Finalizan los meses de restricciones gracias a los esfuerzos para reconstruir la red atacada por los misiles rusos.
Las calles de Ucrania vuelven a estar libres del ruido de los generadores eléctricos. La campaña rusa de bombardeos para destruir el sistema energético ucranio ha fracasado en su objetivo y el Gobierno firmó el viernes la autorización para reiniciar la exportación de electricidad. Los trabajos de reparación de centrales eléctricas y subestaciones atacadas, además del déficit de misiles de crucero del invasor para seguir golpeando la red, han permitido recuperar la normalidad.
Las interrupciones en el suministro eléctrico y el uso de generadores en establecimientos comerciales han ido reduciéndose progresivamente desde mediados de febrero. Han quedado atrás los meses de invierno con apagones diarios, falta de calefacción y de agua caliente por las interrupciones del suministro. Así lo confirmó el viernes el Ministerio de Energía ucranio. El objetivo es volver a contar con los recursos económicos que aportan las exportaciones eléctricas a la Unión Europea y a Moldavia.
“El sistema energético ucranio ha estado operativo sin restricciones para los consumidores desde hace casi dos meses, incluso con reservas de potencia”, explicó en un comunicado el ministro de Energía, Herman Haluschenko. “Lo hemos conseguido con el esfuerzo titánico de nuestros ingenieros y con la ayuda de nuestros socios internacionales”, añadió el ministro. La UE se volcó en aportar equipos y financiación para reconstruir las estaciones eléctricas bombardeadas.
Rusia inició el 10 de octubre una campaña de bombardeos periódicos contra la red energética ucrania que se extendió hasta el mes de enero. La presidencia de la Comisión Europea tildó esta ofensiva como crimen de guerra porque marcó como objetivo infraestructuras civiles que dejaron durante el invierno a millones de hogares sin recursos para combatir el frío. El invasor golpeó la red en todo el país durante el otoño, sobre todo en octubre y noviembre, cuando los bombardeos en ciudades alejadas del frente se triplicaron respecto al verano. El resultado fue que la Unión Europea vio un nuevo aumento de refugiados que salían del país, sobre todo grupos vulnerables como niños y ancianos.
La exportación de energía es fundamental porque las arcas públicas ucranias necesitan urgentemente aumentar sus ingresos. El PIB del país cayó cerca del 30% en 2022, primer año de la invasión a gran escala. El Gobierno ha anunciado este abril que también reforzará el control de recaudación tributaria tras un periodo de laxitud debido a las causas mayores provocadas por la guerra. El diario Pravda informaba este sábado de que el Ejecutivo ucranio quiere incluso incrementar los controles para ingresar los impuestos exigidos como donaciones para las Fuerzas Armadas.
Escasez de misiles
Otra razón para el restablecimiento del sistema energético ucranio es que Rusia ha consumido la mayor parte de su arsenal de misiles de crucero y ello ha reducido su capacidad para dañar las infraestructuras. Otro factor a favor de Ucrania es que su poder de defensa se ha consolidado desde finales de 2022, con la aportación de baterías antiaéreas de sus aliados de la OTAN —España, por ejemplo, donó cuatro baterías antiaéreas Hawk―.
A principios de este año, expertos militares europeos consultados por EL PAÍS, como el general francés Jerôme Pellistrandi, estimaban en un 30% el número de misiles de precisión y largo alcance que le quedaban al invasor. Los servicios de inteligencia del Ministerio de Defensa ucranio afirmaban en marzo que el número de estos misiles era ya próximo a cero. “Lo cierto es que el tiempo entre bombardeos ha aumentado, y son menos los misiles que usan en los ataques porque tienen un déficit y no son capaces de producir el número necesario”, explica Hanna Shelest, directora del programa de estudios de defensa del centro ucranio de análisis Prism.
El ministro ruso de Defensa, Serguéi Shoigú, anunció en marzo que había ordenado al conglomerado armamentístico ruso KTRV duplicar la producción de misiles guiados de largo alcance, sobre todo los Kh-101. Conseguir este incremento es una misión compleja porque las sanciones contra las importaciones rusas de material sensible de ser utilizado en la invasión de Ucrania han disminuido la capacidad de Moscú de producir armas.
El principal armamento ruso utilizado en esta fase de la guerra para bombardear objetivos y ciudades lejanas del frente son los drones bomba Shahed, de fabricación iraní. Casi todos ellos son derribados. Yuri Ihnat, portavoz de las Fuerzas Aéreas ucranias, confirmaba en febrero a este diario que la principal razón de Rusia para continuar utilizando los Shahed no es alcanzar sus objetivos, sino identificar la posición de las defensas antiaéreas.
Pese a la recuperación de la red, el potencial energético de Ucrania ha perdido importantes activos, sobre todo la central atómica de Zaporiyia, la mayor de Europa y que producía el 50% de la electricidad de origen nuclear del país. La planta atómica fue ocupada por Rusia en los primeros compases de la invasión. The Times aseguró este sábado que en octubre se produjo un intento frustrado de las Fuerzas Armadas ucranias de liberar Enerhodar, el municipio donde se encuentra la central de Zaporiyia. La operación se realizó con 600 soldados que intentaron desembarcar al otro lado del río Dniéper en 30 lanchas rápidas, según The Times.
Otra central eléctrica y una presa clave para la producción energética ucrania se encuentran en Nova Kahovka, también en la orilla oriental del río Dniéper. Estas infraestructuras están ocupadas por Rusia, y en los últimos meses se ha identificado un refuerzo de las defensas invasoras para repeler una posible contraofensiva ucrania.