José Miguel Calvillo Cisneros: “Los talibanes no quieren terminar con el cultivo de opio porque es una fuente de financiación importante”

El profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid habló desde España por la 99.9 sobre la realidad que vive Afganistán respecto del cultivo de opio.

El cultivo de opio en Afganistán lejos de detenerse está proliferando y tiene que ver con lo que representa para el régimen talibán. El profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid, José Miguel Calvillo Cisneros es un especialista en la materia y habló a través de la 99.9.

“Hay una vinculación muy clara desde los años 80 entre el cultivo de opio y la inseguridad en el país. Uno de los objetivos de la operación internacional liderada por Estados Unidos que comenzó en el 2001 y terminó el año pasado, fue el de erradicar los cultivos de la amapola opiácea porque se sabía que era una fuente de financiación fundamental para el movimiento talibán. Eso no ha dado sus frutos y ha tenido el efecto contrario, se fue incrementando la producción año tras año”, explicó.

Lejos de luchar contra este tema, el gobierno talibán ha intervenido sólo con el objetivo de controlar el precio en el mercado: “los talibanes no quieren terminar con el cultivo porque es una fuente de financiación importante. Sabiendo que Afganistán tiene el monopolio del cultivo, no sacan la producción para que suba el precio y luego, más adelante, con el excedente de la producción, tener un beneficio mayor”.

Cuando se trató de intervenir este tema con la operación internacional se cometieron errores que no permitieron cumplir con el objetivo: “el fracaso es no conocer la importancia de este cultivo en el nivel más bajo que es el agricultor. Si se le erradica su principal fuente de financiación, había que darle opciones. Fue el principal problema de la estrategia. En segundo lugar, no estudiar otra alternativa más allá de la erradicación que pueda pasar por una legalización de los cultivos para que se puedan financiar parte de los proyectos de reconstrucción convirtiendo la amapola opiácea al mercado legal de los mórficos y los anestésicos”.

Lo cierto es que en Afganistán los problemas se vienen acumulando y la situación actual parece preocupante: “a la endémica situación de crisis humanitaria y alimentaria en el país, se le agrega una profunda crisis económica y la seguridad se está agravando. Hay un conflicto civil entre los talibanes y el movimiento del estado islámico, otro conflicto civil entre los talibanes y la oposición que se resiste en el Valle del Panshir que se está organizando. Todo esto genera que la situación de seguridad sea cada vez peor”.

Paralelamente, las mujeres que son oprimidas por el régimen talibán, empezaron a alzar la voz bajo un contexto de violencia: “hay una semilla sembrada de un futuro movimiento feminista más fuerte y reivindicativo, pero los talibanes en la actualidad están generando una fuerte represión contra aquellas mujeres que salen a protestar por sus derechos”.

Afganistán, tal como lo describe el libro que escribió Calvillo Cisneros, es un país en conflicto constante durante muchos años: “el conflicto continúa, con actores diferentes, pero la dura realidad es que Afganistán está en conflicto desde 1979 y sólo hubo 3 o 4 años donde no hubo conflicto. La situación de violencia continúa siendo el día a día para la población afgana”.