Finalmente quedó en cabeza del intendente fijar el valor de la tarifa de transportación pública en General Pueyrredon. Objetivo logrado para el Frente de “Algunos” Todos, que nada ha hecho por ese pueblo por el que dice sufrir.
El curul Vito Amalfitano soltó el brulote que la cadena de corte y pegue publicó con altisonantes títulos: “En el peor momento de la pandemia, Montenegro aumenta un 47% el boleto de colectivo”. Increíble. Con una economía arrasada por la inflación que en término promedio está en el 4% mensual acumulativo, y la pandemia que arrasa vidas por falta de vacunas en tiempo y forma, gracias a La Cámpora —a la que tributa Amalfitano— que protege sólo a los suyos.
Es un hecho que la variación de precios —consecuencia de la política económica del gobierno— devasta variables y ha llevado el valor de la moneda nacional al subsuelo, aún con maniobras para mantener un valor reprimido que no refleja el deterioro real. En marzo se necesitaban $190 para acceder a un billete de dólar. El valor de hoy, es artificial. Lo que no es artificial, es el costo operativo del sistema de transporte público.
Tal como lo señala la solicitada publicada en Clarín por FATAP, la determinación del gobierno nacional de subsidiar al transporte de CABA y gran Buenos Aires deja a las grandes ciudades del interior desprotegidas en cuanto al valor de la tarifa. ¿Casualidad? No, es una decisión política de dañar a los intendentes de las grandes ciudades del interior, en su mayoría gobernadas por actores políticos opositores.
De las tres grandes ciudades de la provincia en donde mas “pega” la falta de subsidios en en orden de población: Mar del Plata, Bahía Blanca y Tandil, todos intendentes son de Juntos por el Cambio. Sin subsidios, la tarifa debe converger a valores reales. La tarifa otorgada en Mar del Plata —brutal para el bolsillo de la dama y el caballero— no refleja el valor real y empuja las empresas a la quiebra.
Dice el orate Amalfitano:“Asumió con un boleto a 18,50 y en menos de 2 años, lo habrá aumentado un 220%. Es un duro golpe al trabajo en Mar del Plata”. Afecta ignorar la situación real: el valor de inicio estaba apalancado en el subsidio que lograron para Mar del Plata el ex intendente Arroyo y dos funcionarios de su gestión. En dicho momento, podía leerse en los colectivos de la ciudad un texto que decía “sin subsidios el valor del boleto será de cuarenta pesos ($ 40)”. Ese valor debería considerarse el punto de partida. Todo lo demás, es mentir. Relato.
Si les interesa “el trabajador”, el “pueblo”, la “gente” deberían —como actores del oficialismo provincial y nacional— trabajar para que el reparto de subsidios sea equitativo y no sólo para un grupo de empresas concentradas en CABA y el gran Buenos Aires.
Eso sería pensar, actuar, y estar al servicio de la sociedad.