El relevamiento se refiere a la presencia de tráfico, venta o intercambio de estupefacientes. Tres de cada 10 personas asegura haber sufrido un hecho violento y el 90% dice sentirse insegura.
La presencia de drogas a cuadras del hogar dejó de ser una excepción en las ciudades. Los números lo confirman: cuatro de cada 10 habitantes del Gran Córdoba (41%) declaran que en su barrio existe venta, tráfico o intercambio de drogas. La cifra es de 2012 y registró una suba del 17% con respecto a 2010, según el Barómetro de la Universidad Católica Argentina.
La percepción local es peor que el promedio nacional, donde el 34% de las personas encuestadas declaran que en su barrio existe actividad relacionada con los estupefacientes.
La peor urbe es el Gran Rosario (44%); le siguen el Gran Córdoba y Gran Mendoza (36%), el Conurbano Bonaerense (38%), el Gran Tucumán (35%) y, finalmente, Ciudad de Buenos Aires (22%). Además, la problemática afecta más a las personas que viven en villas o asentamientos precarios (58% contra 20% de quienes habitan en un barrio medio) y a las personas de estrato socioeconómico muy bajo (43% contra 23% del estrato medio alto).
“La presencia de venta, tráfico o intercambio de drogas en nuestro país es un aspecto adicional al problema del delito, ya que influye tanto en la cantidad o número de delitos registrados, como en el sentimiento de inseguridad o miedo al delito que experimentan las personas en su barrio o vivienda”, aseguran los analistas.
El 31% de los entrevistados en Gran Córdoba (30% a nivel país) aseguró haber sido víctima de algún hecho de delincuencia o violencia durante el año anterior a la encuesta. Es lo que los investigadores llaman “inseguridad efectiva”. En cuanto a la “inseguridad subjetiva”, nueve de cada 10 cordobeses se sienten inseguros; es decir, declararon como muy o bastante probable la posibilidad de sufrir un delito. Los datos que arroja el Barómetro de la Deuda Social dan cuenta de que el sentimiento de inseguridad es uno de los fenómenos más homogéneos entre la población del país. En ese sentido, no existen diferencias sustanciales entre sexos, grupos de edad, o estratos. Si se filtra la muestra por cada una de estas variables, al menos 8 de cada 10 encuestados se sienten inseguros.
La investigadora Carolina Moreno, una de las autoras del Barómetro, asegura que en los hogares afectados por el tráfico de drogas aumenta la inseguridad en su doble aspecto: por haber sufrido un delito (inseguridad efectiva) y por el sentimiento de inseguridad (inseguridad subjetiva). Y dice que si bien el problema es general, son los sectores más carenciados los que se ven mayormente afectados. “Por ello, es importante impulsar políticas destinadas a combatir la inseguridad que reconozcan esa doble naturaleza y consideren la venta o tráfico de drogas como un aspecto que influye de manera evidente en el agravamiento del problema de la inseguridad”, asegura.
En todos los estratos socioeconómicos la presencia de policías o de vigilancia privada cercana parece influir en la percepción de miedo o sentimiento de inseguridad en el propio barrio o vivienda. Así, el porcentaje de personas que dijeron tener miedo en su propia casa o barrio pasó del 46% cuando existen agentes de seguridad al 57% en ausencia de ellos.
294 “quioscos” de drogas cerrados en Córdoba: el dato. Corresponde a la acción policial por la ley antidrogas entre el 1° de diciembre 2012 y 31 de mayo de 2013.