En Milán y Turín se registraron anoche violentos disturbios tras manifestaciones pacíficas de los sectores golpeados.
Si en el pasado marzo los italianos acataron sin dudar el confinamiento para superar la primera ola del coronavirus, ahora una parte de la población está enfurecida y protesta contra las nuevas restricciones del Gobierno para frenar los contagios. Taxistas, comerciantes y trabajadores de los sectores más golpeados están saliendo a la calle para manifestarse pacíficamente contra el Ejecutivo de Giuseppe Conte, pero las protestas volvieron a desembocar anoche en disturbios violentos en dos grandes ciudades como son Milán y Turín.
Este lunes entró en vigor el nuevo decreto que entre otras cosas, obliga a bares y a restaurantes a echar el cierre a las 18 horas y clausura los cines, los teatros y los gimnasios, entre otros establecimientos dedicados al ocio. El cansancio y el desánimo generalizado es mayor entre los trabajadores de los pequeños negocios, que todavía no se han recuperado de las consecuencias económicas del primer confinamiento por la pandemia.
A lo largo de esta semana se van a celebrar en una veintena de ciudades manifestaciones de propietarios de estos sectores afectados, pero el temor es que pequeños grupos de ultras se infiltren en las protestas y acaben dejando imágenes de disturbios violentos que ya se han visto este fin de semana en Nápoles y Roma y también ayer en ciudades del norte del país.
En Turín un grupo de ultras encapuchados tomaron las calles cuando cayó la noche, rompieron escaparates y saquearon algunas tiendas, entre ellas la de la lujosa Gucci. La policía lanzó gas lacrimógeno en la céntrica plaza Castello para dispersarles. En Milán, algunos lanzaron bengalas y petardos contra la policía. Al menos un agente ha sido herido y se han detenido a cinco manifestantes. En Trieste, también en el norte del país, asociaciones de pequeños empresarios salieron a la calle para lamentar el cierre de sus negocios pero luego se lanzaron objetos y bengalas hacia la sede de la Delegación del Gobierno.
“Libertad, libertad, queremos libertad para trabajar”, claman en varios puntos del país. El modelo de manifestación que arrancó en Nápoles se está replicando en otras ciudades. Se empieza con el malestar de los comerciantes, que desfilan tranquilamente, pero luego los ultras toman la palabra, empiezan a lanzar petardos y siguen atacando coches o escaparates.
Entre los protestantes violentos, según los medios de comunicación italianos, se encuentran también ultras de fútbol o exponentes de extrema derecha. Los investigadores señalan también que tras las protestas violentas napolitanas se encuentra la mano de la Camorra, que se alimenta del malestar social para extender su influencia.
“Basta ya de irresponsables. El verdadero enemigo es el virus”, asegura el presidente de la República, Sergio Mattarella. Con el fin de volver a la calma, el Gobierno debería presentar hoy un paquete de medidas para apoyar a los comerciantes afectados por las nuevas restricciones.