La renuncia de Hariri, la segunda en menos de dos años, se produjo ante la imposibilidad de acordar una lista de ministros con el presidente libanés, Michel Aoun.
El primer ministro designado del Líbano, Saad Hariri, ha dimitido este jueves tras nueve meses sin haber logrado formar un Gobierno por falta de consenso político, en medio de un fuerte recrudecimiento de la crisis económica que estalló en el país en 2019 y que estos días lo ha dejado sin luz ni productos básicos.
La renuncia de Hariri, la segunda en menos de dos años, se produjo ante la imposibilidad de acordar una lista de ministros con el presidente libanés, Michel Aoun, motivo que ha impedido la formación de un Gobierno desde que se le encargó esta misión, el pasado octubre.
Después de que Hariri presentara este miércoles la enésima propuesta de gabinete, que fue rechazada de nuevo por Aoun, ambos líderes se acusaron mutuamente de entorpecer un acuerdo.
Acusaciones cruzadas
Al anunciar su renuncia desde el Palacio Presidencial, Hariri argumentó que el presidente de la República demandó este jueves “cambios” en aspectos que él considera “fundamentales” y le acusó de intransigencia en los “temas relacionados con el nombramiento de cristianos y otros”.
El primer ministro había propuesto anteriormente un gabinete de 18 ministros basado en las “capacidades” de los candidatos y no en partidismos, un plan que Aoun rechazó presuntamente por querer incluir a otros dos ministros cristianos que darían poder de veto a su grupo.
Ante la agudización de la crisis en el país y tras una serie de consultas con gobiernos de la zona, Hariri optó por recomendar este miércoles la formación de un Gobierno de 24 especialistas “capaz de detener el colapso” del país, aunque no se ha hecho pública su composición.
Por su parte, Aoun acusó al ya ex primer ministro de negarse a consensuar el gabinete con él, como estipula la ley. “Hariri rechazó cualquier enmienda relacionada con cambio alguno en los ministerios, la distribución sectaria de los mismos y los nombres asociados a ellos, o escuchar cualquier opinión de los bloques parlamentarios para contar con la confianza del legislativo”, afirmó la presidencia en su cuenta de Twitter.
Dimisiones en cadena
El Líbano, donde rige un complejo sistema sectario heredado de la guerra civil finalizada en 1990 y por el que cada comunidad religiosa debe estar representada, no ha tenido un Gobierno con capacidad de acción desde hace casi dos años.
Hariri abandonó inicialmente su puesto a raíz de una oleada de protestas que estallaron en octubre de 2019 contra la clase dirigente del país, dando paso a la formación del Gobierno de Hasan Diab en diciembre de ese mismo año.
Sin embargo, el Ejecutivo de tecnócratas de Diab también dimitió en bloque tras la explosión que el 4 de agosto de 2020 asoló la capital libanesa, causando más de 200 muertos, 6.500 heridos y una gran destrucción.
En su discurso de renuncia seis días después de la tragedia, Diab denunció que los “sistemas de corrupción son más grandes que el Estado” y reconoció que su equipo hizo “todo lo que pudo para salvar el país”, pero no pudo con la “gran barrera” levantada frente al cambio.
El siguiente encargado de formar Gobierno, Mustafa Adib, tiró la toalla apenas un mes después de su nombramiento por falta de consenso entre los bloques políticos, por lo que Hariri volvió a asumir ese reto un año después.
Una de las peores crisis del mundo
A día de hoy, Diab continúa en el cargo de forma interina con las manos atadas administrativamente para implementar reformas urgentes, en medio de una crisis que ha hecho que la libra libanesa pierda el 100% de su valor y ha empujado a más de la mitad de la población a la pobreza.
Mientras las autoridades se preparan para levantar los subsidios sobre bienes básicos por falta de fondos y se acumulan las deudas a proveedores ante las escasas reservas de divisas, en el mercado no se encuentran productos tan básicos como medicinas.
Los apagones se prolongan ahora la mayor parte del día, pero tampoco hay combustible para alimentar los generadores eléctricos y las colas en las gasolineras son kilométricas. La inflación está disparada, con la libra libanesa que supera ya las 20.000 unidades por un dólar en el mercado negro, mientras el tipo de cambio oficial se mantiene en alrededor de 1.500 por una moneda estadounidense.
La Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, entre otros, han condicionado la entrega de ayuda financiera no urgente al Líbano a la implementación de reformas políticas y económicas, con énfasis en la formación de un Gobierno, y el bloque comunitario ha amenazado incluso con imponer sanciones.
El Banco Mundial ha catalogado la del Líbano como una de las 10 peores crisis económicas y financieras del mundo desde mediados del siglo XIX y posiblemente de las tres más severas.