El autor, amenazado de muerte por el régimen islámico de Irán desde 1989 por su libro ‘Los versos satánicos’, está conectado a un respirador tras haber sido operado y “es probable que pierda un ojo”.
El escritor y ensayista británico de origen indio Salman Rushdie, autor de Los versos satánicos (1988) y condenado a muerte por el régimen islámico iraní en 1989 por blasfemo, fue atacado el viernes cuando iba a dar una conferencia sobre la libertad en la creación artística en Chautauqua, una localidad al oeste del Estado de Nueva York. Las primeras imágenes del suceso en redes sociales mostraban a Rushdie, de 75 años, en el suelo, siendo atendido por los asistentes y los servicios de emergencias. La policía anunció en un comunicado que el escritor sufrió, aparentemente, un apuñalamiento en el cuello y el abdomen y que fue trasladado al hospital en helicóptero.
Intervenido durante horas, el escritor se hallaba a última hora de la tarde (madrugada en España) conectado a un respirador y sin poder hablar. “Las noticias no son buenas”, indicó su agente, el todopoderoso Andrew Wylie, en un correo electrónico. “Salman probablemente perderá un ojo; los nervios en su brazo sufrieron cortes y su hígado quedó dañado por las puñaladas”.
En una comparecencia ante los periodistas a media tarde, mientras el autor aún se hallaba en el quirófano, responsables locales informaron de que el detenido es Hadi Matar, un joven de 24 años del vecino Estado de Nueva Jersey, que compró una entrada para la conferencia como el resto de los 2.500 asistentes, y cuyas motivaciones para atentar de momento se desconocen. El jefe policial no ha querido especificar su país de origen, ni vincular su acción con la fetua (edicto islámico) dictada por el régimen de los ayatolás en 1989.
En torno a las diez de la mañana del viernes, hora local (cuatro de la tarde en la España peninsular), un reportero de la agencia Associated Press presenció cómo un hombre irrumpía en el escenario de la Institución Chautauqua y comenzaba “a golpear o apuñalar” a Rushdie, que ocupaba el escenario. El escritor cayó al suelo y el hombre fue inmediatamente inmovilizado y detenido. “Todo sucedió en segundos”, explicó David Graves, asistente a la conferencia, en declaraciones recogidas por The New York Times. Roger Warner y su esposa, que ocupaban la primera fila de asientos, dispuestos en anfiteatro alrededor del escenario, vieron a un hombre alto y delgado saltar a la palestra desde el lado izquierdo y comenzar a atacar a Rushdie tres o cuatro veces en la cara. “Estaba cubierto de sangre y la sangre corría por el suelo”, dijo Warner. “Solo vi sangre alrededor de sus ojos y corriendo por su mejilla”, informa el diario. Según un empleado del centro cultural, la seguridad es laxa y aparentemente no se tomaron medidas adicionales. “Es muy abierto, es muy accesible; un ambiente muy relajado”, dijo un ujier. “En mi opinión, algo como esto solo era cuestión de tiempo”, añadió.
El propio Rushdie no parecía dar excesiva importancia a las medidas de seguridad, según el escritor Ayad Akhtar, actual presidente de PEN America. Akhtar ha dicho que nunca vio a Rushdie con guardaespaldas en los últimos años, ya fuera en el teatro, un restaurante o un evento como el programado en Chautauqua. El responsable de PEN America, que en su día presidió el propio Rushdie, afirmó que nunca hablaron de las amenazas recibidas por Los versos satánicos, pero que el escritor parecía perfectamente a gusto en público.
La gobernadora del Estado de Nueva York, Kathy Hochul, subrayó la accesibilidad de Chautauqua, “una comunidad rural muy tranquila” y un lugar “ideal” para que hablen figuras notables como Rushdie. La política demócrata alabó la labor del policía que “salvó la vida [del escritor]” y la del moderador del evento, que también fue atacado y resultó herido leve. Hochul condenó la violencia y afirmó que es importante que la gente se sienta libre de “hablar y escribir la verdad”.
El libro de Rushdie Los versos satánicos está prohibido en Irán desde que se publicó, en 1988, así como en otros países musulmanes, por ser considerado blasfemo. Un año después, el 14 de febrero de 1989, el entonces líder de Irán, el difunto ayatolá Ruhollah Jomeini, emitió una fetua, o edicto, que pedía la muerte de Rushdie. El régimen teocrático iraní también ofreció una recompensa de más de tres millones de dólares a cualquiera que matase al escritor, nacido en Bombay (oficialmente Mumbai) en 1947 en el seno de una acomodada familia musulmana, si bien el escritor se alejó de la religión hasta considerarse un ateo militante. Formado en el Reino Unido, recibió el título de sir en 2007 —lo que desató de nuevo la ira de Irán, así como la de Pakistán— y vive en Estados Unidos desde 2000.
Hace tiempo que el Gobierno de Irán marcó distancias con el decreto de Jomeini, pero el sentimiento anti-Rushdie persistió. En 2012, una fundación religiosa semioficial elevó la recompensa por la cabeza del escritor de 2,8 millones de dólares a 3,3 millones de dólares. Rushdie minimizó entonces esa amenaza y dijo que “no había evidencia” de que las personas estuvieran interesadas en la recompensa. Ese año, Rushdie publicó un libro de memorias, Joseph Anton, sobre la fetua.
En 2016, al cumplirse el 27º aniversario de la condena, la agencia de noticias Fars publicó una lista de 40 medios de comunicación que se sumaron a la recompensa, con un total de 300.000 dólares, de los que Fars aportó 30.000. El aumento de la dotación respondía a los deseos de la línea dura del régimen, sometido a presiones internas entre halcones y palomas y en un difícil equilibrio que permea todos los ámbitos de la vida pública, desde las negociaciones para reactivar el pacto nuclear a la política exterior.
El alicaído movimiento reformista lucha por superar la irrelevancia desde el relevo en el poder del moderado Hassan Rohaní por el clérigo ultraconservador Ebrahim Raisí, que ganó las elecciones en junio de 2021. El llamado Movimiento Verde, la oleada de protestas sociales que recorrió Irán en 2009, se ha difuminado sin recambio aparente, más allá de algaradas aisladas en distintas localidades del país por el aumento del coste de la vida y contra la política económica del Gobierno. Un grito de rabia, con estallidos periódicos en los últimos años, sofocado una y otra vez por el régimen.
El autor logró fama internacional con la novela Hijos de la medianoche, publicada en 1980, que le valió al año siguiente el Premio Booker, el más prestigioso del Reino Unido. El título de la obra hace referencia a la medianoche del 15 de agosto de 1947, cuando se consumó la independencia de la India de los británicos, así como la partición con Pakistán. El libro provocó controversia en la India por supuestos comentarios despectivos hacia Indira Gandhi, que era primera ministra del país cuando se publicó.
De imaginación desbordante, Rushdie, epígono del gran R. K. Narayan, es la figura más célebre de la plétora de escritores indios contemporáneos que utilizan el inglés como lengua literaria (y que son legión, desde coetáneos suyos como los grandes Vikram Seth o Rohinton Mistry a los más jóvenes Anita Desai y Amit Chaudhuri, seguidos por la generación más reciente de la exitosa Arundhati Roy y Arun Desai). Su estilo ha sido comparado con el realismo mágico de Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes. Él mismo ha reconocido sus importantes vínculos con la literatura latinoamericana, pero también bebe de la rica tradición oral india, que hunde sus raíces en las grandes epopeyas fundacionales. Su mezcla de realismo mágico y ficción histórica hace de sus novelas, más que una narración al uso, una cosmovisión, herencia cultural de la vasta cosmogonía del hinduismo. Sus textos combinan la sátira, la fantasía y la alegoría política. En la década de los ochenta se inició también como articulista y ensayista. Entre su obra de no ficción destaca el volumen de ensayos Los lenguajes de la verdad: ensayos 2003-2020, con varias referencias a la enfermedad y sus metáforas, en la línea de la ensayista estadounidense Susan Sontag.
Su último libro se titula Quijote, de 2020, una relectura de la obra de Cervantes que el autor adapta a la situación que vivía en ese momento Estados Unidos bajo el Gobierno de Donald Trump. Sobre esta obra, Rushdie declaró en una entrevista con EL PAÍS: “Cuando se celebró el cuarto centenario de las muertes de Cervantes y Shakespeare [2016], releí el Quijote y vi cómo surgían en mi cabeza pícaros a los que puse el nombre de los personajes inmortales de Cervantes. Para mí, esta novela es un poco lo que fue Hijos de la medianoche: una especie de compendio de todo lo que quiero ser y decir como artista”.
La efervescente personalidad de Rushdie, el éxito de sus libros —y también la notoriedad que le dio la fetua— lo han convertido en uno de los personajes más célebres de los cenáculos artísticos a ambos lados del Atlántico. Sus peripecias personales y su agitada vida sentimental —en 2007 se divorció de su cuarta esposa, una conocida modelo india— han hecho las delicias de los medios serios, y de los menos serios, como integrante de esa aristocracia literaria en la que también militan el británico Martin Amis, otro escritor habitual de la prensa rosa, y sus compatriotas Julian Barnes o Christopher Hitchens. Todos ellos, autores convertidos a su vez en personajes.