El presidente de la República ha avanzado que convocará elecciones si la mayoría parlamentaria no logra superar la votación favorable en las cámaras
La política italiana nunca está a salvo de los movimientos sísmicos que hacen tambalear al Ejecutivo. No hay paz ni siquiera en plena pandemia, cuando el país se prepara para canalizar los recursos procedentes de Europa y afronta la posible llegada de una tercera ola. El próximo miércoles deberá votarse en el Parlamento la resolución que aprueba la reforma del Mede (el Mecanismo Europeo de Estabilidad), un asunto convertido en crucial en Italia que ha desencadenado una batalla política y mediática insólita en Europa. Hoy los números no cuadran en la mayoría parlamentaria y Mattarella, como apuntan fuentes del Quirinal, ya ha hecho saber que si la votación no pasa, se convocarán elecciones.
La partida es complicada. El Ejecutivo deberá aprobar el miércoles una resolución en el Parlamento que permita dar el voto favorable en el próximo Consejo Europeo a la reforma del Mede, también conocido como “fondo salvaestados”. En Italia dicho mecanismo tiene muy mala imagen y se ha convertido en anatema entre los partidos de corte populista y de ultraderecha. Pero el Ejecutivo —formado por el Movimiento 5 Estrellas (M5S), el Partido Democrático (PD) e Italia Viva— pensaba que tenía los números suficientes para llevar adelante la propuesta. De hecho, el ministro de Economía, Roberto Gualtieri, así lo expresó en el Eurogrupo celebrado el lunes con sus 18 homólogos. Esta semana, sin embargo, un grupo de grillinos ha firmado una carta donde rechazan el mecanismo y anuncian su voto en contra. Inquietan particularmente 15 senadores del M5S a los que el partido trata ahora de convencer a toda costa.
La votación es crucial e implica una nueva carambola a varias bandas. Silvio Berlusconi, presidente de Forza Italia y miembro destacado del Partido Popular Europeo, ha anunciado por sorpresa que su partido votará en contra. Un movimiento que contraviene la lógica de sus socios en Bruselas y sus propios postulados europeístas y liberales, que tanto invoca en las últimas semanas. Forza Italia, tal y como recordaba el diputado y responsable de Economía de la formación, Renato Brunetta, siempre ha estado a favor del Mede. Pero da igual, porque el excavaliere quiere ahora presionar al Ejecutivo y recoser a sus socios de la coalición de derechas (La Liga y Hermanos de Italia), tocados después de su última amenaza de abandonarla.
El Gobierno debe tratar de solucionar el problema sin contar con los votos de Berlusconi, tal y como le hubiera gustado a un sector del Ejecutivo (empezando por el líder de Italia Viva, el ex primer ministro Matteo Renzi). Pero la decisión de Berlusconi, siempre entre los intereses personales y los de la línea del partido, pueden también abrir una grieta en su formación, muy debilitada y falta de un liderazgo real.
Una votación de este tipo, además de indicar el nivel de compromiso de un país fundador de la Unión Europea con la línea que llega de Bruselas, ilustra nítidamente el nivel de solidez de la mayoría parlamentaria. Si se pierde, el primer ministro debe considerar visitar el palacio del Quirinal para despachar con su inquilino —el presidente de la República, Sergio Mattarella— y dar cuenta de la situación. Esta vez, sin embargo, ya ni siquiera serviría. Porque el propio jefe del Estado ha hecho saber que habrá que acudir a las urnas si el retrato que se obtuviese el miércoles de las cámaras fuera el de la fragmentación. El ministro de Economía, opinan en el palacio del Quirinal, está negociando la reforma del Mede por indicación del Gobierno. Si el Parlamento rechazase la negociación, deslegitimando a Italia en Europa, no habrá posibilidad de formar otros Gobiernos con otros ministros o primeros ministros durante esta legislatura. Esta es la posición que hacen notar y que, según explican fuentes del PD, está surtiendo cierto efecto. “Esperamos que el grupo del M5S que ha amenazado con votar en contra dé marcha atrás”, explica uno de sus diputados y hombres fuertes.
La caída del Gobierno no conviene a nadie dentro del Ejecutivo ni de la mayoría parlamentaria. En un momento de fragilidad extrema del país, supondría exponer a Italia a la intemperie de los mercados y a una situación caótica en el momento que deben recibirse las ayudas para afrontar la pospandemia (209.000 millones de euros). Además, en el horizonte se encuentra la elección del nuevo presidente de la República, que el Parlamento deberá votar a finales de enero de 2022. El rechazo, el próximo miércoles, del plan de reforma del Mede sumiría a Italia en una situación de caos en el peor momento de las últimas décadas. Pero nada es descartable.