El director de Posada del Inti indicó en la 99.9 que siguen sin tener un respaldo para tratar los problemas de adicción. Están tan desbordados que no pueden aceptar más personas para tratamiento y no hay tampoco donde derivarlas.
El problema de las adicciones está muy presente en la sociedad y mezclado con los altos índices de pobreza, se ha generado un combo que además, no tiene ningún tipo de asistencia del estado nacional. Son personas que están a la deriva.
El director de Posada del Inti, Fabián Messina habló a través de la 99.9 sobre una situación en la actualidad que está por encima de la media: “se viene dando un crecimiento en las últimas décadas que se incrementó luego de la pandemia. Es un combo, toda esta situación de pobreza de los últimos años, la falta de accesibilidad de los dispositivos de salud, una ley de Salud Mental que no termina siendo útil en la práctica; hace que mucha gente no esté en la lona, sino fuera del ring, fuera del sistema. Las políticas públicas de los últimos 20 años no han estado a la altura de lo que se ha ido generando. No es gratis la desidia de todos estos años”.
En el caso de su entidad, tiró un dato alarmante: “todos los días estamos rechazando muchos pibes y pibas que vienen a tratar de cambiar algo en su vida. Son alrededor de 30 personas por semana que rechazamos”.
Para Messina hay cosas elementales que no se han hecho y tampoco hay intenciones de hacer porque el estado no quiere atacar el problema desde esos lugares: “en el mundo se trabaja en función de la oferta de sustancias, el narcotráfico y la justicia pero también en la demanda que es como se construyen personas en situación de consumo. Ahí empezamos a analizar esa demanda y hay un estímulo continuo. Estamos a 30 segundos de bajar una aplicación y estar timbeando. No hay políticas de prevención que regulen y asistan. Pero es en los últimos 30 años. Hay que trabajar en políticas de asistencia, prevención, regular los estímulos de consumo. Los políticos se juntan a hablar de relatos que no se condicen con la realidad. Falta decisión política para hacerlo”.
Ellos son los que terminan cerrandole las puertas a las personas que quieren salir de las drogas porque no hay un marco de contención, están desbordados y no hay donde derivarlos: “lo que más impotencia me da es que estas 30 personas que rechazamos y no tenemos donde mandarlos, es que son personas que quieren hacer algo diferentes con sus vidas, nos dicen que quieren dejar de vivir así y para eso nos golpean la puerta. Nosotros no podemos darle respuesta, por eso digo que la realidad es distinta del relato de que todo está funcionando”.
Por último, desde su experiencia dejó en claro que el discurso liviano sobre los efectos de fumar cannabis, es un gran engaño: “el cannabis no es inocuo, genera situaciones de conflicto cada vez más complejas y repetitivas. Nos llegan cada vez más pibes y pibas que no pueden parar de fumar y encima asociado a patologías, ciertos trastornos de personalidad. En todo este contexto se viola el derecho a la salud y es lo que debemos preservar”.