Nada hace pensar que la permanente impunidad de los actores criminales que pululan llevándose la vida de los ciudadanos, su honra y sus bienes, pueda ser meramente una consecuencia de criterios ideológicos basados en la buena fe de las personas. El discurso garanticida lleva en sus pliegues la simiente de malicia que hace del crimen un negocio vil. Pero no siempre esta conducta que liga crimen con negocio está a la vista; y a veces, lo impensado las saca a la luz.
Es precisamente lo que ha ocurrido en el contexto de la investigación por el asesinato de Melina Briz. Una unidad de patrulla detectó en Mar del Plata el Volkswagen Golf propiedad de Ariel Troncoso, procesado por el asesinato de Melina. Si bien originalmente se publicó que el auto en cuestión había sido hallado a metros del estudio del abogado de Troncoso, César Sivo, en verdad el vehículo fue detectado en Don Bosco y Belgrano, frente a la vivienda en la que mora Domingo Carlos de la Presa, adquirente, según el mismo relata, de buena fe del vehículo en el que se supone fue trasladada Melina luego de ser asesinada.
De la Presa contó en sede fiscal que la operación de compra del vehículo VW Gol se realizó en septiembre de 2012. En aquella ocasión, Juan Carlos Troncoso, hermano de Ariel y a quien conocía de antes, le ofreció venderle ese vehículo; según reveló, necesitaba unos 35.000 pesos, que era el valor de mercado del auto, para pagarle al abogado Sivo. De la Presa le dijo que ya había adquirido otro vehículo, por lo que no estaba interesado. Sin embargo, Troncoso vuelve a ofrecerle el vehículo en diciembre, momento en que De la Presa acepta la compra, pero a cambio de 30.000 pesos, y no 35.000, lo que Troncoso termina aceptando. El 17 de diciembre Juan Carlos Troncoso cita a De la Presa al estudio de Sivo, en Santa Fe entre 9 de Julio y Tres de Febrero. Troncoso estaba solo esperando al comprador, le muestra el vehículo estacionado enfrente, y asegura que el mismo había sido liberado de la causa del homicidio. Que en ningún momento le mencionó que sobre ese vehículo pesara una orden de secuestro. Es más, que Juan Carlos le asegura que su hermano Ariel había transferido el vehículo Gol a nombre de su hermana Irene antes de que apareciera muerta Melina, aunque no le explicó por qué. Eso lo dejó tranquilo de que la operación se haría sin incovenientes, ya que Irene firmaría la transferencia y el 08. Que dieron una vuelta en el auto, fueron a retirar a su casa el dinero, y firmaron el boleto de compraventa.
De la Presa se presentó ante la Justicia con una fotocopia, y si bien no aparece en los registros, todo indicaría que la operación se hizo certificando firmas ante escribano. Una maniobra conocida. En la década del ochenta, hasta que el juez Pedro Federico Hooft desbarató las bandas que operaban vendiendo autos robados -un hecho que era conocido como “venta de autos mellizos”- la justificación para pedir la legitimación de compra se hacía presentándose en Tribunales con un boleto de compraventa certificado por escribano público.