La visión sobre el COVID-19 de una de las científicas que creó la vacuna de AstraZeneca

Sara Gilbert, de la Universidad de Oxford, quien recibió el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, aseguró que “probablemente no sea posible al 100%” conocer qué fue lo que causó la pandemia.

Pasó de ser una profesora de vacunología en la Universidad de Oxford desconocida para la mayor parte de la sociedad al “cerebro” detrás del desarrollo de la vacuna para prevenir el COVID-19 del laboratorio AstraZeneca.

La científica británica Sarah Gilbert se volvió de repente una fuente de consulta en lo que a la evolución de la pandemia se refiere, y junto a otros científicos fue ovacionada por el público durante la entrega de los Premios Princesa de Asturias.

En una serie de entrevistas con varios medios españoles, la científica británica reconoció que “probablemente no sea posible al 100%” saber cuál fue el origen del COVID-19. “El origen más probable es que fuera un murciélago el que infectó a otra especie que luego lo transmitió a los humanos como ha ocurrido con otros coronavirus pero creo que será imposible saberlo con total certeza”, aseguró la mujer, para quien el mundo tendrá “que vivir con este virus porque no va a irse pero eso no significa que la pandemia no vaya a terminar”.

“El virus pasará a ser endémico, nos infectará de vez en cuando y sólo causará una enfermedad grave en las personas con sistemas inmunes debilitados. Eso es lo que pasa con otros coronavirus cada año”, aseguró la experta.

Acerca de otro de los interrogantes que más preocupa a la ciencia, acerca de qué pasará con las vacuna disponibles si el SARS-CoV-2 muta hacia variantes más peligrosas, Gilbert aseguró que tienen “un proceso para ser capaces de generar nuevas versiones de la vacuna”. “Hemos testado el proceso y una de esas versiones de la vacuna está ahora en fase de ensayos clínicos -confió-. Eso no significa que nosotros necesitemos cambiar la vacuna porque sigue teniendo una alta eficacia en particular contra la variante Delta, que es la más extendida ahora mismo en todo el mundo”.

“Hicimos un trabajo muy rápido en el año 2020 porque era necesario y porque el virus se estaba expandiendo por el mundo muy muy deprisa. Eso fue posible en parte porque todo el mundo puso el foco en un sólo proyecto”, destacó la científica sobre la velocidad que cobraron las investigaciones para dar con una formulación segura y eficaz para prevenir el nuevo coronavirus. “Todo el mundo en el ámbito del desarrollo de vacunas, de ensayos clínicos y también los reguladores teníamos una misma misión. Una de las razones por las que pudimos hacerlo tan deprisa fue que las revisiones de los reguladores recibían cada pieza de información que generábamos y eso nos ahorró mucho tiempo. Normalmente nosotros producimos muchos dosieres con información y solamente cuando estaba completa, la revisaban”.

Sobre las vacunas del futuro y la necesidad de una tercera dosis

“Hay equipos desarrollando vacunas sin agujas y el modo de hacerlo es que sea una vacuna en spray que se aplica a través de la nariz. Hay vacunas para la gripe de este tipo y se aplican en niños. Hay otras formas que también se están desarrollando que es aplicar la vacuna a través de un parche”, sintetizó, al tiempo que consideró que “todo esto está en una etapa muy temprana de desarrollo”. “Por el momento, aplicando la vacuna en spray a través de la nariz, todavía apreciamos una débil respuesta inmune en la sangre. Así que todavía serán necesarios muchos ensayos clínicos para desarrollar una vacuna sin aguja que sea altamente eficaz”, subrayó.

Finalmente, dijo no creer que en este momento sea necesario que todo el mundo reciba una dosis de refuerzo de la vacuna COVID. “Hemos visto que la gente que tiene problemas en su sistema inmunitario se están beneficiando de la tercera dosis y también que en las personas mayores, que recibieron las vacunas al principio de las vacunaciones, se está experimentando un descenso de la inmunidad y por eso para ellos es mejor recibir la tercera dosis. Ahora mismo no hay una recomendación para vacunar con la tercera dosis a las personas menores de 50 años porque todavía no hay indicación de que sea necesaria aunque esta situación podría cambiar en el futuro”.

La vacuna creada por Gilbert y su equipo el año pasado utilizó una versión debilitada de un virus del resfrío común (adenovirus), que causa infecciones en chimpancés y contiene el material genético de la proteína espiga del SARS-CoV-2. Luego de la vacunación, el sistema inmunitario queda preparado para neutralizar el virus SARS-CoV-2 en caso de una infección. Después de la vacunación, se produce la proteína de pico de superficie, preparando al sistema inmunitario para atacar el virus SARS-CoV-2 si luego infecta el cuerpo. El adenovirus recombinante (ChAdOx1) se eligió para generar una fuerte respuesta inmune, a partir de una dosis única y no se replica, por lo que no puede causar una infección en el individuo vacunado.

Según informa el sitio oficial del Instituto donde trabaja Gilbert, su equipo está concentrado en dar respuestas a 12 enfermedades emergentes y reemergentes que se consideran prioritarias por la morbilidad y la mortalidad que generan en el mundo. Una de ellas es el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS, por sus siglas en inglés), que es causado por otro coronavirus.