Durante el entierro de su compañero de armas Alexei Skoblia, estando junto a sus amigos y sus familiares llorando su muerte, Siargei Bespalau se imaginó a sí mismo dentro del ataúd. Vio a sus padres alejándose mientras su cuerpo descendía al interior de una fosa a escasos 100 kilómetros de la frontera de su Bielorrusia natal.
Este periodista y bloguero de 32 años nacido en Minsk nunca había empuñado un arma hasta hace unas semanas. Ahora, se prepara para combatir en un batallón conformado íntegramente por otros compatriotas bielorrusos en la desesperada defensa del ejército ucraniano frente a las tropas rusas, que iniciaron hace poco más de un mes la invasión del país.
“Por supuesto que sentimos miedo, sobre todo los primeros días con todos esos misiles explotando a 200 metros”, declara Bespalau en una videollamada realizada desde la base donde lleva a cabo su entrenamiento. “Pero el estado de ánimo del batallón es bueno, estamos motivados porque, para nosotros, no es simplemente una lucha por la libertad de Ucrania, sino también el primer paso para después seguir luchando por la independencia de Bielorrusia”.
Desde el inicio de la invasión rusa, miles de extranjeros han llegado a Ucrania para combatir en las filas ucranianas. Uno de los grupos mayoritarios son los de la vecina Bielorrusia. El país eslavo, dirigido desde hace 28 años por Aleksandr Lukashenko, considerado como el último dictador de Europa, es un estrecho aliado de Rusia, aunque de momento solo ha servido como base logística para las tropas rusas y su ejército no ha entrado en combate.
Muchos de los combatientes voluntarios bielorrusos ya estaban exiliados en Ucrania desde las protestas y la consiguiente represión de 2020 en su país y tienen la esperanza de que el conflicto se pueda extender a Bielorrusia. Más de 200 de ellos integran actualmente el batallón Kastus Kalinouski, del que forma parte Bespalau.
“Lukashenko siempre ha procurado tener una política autónoma nacional, de estar en una posición central, intentando sacar lo mejor de Europa y lo mejor de Rusia”, explica José Luis Orella, profesor de historia contemporánea de la Universidad CEU San Pablo. “Lo que pasa es que esa posición no se puede mantener y en las elecciones de 2020 esa dualidad que buscaba mantener se rompió y tuvo que ponerse en manos de (Valdimir) Putin. Las circunstancias le han obligado a tomar una posición prorrusa absolutamente porque ha sido su único apoyo para mantenerse y sostenerse en el poder”.
Acabar bajo las bombas en Kiev tras huir de la KGB
Justo antes de aquellas elecciones de 2020, la atmósfera era de máxima tensión en Bielorrusia. La oposición democrática llegaba con opciones reales de victoria y el Gobierno de Lukashenko puso en marcha todo el aparato represivo a su disposición. El 25 de junio, la policía detuvo al bloguero Ihar Losik -posteriormente sería condenado a 15 años de prisión-, amigo personal de Bespalau.
Al día siguiente, según relata el propio Bespalau, dos agentes del servicio de inteligencia bielorruso -que mantiene la nomenclatura soviética KGB- llamaron a su puerta. Tras unos interminables minutos esperando en silencio, los agentes se fueron y Bespalau emprendió la huida.
Cruzó la frontera con Rusia en un bus que seguía un camino clandestino y llegó a Moscú, donde estuvo unas semanas en casa de un suscriptor de su canal de Youtube. Posteriormente, voló a República Checa, donde estuvo cuatro meses antes de partir hacia Ucrania, donde ha vivido desde entonces trabajando como periodista y manteniendo su activismo contra Lukashenko en las redes sociales. Después, llegó la guerra.
“El primer día solo se oyeron sirenas de los bombardeos aéreos en Kiev, al dia siguiente, ya las explosiones, alrededor de 80 explosiones en un día, al tercer día, decidí salir a grabar lo que estaba ocurriendo”, realata Bespalau. En este caminar por una ciudad en estado de pánico, el bielorruso fue detenido por los voluntarios civiles que patrullaban la ciudad. Su mera nacionalidad ya era sospechosa y, además, estaba grabando.
“Me llevaron a comisaría y me interrogaron. Mostré mi tatuaje en el que se lee ‘Stop Luka’ -en referencia a Lukashenko-, pero tampoco sirvió, tuve que mostrar toda mi actividad en redes sociales para que vieran que estaba con ellos”, declara Bespalau.
¿Temiste por tu vida?
Entendí que eran medidas adecuadas y necesarias. Ese fue el primer día en el que sentí que ser bielorruso es vergonzoso.
Entrenamiento OTAN para luchar contra Putin
Una veintena de hombres pertrechados con ropa de camuflaje y con fusiles de asalto, la mayoría de ellos encapuchados y con la cara tapada, forman una intimidadora estampa frente a la cámara.
Uno de ellos, ubicado en el centro, habla directamente a la cámara: “Intentaremos ayudar a Ucrania a romper el cerco de Mariupol”. Otro porta un parche con la bandera roja y blanca, símbolo de las protestas de 2020. Son el batallón de voluntarios bielorrusos Kastus Kalinouski.
A este grupo de combatientes se unió Bespalau poco después de su interrogatorio en Kiev. Unas semanas antes del inicio de la invasión, él y otro amigo habían conocido a varios compatriotas que se iban a incorporar al batallón, que ya se estaba gestando ante la inminencia del inicio de la guerra. El proceso fue relativamente rápido y, a los pocos días de volver a contactar con estos conocidos, ya estaban siendo formados en una base de lugar indeterminado.
“La formación militar es la típica del estilo OTAN, porque hay un bielorruso del batallón que sirvió en la Legión Extranjera Francesa y aplicó la misma metodología”, explica Bespalau, que aún no ha participado en acciones de guerra dado que no tenía experiencia militar antes de iniciar su entrenamiento.
El batallón bielorruso cuenta con el apoyo del Gobierno bielorruso en el exilio, encabezado por Svetlana Tijanóvskaya, la candidata que buscó desbancar a Lukashenko en 2020, en unas elecciones que el dictador acabó ganando con un 82% de los votos, desatando una oleada de indignación ante las evidencias de fraude.
“Es importante entender que, desde 2020, Likashenko no es el presidente y no tiene derecho a dar órdenes, las órdenes relacionadas con la invasión de Ucrania violan la constitución”, declara Pavel Latushka, miembro del gabinete del Gobierno de Tsihanouskaya. “Sin un aliado como Lukashenko, Putin difícilmente se habría atrevido a ir a la guerra contra Ucrania, por lo que los dos son responsables del horror que está viviendo un país europeo”.
Dispuestos a luchar contra otros bielorrusos
Los rumores sobre una inminente entrada de Bielorrusia en la guerra, enviando tropas junto a las fuerzas invasoras rusas, han sido recurrentes en este último mes. La realidad es que, hasta el momento, Bielorrusia ha limitado su papel en el conflicto a servir de base logística para el ejército ruso y, en opinión del profesor Orella, no es previsible que esto cambie.
“Aunque todo el mundo vea a Lukashenko como un elemento prorruso no es una marioneta de Putin, otra cuestión es que ahora no tenga más remedio que depender de su poder para sostenerse”, declara Orella. “Va a procurar poner la ayuda suficiente para que Putin se lo admita, pero nunca más allá, como que entre el ejército bielorruso en Ucrania, eso significaría la caída de Lukashenko y la entrada de alguien plenamente de Putin”.
Para Latushka, del Gobierno bielorruso en el exilio, la posibilidad es real, pero advierte de que una inmensa mayoría de la sociedad bielorrusa está contra la guerra y que ese sentimiento estaría también permeando en las filas militares. “Lukashenko podría contar únicamente con las fuerzas de operaciones especiales, y si las tropas se despliegan ampliamente, los soldados podrían desertar al lado ucraniano”.
Las fuerzas de seguridad bielorrusas, por su parte, no dan por segura la presencia de Bespalau en Ucrania. Hace unos días, la casa de campo de la hermana de su exmujer fue concienzudamente registrada, esperando encontrar allí escondido al opositor, además de las viviendas de sus familiares cercanos en Minsk.
Pero Bespalau sí está en Ucrania y confía en que el conflicto acabe por llevarse por delante también al régimen de Lukashenko y está dispuesto a un eventual enfrentamiento contra tropas de su propio país.
“Últimamente parece muy real la posibilidad de que Bielorrusia entre en la guerra, pero creemos que los batallones que se enviarán a Ucrania estarían formados por estos mismos antidisturbios y agentes de fuerzas especiales que se usaron durante las protestas en 2020”, considera Bespalau: “Así que, realmente, ya es gente que ha hecho su elección, ha elegido lado y se lo merecen”.