El chico de 15 años le disparó con una escopeta dos tiros a la madre, dos al hermano de 10 años y tres al padre, apiló los cadáveres en un cobertizo junto a su casa y vivió tres días con ellos.
De madrugada, tres días después del crimen y con una frialdad que ha sorprendido a la Policía, un chico de 15 años, Santiago, ha confesado el asesinato de sus padres y su hermano, de 10 años. El crimen se produjo el martes 8 de febrero, pero no se supo nada hasta este fin de semana, cuando una vecina de la partida de Algoda, una comarca rural del llamado Campo de Elche en Alicante España, se cruzó con el muchacho y le preguntó por sus padres.
Hacía días que no los veía, le dijo. El chico respondió que los había matado. Llevaba tres días conviviendo con sus cadáveres. Durante ese tiempo había dejado de ir al colegio. Al escuchar las palabras del presunto asesino, la mujer llamó a un familiar del chico. Este pariente fue hasta la casa y descubrió que el relato del chico era cierto. Llamó a la Policía y a los servicios de emergencia. Llegaron los agentes, los servicios forenses. Y un equipo de psicólogos. El menor fue detenido.
Ya de madrugada, este mismo sábado 12 de febrero, el joven confesó: había utilizado una escopeta de caza. Había disparado a su madre, a su padre, a su hermano. Había decidido quedarse en casa, con los muertos allí. Sin decir nada.
Ahora se investigan las causas que desataron la ira del menor y que lo llevaron a empuñar la escopeta y a matar a su familia. Fuentes policiales trabajan en una hipótesis: una discusión por las malas notas escolares del muchacho y el consiguiente castigo impuesto por los padres. Lo dejaron sin jugar a la PlayStation y le cortaron el wifi del teléfono móvil. Además, le reprocharon que no hacía nada para ayudar a la familia.
De madrugada, tres días después del crimen y con una frialdad que ha sorprendido a la Policía, un chico de 15 años, Santiago, ha confesado el asesinato de sus padres y su hermano, de 10 años. El crimen se produjo el martes 8 de febrero, pero no se supo nada hasta este fin de semana, cuando una vecina de la partida de Algoda, una comarca rural del llamado Campo de Elche en Alicante España, se cruzó con el muchacho y le preguntó por sus padres.
Hacía días que no los veía, le dijo. El chico respondió que los había matado. Llevaba tres días conviviendo con sus cadáveres. Durante ese tiempo había dejado de ir al colegio. Al escuchar las palabras del presunto asesino, la mujer llamó a un familiar del chico. Este pariente fue hasta la casa y descubrió que el relato del chico era cierto. Llamó a la Policía y a los servicios de emergencia. Llegaron los agentes, los servicios forenses. Y un equipo de psicólogos. El menor fue detenido.
Ya de madrugada, este mismo sábado 12 de febrero, el joven confesó: había utilizado una escopeta de caza. Había disparado a su madre, a su padre, a su hermano. Había decidido quedarse en casa, con los muertos allí. Sin decir nada.
Ahora se investigan las causas que desataron la ira del menor y que lo llevaron a empuñar la escopeta y a matar a su familia. Fuentes policiales trabajan en una hipótesis: una discusión por las malas notas escolares del muchacho y el consiguiente castigo impuesto por los padres. Lo dejaron sin jugar a la PlayStation y le cortaron el wifi del teléfono móvil. Además, le reprocharon que no hacía nada para ayudar a la familia.