El régimen talibán disolvió los principales organismos electorales de Afganistán

Los insurgentes llevan adelante una remodelación institucional que contempla la sustitución de ministerios por un “gran consejo”. Cada vez son más las políticas que atentan contra los derechos de las mujeres.

El régimen talibán anunció la disolución de la Comisión Electoral Independiente y la Comisión Independiente de Quejas Electorales, los dos organismos electorales más importantes de Afganistán, durante una remodelación institucional que también se ha saldado con la eliminación del Ministerio de Estado para la Paz y el Ministerio de Estado para Asuntos Parlamentarios.

El portavoz adjunto de los talibanes, Bilal Karimi, indicó que todas estas instituciones han sido disueltas porque “ya no hay necesidad de ellas”, según declaraciones recogidas por la cadena afgana Tolo News.

Ahora, las autoridades talibanes intentarán redestinar a los 1.500 empleados afectados por esta medida “en función de las capacidades y las vacantes”, y proporcionar “un trabajo alternativo para los empleados de estas instituciones innecesarias”.

De hecho, el viceministro de Información y Cultura y principal de los talibán, Zabiula Muyahid, señaló que el régimen pretende iniciar una remodelación institucional que contempla la sustitución de ministerios por un “gran consejo” al entender que las administraciones eran una carga económica para el gobierno, apuntó Jaama Press.

Esta medida fue adoptada luego de que el Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio prohibiera el sábado viajar sin velo y sin acompañante masculino en caso de trayectos largos a las mujeres en Kabul, en una serie de normas que impiden también a los taxistas reproducir música.

Las nuevas normas llaman a los taxistas a “no permitir viajar a mujeres sin velo” o “no admitir en el vehículo a mujeres sin un acompañante masculino si van a viajar a más de 70 kilómetros de distancia”.

El todopoderoso ministerio del Vicio de los fundamentalistas también decretó que “la música está prohibida en los vehículos”, una restricción que ya es impuesta en caso de bodas y otras celebraciones.

Los conductores de taxi deberán detener sus vehículos a la hora del rezo y “orar de forma colectiva” con los acompañantes, de acuerdo con un comunicado, en el que se indica que las patrullas antivicio “recomendarán tener barba”.

Un representante de los talibanes, el portavoz del ministerio del Vicio Mohammad Sadiq Akif, indicó a la agencia EFE que se trata de recomendaciones “y no significa que si no las cumplen serán castigados”.

Las órdenes han sido recibidas con resignación por los conductores de taxi, que temen ver caer sus ingresos todavía más en el contexto de una grave crisis económica y humanitaria, acentuada por la captura de Afganistán de los talibanes el pasado 15 de agosto.

“Esto significa que revisarán frecuentemente nuestros coches, creando complicaciones para nuestros conductores, y por otra parte las mujeres no viajarán en taxi (…) afectando todavía más a nuestro trabajo, que se ha visto inmensamente perjudicado por los cambios recientes y la crisis económica”, dijo a EFE el taxista Akbar Shah.

Una mujer, que pidió el anonimato, lamentó que las nuevas normas complicarán todavía más la vida diaria de las afganas bajo el régimen talibán. “Tendremos que pagar un billete extra por el acompañante, y si una mujer no cuenta con uno ¿qué hace?”, denunció.

Pese a sus promesas de cambio, los talibanes han prohibido la educación secundaria y superior femenina, supuestamente hasta que se den las condiciones ideales para que puedan volver a las clases, y han limitado el regreso de las mujeres a ciertos puestos de trabajo.

También esta semana, los talibanes comenzaron a eliminar las imágenes de mujeres que suelen decorar los escaparates de los salones de belleza de Kabul al considerarlas contrarias al islam.

Estas restricciones de los derechos de las afganas han desencadenado tanto protestas en el país como la condena internacional.

Por su parte, cientos de afganos se manifestaron este domingo para exigir a los talibanes el fin de los asesinatos extrajudiciales en la provincia norteña de Panjshir, la última de las provincias afganas que cayó bajo control de los islamistas el pasado septiembre.

“Entre cuatrocientas y quinientas personas protestaron por el asesinato de una persona sospechosa de pertenecer al Frente de Resistencia Nacional (NRF)”, afirmó a EFE el comandante de seguridad de los talibanes para la región montañosa, Dad Mohammad Bataar.

“Los manifestantes trajeron el cadáver a la capital provincial de Panjshir y estaban creciendo en número”, dijo la fuente, antes de señalar que los fundamentalistas se comprometieron a investigar el suceso para calmar los ánimos.

Tras capturar prácticamente sin resistencia Kabul el pasado 15 de agosto, los islamistas se hicieron con el control en septiembre del último bastión de la resistencia en Panjshir encabezada por el grupo opositor NRF.

La resistencia del NRF estuvo dirigida por Ahmad Massoud, hijo del difunto comandante afgano Ahmad Shah Massoud, “el león del Panjshir”, una leyenda por haber hecho frente a los soviéticos y a los talibanes, así como por el exvicepresidente afgano Amrullah Saleh.

La de hoy es la primera gran protesta en Panjshir desde que los talibanes capturaron la provincia tras una operación para acabar con la resistencia, y los manifestantes hicieron circular en las redes sociales vídeos críticos denunciando los asesinatos extrajudiciales.

Organizaciones como Amnistía Internacional (AI) han denunciado que los talibanes cometieron crímenes de guerra en su ofensiva por tomar el poder, torturando y matando a minorías étnicas y religiosas, antiguos miembros de las fuerzas de seguridad, y a aquellos que percibieron como simpatizantes del antiguo Gobierno afgano.

La Oficina de la ONU para los Derechos Humanos denunció la semana pasada que el régimen talibán ha ejecutado al menos a 72 personas ligadas al anterior Gobierno y a sus fuerzas de seguridad, pese a la amnistía general que prometió.

Al menos otros 50 ejecutados extrajudicialmente eran miembros de la rama afgana del Estado Islámico, cuyos abusos recientes contra la población civil también fueron condenados por la oficina de la ONU.

El organismo internacional denunció los métodos brutales de tortura y ejecución, así como que algunos cadáveres fueran mostrados públicamente.

El retroceso en los derechos de mujeres y niñas en Afganistán desde la llegada de los talibanes también ha suscitado la condena internacional.