La presentación del senador Pablo Obeid que refiere a las condiciones de la concesión del Golf Club Mar del Plata desnudó la fragilidad del ser marplatense: vecinos de la ciudad advirtieron —para su asombro— que la única cancha escocesa del planeta, fuera de las altas tierras de aquel país, está en nuestra ciudad.
Es también increíble que nadie recuerde que, al inicio del tránsito democrático, los ediles María del Carmen Viñas y Daniel Medina impulsaban la idea de quitarle a la sociedad concesionaria el predio para municipalizarlo. Y aún más, que nadie tenga presente que esta cancha fue creada por los funcionarios ingleses que llegaron junto al ferrocarril en 1890, y que fueron ellos quienes impulsaron y desarrollaron este field sobre un médano.
Sí, la cancha que a nueve años busca apropiar para el control comunal el proyecto del senador Obeid está desarrollada sobre un médano. Es una cancha emblemática a nivel mundial, que recibe como visitantes a amantes del golf de todos los rincones del globo.
Mar del Plata, ciudad sin memoria, acumula generación tras generación dirigentes que dan palos de ciego contra lo establecido, basados en criterios de confrontación social: pueblo versus oligarquía. En todos los casos, quienes se han volcado a estas propuestas poco y nada averiguan sobre el pasado, el presente o el significado de aquello que buscan alterar. Hay, cuando menos, una contradicción cuando se pide que el lugar sea «para todos los marplatenses». No es un parque, es un cancha de golf única, ubicada en un lugar excepcional, y con más historia que los cuestionadores de turno.
Si buscamos un «Central Park» marplatense, hay para hacer —y mucho— tanto en el Parque Camet como en la Laguna de los Padres. Ambos predios merecen dedicación y presupuesto que permita darles el desarrollo y garbo que merecen.
En el caso del Parque Camet, es vergonzoso que haya sido el interés de un docente, Roberto de Miguel, y de sus alumnos de la Escuela Técnica nº3 lo que llevó a que se realice una jornada de limpieza del arroyo La Tapera, el cual desemboca en la laguna del parque. La iniciativa puso una vez más a la luz la tremenda conducta social tanto de marplatenses como de turistas: colchones, computadoras y basura de todo tipo emergió durante el trabajo de saneamiento, lo que revela cuánto hay para hacer en materia de cultura urbana y ambiental en lugares que ya son parte del patrimonio del partido de General Pueyrredon y están a la buena de que alguien se acuerde de cuidarlos.
Como corresponde, Obeid defiende su postura y se apalanca —por extraño que parezca— en Macri y Rodríguez Larreta, haciendo referencia a la postura que ambos tuvieron en CABA al respecto del Golf Club ubicado en Palermo el cual tiene —en palabras del senador— más tradición aristocrática que el de Mar del Plata.
Estudios recientes en España, señalan que el golf genera 12.769 millones de euros por año, mientras que el negocio global de esta actividad representa 580 mil millones de dólares anuales. El camino correcto sería el de empoderar esta cancha que nació de un médano gracias a la visión de un grupo de ingleses con añoranza por su patria, convirtiéndola en un factor que atraiga al turismo de alto nivel a la ciudad.
Parques ya hay en General Pueyrredon y vaya que necesitan de una ley que les de la carnadura de «Paisaje protegido de interés provincial».