En lo momentos más fuertes de su anorexia, Zhang Qinwen pesaba 28 kilos, se le caía el cabello, apenas podía caminar y tenía problemas de visión. Estuvo al borde de la muerte.
“Sabía que estaba muy enferma. Pero no me atrevía a ir al médico”, cuenta a la AFP la joven de 23 años.
Los trastornos alimentarios (anorexia, bulimia, hiperfagia y otros) pueden afectar a cualquier persona, pero los estudios demuestran que atañen sobre todo a las jóvenes, sobre todo adolescentes.
“Me influía todo lo que veía en internet y no tenía una buena opinión de mí. Nunca me veía lo suficientemente perfecta”, añade Zhang Qinwen, quien acabó en cuidados intensivos.
El reconocimiento de los trastornos alimentarios, en ocasiones considerados en China como un fenómeno que llega del exterior, es reciente, por lo que faltan estructuras para atender a los afectados.
“Se puede hablar con mucha gente, con consejeros o con hospitales no especializados. Pero no sabrán necesariamente cómo identificar la enfermedad o cómo ayudar”, explica Zhang Qinwen.
Ella espera concienciar a la gente con una exposición en Shanghái en la que se ven cuadros de una adolescente llorando, cajas de medicamentos tiradas en el suelo o la palabra “KILL” (“MATAR”) proyectada en una pared blanca.
“Entrado en carnes”
No existen estadísticas nacionales sobre los trastornos alimentarios, pero desde hace 20 años los hospitales de las grandes ciudades reciben más solicitudes de tratamiento.
Una clínica de Shanghái especializada en patologías mentales afirma haber tratado 591 casos en 2018, contra tres en 2002.
Lo mismo ha sucedido en un hospital de Pekín, citado por el diario China Daily: de 2002 a 2012 el número de pacientes pasó de unos 20 a más de 180, lo que hizo que se abriera un servicio dedicado a estos trastornos.
“Cuando mis padres eran jóvenes, estar entrado en carnes era una forma de demostrar que se venía de una familia pudiente”, explica Xie Feitong, una estudiante de 21 años que visita la exposición.
En las últimas décadas todo ha cambiado: el aumento del nivel de vida condujo a “una obsesión por la pérdida de peso”, subrayó recientemente la televisión pública en inglés CGTN.
Internet, sobre todo con las redes sociales, contribuye en China como en otros lugares a la difusión de una imagen estereotipada de la mujer “ideal” con el cuerpo delgado, lo que puede acomplejar a muchos internautas.
Las chicas compiten en fotos en la red para ver cuál está más delgada y esto puede hacer que odien su cuerpo. Especialmente en China, donde la belleza se asocia con un cuerpo delgado.
La influencia de #MeToo
La exposición de Shanghái aspira a responder a estos estereotipos, por ejemplo mediante una parodia de boda de mujeres jóvenes que celebran la aceptación de sus cuerpos.
“Siempre creímos que teníamos un cuerpo lleno de defectos”, explica Zhang Qinwen, con el velo de novia.
“Con esta boda ficticia que celebramos hoy queremos demostrar que realmente nos amamos tal como somos”, comentó.
Muchas de las chicas que visitan la exposición se sienten identificadas con Zhang Qinwen, con su extrema pérdida de peso, su angustia y su aislamiento.
Algunas cuentan a la AFP que sus compañeros se burlaron de ellas o las acosaron por no ser lo bastante delgadas, blancas o guapas.
La anorexia no es nueva en China, pero los medios de comunicación hablan del problema desde hace uno o dos años.
Según Xie Feitong, es el movimiento global #MeToo el que ha empujado a las mujeres a hablar más sobre estos temas y ha permitido contrarrestar los cánones tradicionales de la belleza.
“Tengo la piel oscura y estoy regordeta. En fin, lo opuesto al ideal que exige tener la tez clara, ser joven y delgada”, resume la estudiante, que sufrió anorexia a los 13 años, seguida de un período de hospitalización.
“Durante mi convalecencia me di cuenta de que tener hermosos colores, un cuerpo robusto y un corazón fuerte es en realidad lo más importante”.