Una turbina de uso doméstico, desarrollada entre Colombia y Alemania, podría electrificar hogares a partir 2024. La historia de su creador refleja los retos de los inventores en América Latina.
El ingeniero y emprendedor Alirio Jiménez Franco ha desarrollado un prototipo de turbina eólica de uso doméstico que puede satisfacer de forma sostenible las necesidades energéticas de quienes no tienen acceso a las redes eléctricas. Se trata de la Turbina Eólica de Eje Vertical (TEEV). Su diseño le permite generar energía a partir de vientos de baja velocidad (18 km/h) y funcionar tanto en espacios rurales como urbanos. Actualmente el inventor colombiano está afinando detalles de la versión más reciente del prototipo en Alemania, mientras busca inversionistas interesados en producir su invento a escala industrial. Esta turbina podría llegar a los mercados de Colombia y Alemania en el transcurso del 2024.
La TEEV fue diseñada para cargar las baterías de dispositivos electrónicos móviles como celulares o computadores en lugares con escaso o ningún acceso a la red eléctrica. Sus 3 álabes pueden ajustar su posición rotando sobre sí mismos y giran paralelos en torno al eje, ubicado en el centro y perpendicular al suelo. Ello les permite aprovechar corrientes de viento provenientes de todas direcciones. Insertos en la base de la turbina, imanes de neodimio y alambre de cobre convierten el movimiento en electricidad.
Si bien la turbina aún no consigue reemplazar a otros dispositivos generadores de energía sostenible, como los paneles solares, les sirve de complemento en las noches o días nublados. Aun así, su uso podría servirle por igual a nómadas digitales como a ese 2% de hogares colombianos que, según el DANE, aún no tienen electricidad. De acuerdo al inventor colombiano, las viviendas ubicadas cerca al mar o sobre la cordillera de los Andes podrían beneficiarse de su turbina.
Inventor y emprendedor trasnacional
Jiménez dejó Colombia para radicarse en Alemania, donde consiguió financiación para su turbina. Tras terminar sus estudios como ingeniero mecánico, el inventor colombiano viajó a Colonia para cursar un programa de maestría en energías renovables. Años de trabajo en forma de diagramas, planos e ideas viajaron con él. Fue así como en 2019, cinco años después de haber concebido la primera versión de la turbina, él resultó ganador de la convocatoria Ideas de Negocio para el Desarrollo, organizada por la Agencia de Cooperación para el Desarrollo del gobierno alemán (GIZ). En palabras de David Betancur, técnico asesor del programa Migración y Diáspora en la GIZ, “ese mecanismo está dirigido a colombianos y colombianas que están en Alemania, para que vengan a crear empresas, generen empleo aquí en Colombia y aporten al desarrollo económico del país.”
Además de recibir financiación para completar el prototipo de la TEEV y asesoría para la creación de una empresa, Jiménez fue puesto en contacto con la Red Tecnoparque. Este programa de innovación tecnológica del Estado colombiano acompaña el desarrollo de productos innovadores. Con su apoyo, el inventor construyó un prototipo de tamaño real. Así mismo, realizó pruebas de desempeño en el laboratorio y fuera de él. Según Esteban Ocampo, dinamizador del Tecnoparque Rionegro, el objetivo de estas pruebas es “poder medir el rendimiento de la turbina y validar todos los procesos constructivos para que pueda ser llevada al mercado”. Si bien la fase de prueba podría completarse en el transcurso del 2023, el certificado de patente de la turbina aún está en trámite.
La producción de energía sostenible a partir de fuentes renovables como el viento o el sol es un interés común de los gobiernos de Alemania y Colombia. Por esta razón la TEEV recibió apoyo de entidades en ambos países. Fabricadas en impresoras 3D, la mayoría de piezas de la turbina pueden hacerse de plástico reciclado y ser reimpresas en caso de avería. Ello disminuye su huella de carbono además de alargar su vida útil. Pequeños generadores de energía como este podrían contrarrestar las falencias en la calidad del servicio de electricidad que reciben los hogares en Colombia, sin los impactos sociales y ambientales desatados por instalaciones de gran escala, como los parques eólicos de la Guajira.
Los retos de los inventores en Colombia
Tras 10 años de trabajo el primer modelo, la TEEV está cerca de salir al mercado, sin embargo, no es posible predecir cuándo pues Jiménez sólo puede trabajar en él durante su tiempo libre. “Si yo pudiera dedicarle 100% de mi tiempo podría hacerlo en unos dos meses. Pero es un poco utópico, pues tengo que trabajar aquí para pagar mis cuentas, es decir trabajo tiempo completo para una empresa”, afirma el inventor. Así como él, otros inventores e inventoras se debaten entre su empleo y sus proyectos de innovación tecnológica en Colombia. Costear el desarrollo de productos de innovación, desde su concepción hasta su fase de producción a escala industrial, es, según Ocampo, uno de los retos que enfrenta la mayoría.
Así como Jiménez, buena parte de los inventores e inventoras de América Latina deciden abandonar sus países y tiempo después registran sus invenciones desde el extranjero. Según el reporte de indicadores para 2022 de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, más del 80% de las solicitudes de patente en la oficina de registro de Colombia se hicieron desde el extranjero. Otros países de la región como Argentina, Ecuador, Brasil y México registran cifras semejantes.