuro. “Si los inversores no invierten, se pierden los mercados”, explicó.
Obviamente, tales cosas repercuten directamente en un franco deterioro del mercado laboral: casi cotidianamente se firman acuerdos porque hace falta menos gente: el nivel de despidos es muy alto.
Es por eso que los trabajadores del sector del pescado están en un filo, y los empresarios y patrones no cesan en los constantes pedidos al Gobierno, que parecen ser razonables: hace falta hacer algo antes de que estalle el puerto en una nueva crisis terminal.
Por ejemplo, en cuanto al precio del combustible, los pedidos han sido constantes. En el momento que se concedió una quita fue tanta la demora, que la ventaja que podría haber concedido desapareció tras los aumentos: “se la comió la inflación”, afirma el dirigente.
La cuestión es que con el incremento del precio del gasoil, lo que se pierde es la exploración para el descubrimiento del cardumen: el pequeño barco no puede salir a investigar la zona porque “puede volver con 400 litros en contra”.
Obviamente, esto resta días a la actividad, a lo cual se suma el mal tiempo reinante: no es posible olvidar que en los últimos años, los anticiclones corren más rápidamente, por lo cual prácticamente no hay días sin viento. Explica Ignoto que hace unos años atrás, entre un viento de un cuadrante y otro había unos días de tranquilidad a los que se llamaba “la buena vuelta”. Esos días, los del espacio sin viento “entre cuadrante y cuadrante”, ya prácticamente no existen. Eso como cabal y precisa explicación de la influencia del cambio climático en la actividad económica.
Es decir que si una lancha amarilla carga 600 litros de combustible, es decir unos $4.000 en su tanque, la inversión para una recorrida de búsqueda implicaría $2.000. Mucho dinero para arriesgar en exploración a suerte y verdad.
La razón es que para las embarcaciones pequeñas, el pescado está -al decir del experto- raleado: ya no entra cerca. “Antes, los barcos de altura sacaban solamente merluza, y no otras especies. Pero como hoy la merluza falta, los grande barcos se tiran a la costa y pescan cualquier cosa: anchoas o caballa, especies tradicionalmente limitadas a la pesca de las lanchitas amarillas que esperaban las temporadas, y generaban una verdadera fiesta de prosperidad en la banquina”, explicó.
Obviamente que todo ha retrocedido: en los años 70 había 55 fábricas de conserva de las cuales solamente han sobrevivido 5, una sola de las cuales tiene embarcación. Porque los mayores grupos económicos son los que capturan, procesan el pescado y también lo comercializan, además de que se proveen a sí mismas a través de empresas que son propias, como las de transporte, camiones, etc.
Obviamente, desde los años 90 en adelante, la pesca marplatense sólo sabe de saltar de una crisis a la otra, y lejos han quedado aquellos años de oro. Ignoto considera que la base de tales crisis se encuentra en los acuerdos económicos que la Argentina ha hecho con el exterior en todos sus gobiernos: “tanto Alfonsín con los rusos, como en el 95 con la Comunidad Económica Europea”, ya que esto dio lugar a la entrada de los buques factoría que pertenecen a sociedades mixtas, y utilizan el capital nacional solamente como una excusa para poder pescar en espacios que estaban reservados a los buques de bandera argentina. De allí a la desaparición de la merluza hubo solamente un paso. Los buques factoría podían permanecer cuarenta días sobre el cardumen hasta hacerlo desaparecer por completo, lo cual no habría sucedido con los cuatro días que puede pasar en el lugar una lancha con mediana independencia.
Es decir que, más cosas no les pueden pasar. Gasoil costoso, poco resto para reinvertir en mantener las embarcaciones, grandes buques que se llevan hasta las larvas de lo que será merluza, y un dólar bajo, todo un abanico de problemas que hacen que den ganas de cambiar de rumbo. Con razón los pescadores dicen que ya no existe “la buena vuelta”.