Un hombre con un halo de misterio, emergido de las ruinas del Imperio Soviético, que se ganó la confianza de Vladimir Putin y forjó el grupo mercenario más poderoso del planeta, que ha invervenido en la ocupación de Crimea, fue clave en Siria para sostener en su momento al régimen de Bashir Al Asad y actúa en Mali, de donde tuvo que retirarse el ejército francés.
Ahora, el mundo asiste horrorizado a su pelea con el ministro de Defensa Serguéi Shoigú por el manejo de la guerra en Ucrania. El jefe del grupo mercenario ha insultado y denunciado al funcionario de las más diversas formas, sosteniendo en su canal de difusión de Telegram que no le provee de recursos, vituallas, municiones, o de equipo apto para combatir en el frente ucraniano.
En medio de la escalada vivida en las últimas horas, la macha rauda de Prigozhin hacia Moscú se detuvo súbitamente por la intervención del presidente bielorruso Alexander Lukashenko. Luego de ciertas conversaciones, Prigozhin aseguró que sus planes ya se habían concretado, y que ahora retornaban a sus bases. Ahora, el interrogante es si esto realmente se habrá terminado. Dificil: en un mensaje —emitido a horas inusuales—, el presidente ruso denunció al jefe del Grupo Wagner por traición, anunciando severas sanciones y castigos. Ahora, afirman, los cargos han sido retirados.
Sea como sea, lo que quedó expuesto en esta situación es la fuerte debilidad de sistema de defensa ruso y el hartazgo de la población con el régimen de Putin: en los videos que se distribuyeron en la red se expone cómo la población civil saluda y le acercaba alimentos y agua a los miembros del CPM Wagner. Hay algo profundamente roto entre la sociedad civil y el régimen ruso.
La arremetida contra Moscú abrió una oportunidad para que el ejército ucraniano lanzara una gran ofensiva, de la cual aún no se conocen sus resultados ciertos pero ya se habla de un gran triunfo en progreso. Kyiv ha puesto el dedo en la llaga y señalado que el jefe de Wagner no es un actor independiente sino, por el contrario, un elemento vinculado al generalato ruso: de ahí su rápido avance sin obstáculos importantes en su camino primero hacia Rostov y luego a Moscú, el cual se detuvo a meros 200 km de la capital.
Cómo se darán los acontecimientos sigue siendo un misterio. Lo que es un hecho, es que el zarato ruso, encarnado en la persona de Vladimir Putin, ha llegado a su fin, más allá de la forma en la que finalmente se materialice dicho desenlace.