Su renuncia se produce horas después de una encuesta que muestra un amplio rechazo a su polémica ley transgénero.
Conteniendo las emociones, al borde las lágrimas, la independentista Nicola Sturgeon anunció su dimisión como ministra principal de Escocia al cabo de más de ocho años en el puesto. Tras una serie encadenada de reveses políticos, de la polémica de la ley trans a su intento frustrado de un segundo referéndum, Sturgeon decidió repentinamente arrojar la toalla: “En mi cabeza y en mi corazón sé que el momento es ahora, para mí, para mi partido y para el país”.
Aun así, negó hasta el último momento que su marcha se deba “a la presiones a corto plazo” e insistió en que hay razones personales y más profundas: “Mi decisión viene del sentido del deber. Sé que algunos se sentirán decepcionados, otros lo verán bien… Seguiré en mi puesto hasta la elección de un sucesor”.
Su dimisión se produjo de hecho horas después de la difusión de una encuesta de Lord Michael Ashcroft que demuestra una caída significativa del apoyo a la independencia escocesa, doce puntos por debajo de la permanencia en el Reino Unido (44% a 56%), la máxima diferencia desde la consultar soberanista del 2014. Un 67% de los escoceses se oponen a la idea de convertir las próximas elecciones general del 2024 en un segundo “referéndum de facto”, según pretendía Sturgeon.
Su caída está sin embargo directamente relaciones con el pinchazo de la ley trans, que rebaja la edad para la autodeterminación de género a los 16 años y sin un diagnóstico médico. La ley fue bloqueada por el Gobierno británico y es rechazada por una amplia mayoría de los escoceses, tras la reciente polémica por el caso Isla Bryson, el preso trans acusado de doble violacion que llegó a estar en aislamiento en una cárcel de mujeres.
Según un sondeo del The Sunday Times, el 42% de los escoceses eran partidario de su dimisión, aunque el 76% de los votantes del Partido Nacional Escocés (SNP) defendían su permanencia en el puestos. Sturgeon fue durante años la líder política mejor valorada en el Reino Unido y una garantía de estabilidad en Edimburgo frente a la inestabilidad de los tories en Londres.
Su gestión de la pandemia le llevó al momento álgido de popularidad en el 2020, cuando logró el sorpasso temporal del “sí” a la independencia en las encuestas. Su enfrentamiento personal con su predecesor y mentor político, Alex Salmond, por el escándalo de acosos sexuales cuando estuvo en el poder, hizo mella en su reputación como líder incuestionable del SNP. Sus dos errores de cálculo con el segundo referéndum y con la ley trans sirvieron finalmente para cavar su fosa política.
La renuncia de la líder independentista, con la que llevaba especulando de primeros de febrero, ha causado en cualquier caso una nueva tormenta en la política británica. A sus 52 años, Sturgeon ha sido la ministra principal que más tiempo ha permanecido en el poder y la que más lejos ha llevado al Partido Nacional Escocés (SNP), con los 56 diputados en el 2015 en Westminster y la mayoría absoluta en el Parlamento de Holyrood.
“LOS POLÍTICOS VAN Y VIENEN, ESCOCIA ESTÁ POR ENCIMA”
“Los políticos van y vienen, pero el interés Escocia está por encima de eso”, declaró Surgeon en su despedida, comparada hasta cierto punto con el adiós de Jacinda Adern como primera ministra de Nueva Zelanda.
“Esto no tiene que ver con mi habilidad o mi resiliencia para superar el último período de presión”, se justificó Sturgeon. “Esta decisión viene de una evaluación más profunda y a largo plazo. Sé que puede parecer repentina, pero he estado sopesándola con un nivel oscilante de intensidad durante varias semanas”.
“Esencialmente, he tratado de responder a dos preguntas”, explicó. “¿Seguir aquí es una decisión correcta para mí? Y más importante: ¿Es la decisión adecuada para el partido, para el país y para la causa de la independencia a la que he dedicado mi vida?”.
En el turno de preguntas, Sturgeon negó, sin embargo ,que la polémica de los presos trans ha sido la causa final de su dimisión. “Esta no fue la gota que colmó el vaso”, respondió. “Dejemos que la gente juzgue por su cuenta (…) Podría haber seguido unos meses más, seis meses, un año quizás, pero habría tenido cada vez menos energía para seguir en el puesto”.
Sturgeon expresó su esperanza en la llegada de un nuevo líder “que pueda decidir cuál será la estrategia de la independencia”. Su marcha deja, sin embargo, un profundo vacío, en ausencia de una sucesor claramente reconocible por los votantes.
Su vice primer ministro, John Swinney, y el ex portavoz del SNP en Westminster, Angus Robertson, despuntan como candidatos. Kate Forbes, 32 años, actual ministra de Finanzas, podría ser el relevo generacional, pero se encuentra actualmente de baja por maternidad y sus férreas creencias religiosas levantan ampollas en el partido. El secretario de Salud, Humza Yousaf, puede ser la alternativa “musulmana”.
“Dejo el puesto, pero no dejo la política”, anticipó Sturgeon. “Mi intención es despolarizar el debate para que se pueda debatir más sobre los asuntos y menos sobre las personas (…) Estoy convencida de que hay un apoyo mayoritario a la independencia de Escocia, pero ese apoyo debe soldificarse, y ese proceso requiere un nuevo líder”.