La vacuna de los clones: así va a resolver África la falta de inmunización contra el covid

La ‘receta’ de la vacuna de Moderna está en su mayor parte a disposición del público; el truco está en saber qué hacer con ella.

Menos de un año después de que el mundo empezara a inyectarse las vacunas contra el covid-19, la mayor parte del planeta ha inmunizado al menos a la mitad de su población, pero África sigue estando rezagada. Apenas un 5% de la población africana está totalmente vacunada, mientras los países industrializados acaparan vacunas y el sistema COVAX se tambalea.

Algunos científicos sudafricanos emprendedores quieren cambiar la situación, con un audaz experimento que podría beneficiar no sólo a las 54 naciones africanas y sus mil millones de habitantes, sino a todo el mundo: ‘Afrigen Biologics and Vaccines’, una empresa emergente con sede en Ciudad del Cabo, ha desarrollado un plan para aplicar la ingeniería inversa a la inyección de ARNm de Moderna y fabricarla para su distribución prioritaria en el continente.

¿Cómo lo van a hacer? La ‘receta’ de la vacuna de Moderna está en su mayor parte a disposición del público; el truco está en saber qué hacer con ella. Es como tener todos los ingredientes y mediciones para hornear un pastel, pero carecer de las instrucciones suficientes para cada paso.

Dado que la vacuna Moderna se desarrolló con el dinero de los contribuyentes estadounidenses, los abogados todavía están tratando de determinar qué aspectos del proceso pertenecen exclusivamente a la empresa. Pero eso puede ser irrelevante por ahora: la empresa dice que no va a demandar, lo que deja a Afrigen con las manos libres para seguir adelante. La clonación de una vacuna de ARNm sería una gran victoria para Sudáfrica. Equivaldría a la llegada a la luna en términos de logros y prestigio para una nación que con demasiada frecuencia acapara los titulares por las razones equivocadas.

Además, el proyecto está respaldado y financiado por la Organización Mundial de la Salud, por lo que si se descifra el código, la fórmula se pondría a disposición de todos como un bien público en todo el continente africano y en los países en vías de desarrollo.

Una vacuna muy eficaz y asequible que pueda fabricarse en cualquier sitio podría cambiar las reglas del juego para impedir la aparición de variantes más contagiosas del COVID en lugares donde la población aún no está vacunada. El cielo es el límite cuando se trata del potencial del ARNm para crear vacunas contra otras enfermedades endémicas de África como el ébola, menos infecciosa pero mucho más mortal que el COVID.

Pero no hay que entusiasmarse todavía. Afrigen dice que tardará hasta un año en aplicar la ingeniería inversa a la vacuna de Moderna. Además, conseguir la fórmula correcta es sólo una pieza del rompecabezas. También tendría que idear la forma de producir, almacenar y distribuir la vacuna en masa en un continente con una infraestructura a menudo deficiente, por no hablar de la obtención de materias primas en un momento en el que las cadenas de suministro mundiales ya están al límite. También hay un ángulo político.

En EEUU, el gobierno de Biden quiere que Moderna venda más vacunas a COVAX a precio de coste. No obstante, se enfrenta a crecientes críticas por tratar a la empresa con guantes de seda después de que ignorara la llamada del presidente para aumentar la producción para los países de bajos ingresos, a pesar de que el Tío Sam es en realidad el padre de la investigación de Moderna.

Mientras tanto, activistas por la salud pública instan a los Institutos Nacionales de Salud a que obliguen a Moderna a renunciar a su fórmula secreta. También denuncian que el gobierno de EEUU habla de boquilla sobre la renuncia a las patentes y la equidad global de las vacunas, mientras no presiona a las farmacéuticas para que compartan su tecnología o prioricen el suministro a los países con bajas tasas de vacunación.

Técnicamente, el gobierno de Biden tiene cierta influencia porque la Casa Blanca financió la investigación de la vacuna de Moderna a través de los Institutos Nacionales de Salud y la Operación ‘Warp Speed’. Pero torcerle el brazo a Moderna sería difícil de vender para el gobierno estadounidense, siempre reacio a meterse con las grandes farmacéuticas y con poco que ganar (políticamente en casa) con la vacunación de otros países.

Moderna, por su parte, afirma que en este momento es mejor para la empresa ampliar la producción por sí misma que compartir su tecnología, ya que aumentar la producción en África llevaría demasiado tiempo. En términos más generales, también está jugando una partida más a largo plazo con el objetivo de dominar el panorama de la fabricación de ARNm después del COVID junto a Pfizer.

Nadie sabe si la ingeniería inversa de las vacunas COVID de ARNm funcionará, pero tampoco nadie lo ha intentado hasta ahora. Lo importante es que hay una gran oportunidad a pesar de la incertidumbre que acompaña a la ciencia, el negocio de la producción de la vacuna y la política que hay detrás de todo.