Suecia abandona su corrección política y abre la puerta a los pactos con la ultraderecha

La oleada de tiroteos y el miedo de la población ha catapultado al partido antiinmigración Suecia Demócratas, que podría acabar como segunda fuerza en las elecciones del domingo.

En las últimas semanas, el metro de Estocolmo se ha llenado de carteles electorales explícitos con la imagen de un avión despegando y un mensaje: “Castigos más duros para los criminales, vota SD”. En otro andén de la capital sueca, una pared está cubierta por tres imágenes juntas. La primera es una foto de un coche quemado en la calle junto al texto “los disturbios del Corán”. En la siguiente, se muestra a un grupo de personas procedentes de Oriente Medio y el mensaje “crisis migratoria”. En la tercera, unas velas, unas flores y un osito de peluche en plena calle forman el altar para recordar el asesinato de una niña en un tiroteo en Suecia. Bajo las tres imágenes, el cartel electoral pregunta a los pasajeros: “¿Cuál ha sido tu momento Jimmie?”, haciendo referencia al líder del partido antiinmigración, Suecia Demócratas (SD).

El clima político y las últimas encuestas indican que las elecciones generales del domingo serán el momento del carismático Jimmie Åkesson. La formación de ultraderecha, después de haber sido vetada por el resto de partidos del parlamento en los comicios de 2018, llega a las elecciones con una estimación de voto del 20% que los situaría como segunda fuerza del país.

Después de años de ser un partido marginal por sus vínculos con grupos neonazis, Suecia Demócratas ha capitalizado el temor de la mitad de la población sueca hacia la oleada de tiroteos que azota los suburbios más empobrecidos del país, y que este año ya se ha llevado la vida de 47 personas. La otra mitad de los suecos, temen más el histórico aumento del partido xenófobo, que podría ser clave en la formación de un nuevo gobierno en el país escandinavo, considerado como un feudo del partido socialdemócrata y del progresismo en el norte de Europa.

“Relacionar crimen con inmigración antes era imposible”

A pocos días de las elecciones, las últimas encuestas muestran casi un empate entre el bloque de izquierdas (Socialdemócratas, Partido de Izquierda, Partido de Centro y Partido Verde) con el 51% de intención de voto, y el bloque de derechas (Moderados, Liberales, Cristianodemócratas y Suecia Demócratas) con el 49% de previsión de votos. En este contexto, el líder de los Moderados, Ulf Kristersson, y el partido Cristianodemócrata ven posibilidades de poder formar el futuro ejecutivo si pactan con la ultraderecha, una coalición que hasta mediados de la pasada legislatura había sido rechazada por los dos partidos conservadores tradicionales. Ahora, sin embargo, están abiertos a negociar.

“El discurso político ha cambiado completamente en los últimos años en Suecia” razona el profesor en Ciencias Políticas en la Universidad de Lund, Anders Sannerstedt. “Antes, relacionar la criminalidad con la inmigración hubiera sido imposible para los partidos políticos, te hubieran tachado de racista, ahora esto ha cambiado tremendamente”, explica Sannerstedt.

Un discurso aceptable para los votantes

A pesar de su tono de voz pausado y tranquilo, sus formas de debatir poco agresivas, su buena retórica, y su apariencia de hombre corriente, las medidas que propone Jimmie Åkesson, de 43 años, son contundentes y polémicas. Su discurso centrado en vincular la llegada de inmigrantes y refugiados con la crisis del estado del bienestar que amenaza la cohesión social le lleva a prometer deportaciones o a querer eliminar el derecho de reunificación familiar para refugiados. Una de las últimas propuestas de su partido ha sido la de denegar las peticiones de asilo en el caso de que la persona “se haya creado el caso ella misma, por ejemplo, declarándose formar parte de la comunidad LGBTQ en su país de origen”, detalla el programa electoral.

Sin embargo, según Sannerstedt, lo que explica la subida y el previsible éxito de Suecia Demócratas en las elecciones “ha sido su capacidad para transformarse en un partido aceptable para los votantes, manteniendo su nacionalismo y sus propuestas migratorias, pero adaptándose en otras”. Como ejemplo, “el partido ya no pide la salida de Suecia de la Unión Europea, acepta formar parte de la OTAN, y han dejado de ser unos estrictos antiabortistas”, señala el profesor. Formado en 1988, Suecia Demócratas consiguió entrar por primera vez en el parlamento sueco en 2010 con un 5,7% de los votos, después de que Jimmie Åkesson pasara a presidirlo en 2005 y no ha dejado de liderarlo hasta hoy. “También han sabido limpiar su imagen”, explica Ryan Switzer, investigador en ciencias políticas en la Universidad de Estocolmo. “Esto no significa que ya no tengan vínculos con los grupos supremacistas blancos, sus bases son estas, pero las conexiones están más escondidas”, argumenta Switzer.

Con la mirada puesta en Dinamarca

Para hacer frente a la subida de la ultraderecha, el partido socialdemócrata, liderado por la actual primera ministra Magdalena Anderson, también ha cambiado su tono respecto a la inmigración y la criminalidad. En una entrevista en el periódico Dagens Nyheter, la premier fue preguntada por la segregación en las ciudades en relación con los tiroteos, con lo que respondió con un contundente: “No queremos Chinatowns en Suecia, tampoco queremos tener Somalitowns ni Little Italies”. Durante la campaña, las recetas de Anderson para hacer frente a la violencia entre pandillas y a los tiroteos pasan por un discurso duro, aumentando el número de policías y endureciendo las penas por delitos con armas. Esta estrategia representa un giro ideológico en el partido, que de forma más evidente está dejando de lado el proyecto de integración multicultural que lleva años desarrollándose en Suecia, e intenta imitar las polémicas leyes migratorias de Dinamarca.

“Creo que es malo tener zonas donde la mayoría de los residentes son de origen no nórdico”, admitía en otra entrevista el ministro de migraciones e integración, Anders Yegman. Precisamente, el político visitó hace pocas semanas uno de los barrios de la capital danesa considerados por el Gobierno como un ‘gueto’ y que ahora está en proceso de demolición. “La idea principal de los partidos es que Dinamarca ha sabido acabar con éxito con la violencia pandillera y los tiroteos, y Suecia no”, afirma Anders Sannerstedt. Según el experto, para las elecciones, “Magdalena Anderson cuenta a su favor con su popularidad y su buena gestión en el proceso de entrada en la OTAN”, afirma Sanndestedt. “Sin embargo, ligado con la integración, no solo hay el problema de los tiroteos, sino que también hay mucho otros temas relacionados como el acceso a la vivienda, el fracaso escolar, o la desigualdad en el nivel de desempleo entre personas de origen no europeo, y esto se tiene que resolver”, concluye.