Entre otras medidas para enfrentar la falta de agua potable que la sequía genera, el gobierno pidió a la ciudadanía reducir el tiempo para ducharse. Al crítico panorama, se suma la preocupación de los uruguayos por la calidad del agua que están consumiendo. La crisis también impacta en lo político.
La grave y larga sequía que vive Uruguay generó una escasez histórica de agua potable y obligó al vecino país a tomar medidas urgentes para proteger el recurso. Entre las medidas que los ciudadanos tendrán que implementar figuran que no podrán lavar los autos ni regar los jardines.
El fin de semana, el ministerio de Medio Ambiente difundió un ‘spot’ que explica que Uruguay está sufriendo una sequía que afecta las reservas de agua para el consumo de la población, por lo que es necesario cuidar el recurso para que no se agote.
«Los uruguayos ya demostramos que somos capaces de superar emergencias, si reducimos las reservas de agua, podemos sostener las reservas por más tiempo«, señaló el spot gubernamental.
Por eso, el gobierno pidió a los ciudadanos que no se deje correr innecesariamente el agua al momento del aseo personal o en la limpieza de la cocina y baño, además de reducir el tiempo para ducharse o bañarse.
El gobierno también instó a usar lo menos posible la cisterna y encender el lavarropas y el lavavajillas solo con cargas completas y programas de ahorro de liquido, así como usar recipientes para lavar frutas y verduras, o baldes en el caso de los vehículos.
Entre las recomendaciones las más llamativas son no regar jardines, reparar instalaciones defectuosas que generan pérdidas en el hogar y denunciar fugas en las calles; controlar desagües, tanques de agua y fosas sépticas y cerrar llaves de paso en caso de salir varios días de casa.
El tema se suma a la preocupación de los uruguayos sobre la calidad del agua potable que están consumiendo. La empresa Obras Sanitarias del Estado aumentó la salinidad en algunos cauces vinculados con el Río de la Plata con el fin de poder usar y distribuir esa agua.
De acuerdo con la regulación oficial, los valores máximos permitidos de salinidad son de 200 miligramos por litros y ya pasaron al doble. Actualmente son de 400 miligramos por lo que los usuarios del servicio percibieron inmediatamente que el sabor del agua cambió. En consecuencia, se replicaron las quejas por el exceso de salinidad en el agua y subió el consumo de agua envasada.
«Si vamos a puntos técnicos, el agua no es potable en la definición perfecta de potabilidad, pero si bebible. Lo que nosotros decimos es que el agua es consumible», declaró el ministro de Ambiente Robert Bouvier. Los dichos del funcionario no contribuyeron a aclarar la confusión de la ciudadanía; por lo que las consecuencias de la sequía impactan también en el plano político del gobierno de Luis Lacalle Pou.