El especialista en relaciones internacionales se refirió al conflicto entre Argentina y Brasil luego de que fuera invitado Lula Da Silva al acto del viernes.
La decisión del gobierno nacional de invitar a Lula Da Silva al acto que está convocando para este viernes, tuvo su impacto en la relación política con Brasil.
Así lo indica el especialista en relaciones internacionales Mariano Caucino que habló a través de la 99.9 sobre un dato político puntual que surgió luego de darse a conocer esta determinación de nuestro país: “el gobierno brasilero ha anunciado que la cumbre presencial de Jefes de Estado del Mercosur que se iba a realizar la semana próxima paso a ser una cumbre virtual. Todo indica que la situación se generó a partir de la decisión del gobierno argentino de invitar al ex presidente Lula a participar de un acto que se hará en Buenos Aires con motivo de los 38 años de la recuperación democrática”.
Para Caucino no hay motivo concreto para realizar esta invitación más que la provocación al vecino país: “esa invitación fue para provocar al actual gobierno de Brasil que es el principal adversario político de Bolsonaro. Esto confirma la idea de que la administración de Alberto Fernández despliega una política exterior en base a criterios partidarios e ideológicos y no en base a los criterios del interés argentino”.
No es el único país con el cuál puede entrar en un conflicto diplomático, sino que también en Chile no ha mantenido una imparcialidad en la pugna por el próximo presidencia: “hay una incidencia permanente incluso en los procesos electorales. En Chile, el embajador argentino ha tomado partido por uno de los candidatos a presidente prácticamente descalificando a otro de los contendientes generando una crítica hacia su postura”.
Justamente, como diplomático tendría que hacer todo lo contrario, pero la ideología termina siendo el factor determinante: “el proceso electoral en Chile es fascinante, controvertido y complicado. Son candidatos que se los visualiza como extremistas que quizás sea un poco exagerado. Lo último que tiene que hacer el embajador es opinar sobre eso, lo que tendría que hacer es tomar contacto con los dos equipos de trabajo porque uno terminará como presidente y el otro como principal opositor; pero sin intervenir en las cuestiones internas. Creo que el gobierno basa su política exterior en ideología, alejado del interés nacional. Es un primitivismo diplomático que nos retrotrae a un período anterior a la paz de westfalia”.