Vigilante. Así lo apostrofaron en las redes al concejal del Frente de Algunos Todos, Marcos Gutiérrez, quien grabo a simples ciudadanos que circulaban por la costa caminando, o andando en bicicleta. Muchacho difícil, está fuera de carrera. Ni figura en los planes del matrimonio Raverta/Obeid para integrar la lista en las próximas elecciones. Marcos hace la mili todos los días a ver si sale alguna gracia que lo mantenga dentro del presupuesto público.
Ese fraude llamado MEV. Llegó de modo impensado, más por errores del adversario que por mérito propio. Elegida y ungida a candidata a gobernador por Mauricio Macri, eligió desde la hora cero de su gobernación ser “diferente”. Mucha fábula derramada en millones a medios que la apañaron. La agenda mediática fue un calco de la de Daniel Scioli. Desde el inicio de su desgestión, este medio apuntó que lo único que había cambiado, eran los colores. Desapareció el naranja y se tornó verde agua. María Eugenia Vidal perdió por dos millones de votos ante el vecino de parque Chas. Habla con Kicillof. Afirma tener interesantes diálogos con Máximo Kirchner y, para ser distinta, dice que viaja a EEUU pero: “no me voy a vacunar, para dar el ejemplo”. Lo dejó claro Mauricio Macri en el dialogo con Juana Viale: “si Cristina no elegía a Aníbal Fernandez como candidato, no ganábamos la provincia”. Un fraude a la vista.
Sueños o delirios. Empresario de la ciudad ingresa a Casa Rosada. Lo que ve, lo entristece. Otra vez todo derruido y en mal estado. Reunión con funcionarios que hacen planes electorales delante suyo: “Llegan las vacunas y vamos a fondo, cada vacuna un voto y le vamos a mantener el costo rebajo de la energía para que la gente no se enoje como con Macri, ganamos por afano esta elección”. En el café del puerto, reunido con amigos, al contar la anécdota, decía sentir un cierto olor a “frula” en la Rosada, como si todos estuvieran envueltos en una nube de delirio. Agregó: “¡En manos de quiénes estamos!”.
Atrapados. Y ya que del puerto se escribe, entre los muy enojados con la administración anterior están los armadores locales, quienes sostienen que han quedado prisioneros del astillero Contessi. Las regulaciones del gobierno anterior —que mantiene este actual— han creado literalmente un monopolio fabril que lleva a que, quien quiera cambiar un pesquero, debe esperar turno en 2029. Sostienen que la situación es crítica porque hay barcos ya muy al límite de su vida útil, y no hay manera de hacer el cambio por la situación legal. Un pesquero usado más moderno se consigue en 800 mil dólares, pero la legislación no permite adquirirlo y hay que caer en el astillero local. Hablame de continuidad de políticas de estado.