La vecina de la zona de Luro y Teodoro Bronzini forma parte de un grupo de personas que se han manifestado pidiendo a las autoridades respuesta a un problema que ya lleva 10 años.
Hace años que los vecinos de la zona de Luro y Teodoro Brozini vienen reclamando que se detenga la venta de droga a través de personas Trans que paran allí durante la noche.
No recibieron respuestas y por eso, anoche decidieron cortar el tránsito algunos instantes para visibilizar la problemática. Una de las vecinas es Soledad que dio un crudo testimonio en la 99.9 de lo que pasa hace una década en el lugar: “tenemos una situación de hartazgo absoluto, tocamos todas las puertas. Tuvimos reuniones con el Intendente, Secretario de Seguridad, Superintendente de la Policía de Buenos Aires, Fiscales y ante la falta de respuesta; decidimos hace un corte aunque no nos dedicamos a esto. Hace muchos años, una década que no vivimos tranquilos”.
Primero era en la zona de Champagnat pero lentamente se fueron corriendo hacia el sector donde ahora los vecinos protestan con un factor común: la droga. “Hace tiempo comenzaron a vender droga impunemente en nuestras veredas y eso trae delito. Viene gente a comprar que nos roba a nosotros porque no tienen plata para comprar. Hay peleas, roturas de botellas, de autos y tenemos que ir a trabajar sin dormir además de limpiar todo lo que dejan en las veredas”, dijo Soledad.
Las autoridades, como pasa siempre, hicieron sus promesas pero hay una cuestión de fondo que es difícil de comprender para las personas que viven en esa zona: “nos habían prometido a fin de año un operativo policial que estuvo presente porque no los pueden tocar. La comunidad trans está muy bien organizada, tiene más derechos que nosotros y tienen detrás a los organismos de Derechos Humanos, Abogados y Asistentes Sociales”.
Eso lleva a que sean impunes absolutamente con el aval propio de la justicia: “cuando una persona trans es detenida, los propios fiscales piden la liberación inmediata. Ingresamos en un círculo porque vuelven más enojados y los vecinos somos víctimas de violencia. Nos tiran botellas, nos insultan y hacen exhibicionismo delante de los chicos que están aterrados y no entienden lo que pasa”.
Saben que necesitan de la política para que exista una respuesta, pero lejos de ellos, reciben planteos increíbles: “mientras el poder político no intervenga y haga cumplir las leyes, nosotros estaremos siempre en el mismo reclamo. Acá no estamos hablando de xenofobia u homofobia, ni es un problema de género. En la última reunión que tuvimos el Secretario de Seguridad nos dio a entender que la culpa era nuestra por no exigir a los gobernantes que sancionen leyes que nos protejan”.
Lo cierto es que cada día tienen robos, disturbios y personas drogadas merodeando el lugar sin protección alguna porque hay una indicación que impide a los policías acercarse a los trans: “hay de todo, soldaditos, los que se llaman manijas que pululan alrededor de los travestis que son muchos de los que terminan robando para bancar la enfermedad que tienen porque son adictos. Están tan bien organizados que la Policía tiene una restricción de acercamiento y si se acercan a menos de 20 metros, se lo considera hostigamiento”, finalizó.