La unión de los grupos francés PSA e italo-estadounidense FCA alumbrará Stellantis, el cuarto grupo automovilístico mundial en número de vehículos vendidos y tercero en volumen de negocio por detrás del japonés Toyota y el alemán Volkswagen.
Los accionistas de Peugeot validaron este lunes la unión con Fiat Chrysler, una boda franco-italo-estadounidense concebida para alcanzar una talla crítica en un mercado automovilístico en plena revolución.
La unión de los grupos francés PSA e italo-estadounidense FCA alumbrará Stellantis, el cuarto grupo automovilístico mundial en número de vehículos vendidos y tercero en volumen de negocio por detrás del japonés Toyota y el alemán Volkswagen.
Tras el voto de los accionistas de PSA el lunes por la mañana, los accionistas de FCA deberían validar la fusión el lunes por la tarde.
La fecha efectiva de la unión debería ser anunciada “muy rápidamente” según el presidente del consejo de administración de PSA y futuro director general del nuevo grupo, Carlos Tavares.
La nueva entidad, llamada Stellantis, contará con más de 400.000 empleados y albergará 14 marcas emblemáticas como Citroën y Maserati, Fiat y Opel, Peugeot y Alfa Romeo, Chrysler, Dodge o Jeep.
“Nunca tuve tantas ganas de vivir un momento de la historia como hoy”, dijo el presidente de la junta de supervisión de PSA, Louis Gallois, que se retira después de esta fusión.
“Esta fusión era una cuestión de supervivencia tanto para Fiat como para PSA”, dice Giuliano Noci, profesor de estrategia de la escuela de comercio del Politécnico de Milán.
Las marcas del grupo reducirán en particular sus costes de desarrollo y de fabricación y completarán su oferta en todas las gamas.
“Gracias a su unión con PSA, Fiat-Chrysler podrá reforzar su presencia en Europa”, dice Giuseppe Berta, profesor de la Universidad Bocconi de Milán y especialista de Fiat. “En cambio, el grupo francés podrá de nuevo poner un pie en Estados Unidos gracias a su aliado italo-estadounidense”.
El voto de los accionistas sella una unión prevista desde 2018, anunciada a finales de 2019, y cuya preparación se vio frenada por la crisis del coronavirus.
En diciembre, la Comisión Europea dio su luz verde a la unión, con la condición de que los dos grupos preserven la competencia en el sector de los pequeños utilitarios, donde controlan grandes cuotas de mercado.
Los fabricantes habían modificado con anterioridad su contrato para que su unión sea un matrimonio entre iguales, mientras la pandemia golpeaba sus cuentas respectivas.
FCA aceptó reducir el monto de un dividendo excepcional pagado a sus accionistas. Por su parte, PSA decidió ceder el 7% del fabricante de equipos francés Faurecia antes de distribuir el resto a los accionistas de Stellantis. La participación del grupo chino Dongfeng también se reducirá.
Es insuficiente, dice el fondo Phitrust que cuenta con menos del 1% del capital de PSA y critica una falta de “equilibrio entre las partes” que favorece a los italo-estadounidenses.
En los documentos a las autoridades financieras, PSA y Fiat consideran que su acercamiento costará 4.000 millones de euros (4.900 millones de dólares), y que las sinergias permitirán ahorrar con el tiempo hasta 5.000 millones (6.130 millones de dólares) al año.
Carlos Tavares dijo a finales de 2019 que no estaba previsto ningún cierre de plantas. Los sindicatos, sin embargo, lo dudan.
“Globalmente es un buen seguro para el futuro de nuestro grupo. Los que no tomen esta curva corren el riesgo de quedarse atrás”, comenta Franck Don, delegado del sindicato CFTC de PSA.
“Hoy, el grupo FCA es una gran incógnita para nosotros”, dice el sindicalista. “¿Qué sinergias habrá? ¿Qué consecuencias potenciales para las plantas situadas en Francia?”
Christine Virassamy, sindicalista de CFDT, espera un compromiso firme de Stellantis tanto sobre las plantas como sobre los centros de investigación. “Es el aspecto social y ético lo que permitirá decir si esta fusión es un éxito o no”, dice.
El fondo Phitrust, sin embargo, advierte que Fiat no tiene margen de maniobra en Italia, donde ha obtenido un préstamo garantizado por el Estado de 6.000 millones de euros. “Las fábricas francesas de PSA podrán convertirse en la variable de los ajustes, generando de fuertes pérdidas de empleo”, avisa el fondo.