Esas fueron las palabras del maquinista del tren que desató la tragedia en Santiago de Compostela, en su declaración ante el comisario jefe de la Brigada Judicial de La Coruña, minutos después del accidente.
El diario El País ha tenido acceso al contenido del atestado policial y del sumario del accidente del tren de Santiago de Compostela, España, en el que se reconstruyen los momentos inmediatamente posteriores al siniestro.
El comisario jefe de la Brigada Judicial de La Coruña fue uno de los primeros en hablar con Francisco José Garzón Amo. Según relata el informe, en ese momento ardían dos de los vagones y uno de ellos se había elevado “seis o siete metros por encima de la vía. Al ver que tenía una herida en la cara, le invité a sentarse en un banco del puesto de mando”, dijo el comisario, al ver a Garzón. “Estoy herido leve. Pero yo no soy lo importante, lo importante son los pasajeros”, le respondió el maquinista, quien dijo en tres ocasiones: “la he jodido”. “¿Qué ha ocurrido?”, le preguntó, y Garzón respondió: “pues que circulaba a 190 kilómetros por hora”.
“¿Ha muerto alguien”, preguntó el maquinista. Si bien las autoridades prefirieron ocultarle la verdad, al ver sus heridas y su nerviosismo, el conductor respondió: “¿pero cómo quiere que me calme? Con lo que he provocado, prefiero morirme”.
Garzón fue asistido por varios agentes para salir de la cabina. Uno de los policías que lo acompañó al hospital le preguntó si accedía voluntariamente a extraerse una muestra de sangre, para descartar si había algún tipo de bebida alcohólica en su sangre. Garzón dijo que no había bebido y que no tenía ningún problema en someterse a la analítica, según confirmó después el agente.
“No noté nada raro”, dijo Alfonso Manuel Lecandatiene, de 33 años, quien viajaba en el asiento 9º del vagón número 5. “Durante el trayecto no noté nada, hasta que en un momento dado se produjo una inclinación del tren”. Según este pasajero, se le acercó una persona que decía ser el maquinista. Sangraba por la cabeza. Se arrodilló y dijo: “soy el maquinista. Yo tenía que haberme quedado ahí debajo”.
Juan José Diz, otro de los poasajeros, dijo: “nada me llamó la atención en el trayecto, hasta que en un momento determinado mi cuerpo se desplazaba más de lo normal hacia un lado y fui consciente de que el vehículo llevaba más velocidad de lo normal para estar en una curva. Noté un pequeño salto, que asocié a que la rueda del tren se había salido de la vía. Al ver que el vagón empezaba a volcar, me protegí la cabeza con un brazo y con el otro me agarré al asiento delantero. Tras el golpe, me quedé muy aturdido y dolorido. Salí por la parte trasera del vagón”.
Antonio Martín Marugán, interventor de Renfe, iba en el tren Alvia Madrid-Ferrol. Cuenta que en la estación de Ourense el tren cambió de conductor y se puso al frente Francisco José Garzón. La tripulación, dijo, la componían “el maquinista, los camareros, el compareciente y un vigilante de seguridad; éste, ocasional, porque venía de coger otro tren para volver a Ourense”. Dijo, además, que habló con el maquinista cuando se subió al tren en Ourense porque “tienen obligación de comunicarse por protocolo para darse novedades, y no le señaló ninguna”. Cuando le preguntaron si notó en algún momento un exceso de velocidad, el interventor aseguró que “no, ya que se trata de una vía nueva y de alta velocidad y no hay sensaciones de velocidad”.
“Yo iba en el vagón 3, asiento 2b, acompañado del vigilante de seguridad, llamado Celso. Me puse de pie porque ya quedaba poco para llegar a Santiago y caí a la derecha repentinamente. Cuando el tren se paró, todo estaba deshecho; busqué luz para salir, lo que conseguí entre los coches 2 y 3. Luego intenté ayudar al resto de las personas. Rompí ventanas con un pico que no sé si era de un bombero o de un vecino del lugar”, explicó.
El vigilante de seguridad Celso Castor González, de Prosegur, se encargada de vigilar la seguridad de Renfe/Adif. En su testimonio, declaró : “el día 24 inicié mi servicio en la estación de Ourense. Sobre las 20.40, el convoy, tras la salida de un túnel, ya cerca de Santiago, descarriló”.
Julio Santiso Rielo, de 34 años, vecino de Angrois, estaba en su casa cuando escuchó el estruendo del descarrilamiento y fue quien acompaño a Garzón hasta el primer puesto de auxilio. Mientras caminaban, declara Rielo que Garzón iba diciendo frases como: “esto ya lo tengo yo denunciado. No se puede circular por esta vía a esta velocidad sin un protocolo. Si pillo al de seguridad, lo mato. No quiero ver esto.Cuánta gente muerta, ¿por qué no habré muerto yo?”.
Dos policías con carnés profesionales 88075 y 80398, trasladaron a Garzón al Hospital Clínico. En el camino,el maquinista les comentó que “la vía donde se produjo el siniestro está habilitada para circular a 200 kilómetros por hora, si bien es de elección del conductor reducir la velocidad en ese punto, al circular por una vía libre, sin señal que limite o indique que ha de reducir la velocidad, indicando que pudo haberse despistado, circulando a velocidad excesiva. Si me muriera yo… ¡Qué desgracia! ¿Qué acabo de hacer?”, seguía repitiendo.