Cuál es la responsabilidad de las tabacaleras en la crisis sanitaria global que provoca el cigarrillo

La OMS ha calificado de “amenaza para el desarrollo humano” al consumo de tabaco y señaló la responsabilidad de compañías como Philip Morris. Hace casi 60 años que los científicos vienen aportando evidencias sobre los múltiples enfermedades que causa.

Fumar afecta la salud de muchas maneras. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tabaquismo es la primera causa de muerte prevenible en los países desarrollados, y también el factor más importante de años de vida perdidos y/o vividos con discapacidad. La organización global había acusado a la tabacalera Philip Morris por oponerse a las políticas de control del tabaco basadas en evidencia científica, demandó a países por esas acciones y engañó al público en cuanto a los riesgos de sus productos.

Numerosos estudios han probado que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades, como cánceres de diferentes órganos: pulmón, laringe, faringe, riñón, hígado, vejiga entre otros; además de enfermedades del corazón y los vasos sanguíneos: infartos, derrames cerebrales, aneurismas; enfermedades de los pulmones y las vías respiratorias: bronquitis crónica, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) e infecciones frecuentes.

Como contrapartida, según la OMS, dejar el tabaco tiene beneficios casi instantáneos para la salud. En solo 20 minutos, el corazón late más despacio. Al cabo de 12 horas, el monóxido de carbono en la sangre baja a niveles normales. Entre 2 y 12 semanas, la circulación mejora y los pulmones funcionan mejor. De 1 a 9 meses, la tos y la falta de aire disminuyen. En un año, el riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca se reduce a la mitad que el de un fumador. Entre cinco y 15 años, el riesgo de tener un derrame cerebral es el mismo que el de un no fumador. En 10 años, el riesgo de padecer cáncer de pulmón se reduce a la mitad que el de un fumador. En 15 años, el riesgo de tener una enfermedad cardíaca es el mismo que el de un no fumador.

En Argentina, según la cuarta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, la prevalencia de consumo de tabaco (cigarrillos) muestra un sostenido descenso desde 2005. Si bien estas cifras son alentadoras, todavía fuma 1 de cada 5 adultos del país; 1 de cada 5 trabajadores permanece expuesto al humo de tabaco en su lugar de trabajo y casi la mitad de la población vio publicidad de tabaco en los puntos de venta de cigarrillos.

En 1964 el Cirujano General de los Estados Unidos Luther L. Terry publicó un informe histórico que vinculaba el tabaquismo con el cáncer y otras enfermedades. Este fue el inicio de una serie de estudios que han documentado los daños del tabaco y las formas de prevenirlos. En el último reporte del Cirujano General se resumieron las evidencias científicas sobre los efectos nocivos del tabaco en la salud humana, incluyendo el aumento del riesgo de cáncer, enfermedades cardiovasculares, enfermedades respiratorias, diabetes, enfermedades infecciosas y otras condiciones. En el reporte se advirtió que la “epidemia de tabaquismo de un siglo de duración ha causado una enorme tragedia evitable de salud pública”.

Desde el primer informe de este tipo, en 1964, murieron “más de 20 millones” de personas de manera prematura atribuibles al tabaquismo. “La epidemia del tabaquismo se inició y se ha mantenido gracias a las estrategias agresivas de la industria tabacalera, que deliberadamente ha engañado al público sobre los riesgos de fumar cigarrillos”, sostuvo.

“Incluso 50 años después del primer informe del Cirujano General, la investigación continúa identificando nuevas enfermedades causadas por fumar, incluidas enfermedades comunes como la diabetes mellitus, la artritis reumatoide y el cáncer colorrectal. La exposición al humo de tabaco de segunda mano se ha relacionado causalmente con el cáncer, enfermedades respiratorias y cardiovasculares, y con efectos adversos en la salud de bebés y niños”, mencionó.

En 2022, la OMS volvió a advertir que “el consumo de tabaco es una amenaza bien documentada para la salud mundial y, en el área del control del tabaco, se ha trabajado mucho para comunicar los riesgos para la salud del consumo de tabaco y para reducir la demanda de tabaco a través de intervenciones políticas eficaces”. Asimismo, destacó que “el impacto nocivo de la industria tabacalera en el medio ambiente es enorme y creciente, y hasta ahora ha recibido relativamente poca atención por parte de los investigadores y los encargados de formular políticas”. La conclusión fue que “el tabaco ya no puede clasificarse simplemente como una amenaza para la salud: es una amenaza para el desarrollo humano en su conjunto”.

“Los productos de tabaco son el artículo más contaminantes del planeta, pues contienen más de 7000 productos químicos tóxicos que se filtran en nuestro medio ambiente cuando se desechan. Aproximadamente 4,5 billones de filtros de cigarrillos contaminan nuestros océanos, ríos, aceras de las ciudades, parques, suelo y playas cada año”, sostuvo el doctor Ruediger Krech, Director de Promoción de la Salud de la OMS.

Un reporte realizado por una coalición de universidades y organizaciones civiles publicado en 2021 analizó la interferencia de la industria tabacalera en 18 países de América Latina durante la pandemia. Esas compañías, detalló, ha hecho “donaciones” para congraciarse con los gobiernos, ha argumentado “pérdidas económicas” para obtener más beneficios, ha intentado difundir la creencia que el tabaco era “bueno” para enfrentar al COVID-19 y ha demorado el cumplimiento de normas.

Advirtieron en el reporte: “Afrontamos una situación histórica sin precedentes que se inició en 2020, la terrible pandemia por la enfermedad causada por SARS-CoV-2 que se ha llevado la vida de millones de personas en el mundo entero y afecta fuertemente otros ámbitos, como la situación económica y la educativa, así como la convivencia social. Ante tal circunstancia inédita, la industria tabacalera no deja de intervenir tratando de resguardar sus intereses, aprovechándose de esta situación tan complicada y dolorosa, para promover acciones que denomina de responsabilidad social empresarial (RSE), pero que realmente las utilizan para para ocultar el daño que causan sus productos y convencer o por lo menos confundir a los tomadores de decisiones”.

En un informe publicado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en 2012, explicó cómo la industria tabacalera interfiere en las políticas públicas para proteger sus intereses comerciales y evitar las medidas que reducen el consumo de tabaco y sus consecuencias negativas en la salud. También señaló que la industria tabacalera usa las acciones de responsabilidad social para presentarse como una industria que se preocupa por la sociedad y el ambiente, cuando sus productos causan millones de muertes y enfermedades cada año.

Ya en 2017, la OMS dijo sobre la Fundación por un Mundo sin Humo, creada por la empresa tabacalera Philip Morris International (PMI) con el supuesto objetivo de reducir el consumo de tabaco, que no se implicará en esta institución, ya que considera que hay un conflicto de intereses entre la industria tabacalera y la salud pública, y que la mejor forma de combatir el tabaquismo es aplicar el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco. Asimismo denunció que PMI se opone a las políticas de control del tabaco basadas en evidencia, que mantiene demandas contra países que las implementan y que engaña al público sobre los riesgos de sus productos. Sostuvo que no se debe confiar en las investigaciones y la promoción financiadas por las empresas tabacaleras.

“Si PMI estuviera plenamente comprometida con el objetivo de poner fin al consumo de tabaco en el mundo, debería apoyar estas políticas” que promueven su reducción. En cambio, “PMI practica el cabildeo a gran escala y mantiene demandas contra medidas de control del tabaco fundadas en datos científicos”, dijo y recordó que “PMI perdió frente a Uruguay un arbitraje de un tratado de inversión, después de seis años de litigio. Esta empresa tabacalera destinó alrededor de US$ 24 millones, en un país con una población inferior a los cuatro millones, a oponerse al tamaño grande de las advertencias sanitarias gráficas y a una prohibición de las descripciones engañosas en los envases”.

Con el transcurso de los años numerosos estudios científicos se han sumado aportando evidencia sobre las múltiples enfermedades que provoca el consumo de cigarrillos. Una investigación llevada a cabo en Estados Unidos, Reino Unido, Italia, entre otros países, y publicada en diciembre último en la revista European Urology Oncology, evaluó la incidencia mundial del cáncer de vejiga. El tabaquismo es el principal factor de riesgo, ya que es el responsable de aproximadamente el 50% de los casos, advirtieron.

Reveló que es el décimo cáncer más frecuente en todo el mundo. Se produjeron 573.278 casos durante el año 2020. Su incidencia es aproximadamente cuatro veces mayor en hombres que en mujeres. De acuerdo con ese estudio, el tamizaje selectivo de individuos de alto riesgo (definido según el historial de tabaquismo o la exposición ocupacional) podría reducir la mortalidad por cáncer de vejiga y debería ser el objetivo de ensayos prospectivos aleatorizados.

Cuanto más tiempo fume una persona y más cigarrillos consuma al día, mayor será su riesgo de desarrollar cáncer de vejiga. Por ejemplo, las personas que fuman un paquete, o más, de cigarrillos al día tienen el doble de probabilidades de desarrollarlo que quienes fuman menos de medio paquete al día.

“El cáncer de vejiga está íntimamente relacionado con el tabaquismo”, dijo a Infobae en artículo de mayo pasado, el médico oncólogo Mario Bruno, de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Cancerología. “Las sustancias tóxicas de los productos quedan en la vejiga hasta que la persona tiene deseo de orina. Durante ese período de acumulación, las sustancias van afectando las paredes de la vejiga y eso lleva al desarrollo de tumores. Hace más de tres décadas, era un cáncer que se detectaba más en los hombres porque eran los que más fumaban. Las mujeres pasaron a fumar más y por eso ahora también sufren más ese tipo de tumor”, agregó.

Más recientemente, se descubrió que los cigarrillos electrónicos eran capaces de promover el estrés oxidativo, la señalización inflamatoria y el daño del ADN en las células uroteliales. “Estos datos ponen de relieve la posibilidad de que los cigarrillos electrónicos puedan agravar el riesgo del usuario de una manera que puede contribuir a tasas más altas de incidencia o recurrencia de cáncer de vejiga”, dijeron los científicos en Scientific Reports.

Las patologías cardíacas que produce o acentúa el tabaquismo fueron ampliamente demostradas. Un estudio presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología en Barcelona en agosto de 2022 confirmó que los riesgos para el corazón entre los fumadores es aún más severo de lo que se pensaba.

Así lo reveló una investigación realizada por científicos de Dinamarca presentada en el Congreso ESC 2022, que también señaló que, entre las personas que participaron del estudio, hubo algunas que lograron restaurar ciertas funciones cardíacas cuando la abandonaron el hábito. “Es bien sabido que fumar provoca el bloqueo de las arterias, lo que lleva a enfermedades coronarias y accidentes cerebrovasculares. Nuestro estudio muestra que fumar también conduce a corazones más gruesos y débiles. Significa que los fumadores tienen un volumen menor de sangre en la cámara izquierda del corazón y menos poder para bombearla al resto del cuerpo. Cuanto más fuma, peor se vuelve su función cardíaca”, informó la autora del estudio, Eva Holt, del Hospital Herlev and Gentofte de Copenhague en Dinamarca.

Los expertos también establecieron que “el corazón puede recuperarse hasta cierto punto si se deja de fumar, por lo que nunca es demasiado tarde para dejar de fumar”, dijo la autora.

En línea con esto, previamente la ciencia había constatado de qué forma consumir tabaco puede generar fibrilación auricular, que implica una frecuencia cardíaca irregular y ocasionalmente rápida que suele provocar irrigación sanguínea deficiente. El estudio siguió durante más de 10 años a más de 11.000 personas de diferentes razas y regiones de Estados Unidos, y evaluó su consumo de cigarrillos y su diagnóstico de FA mediante electrocardiogramas y cuestionarios.

Los resultados del estudio —realizado por expertos de la Universidad de Alabama, la Universidad de Emory, entre otras— mostró que los fumadores tienen un mayor riesgo de desarrollar FA que los no fumadores, pero que este riesgo puede estar influido por otros factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión, la diabetes o el colesterol alto, que son más frecuentes en los fumadores. Sin embargo, el estudio también reveló que el riesgo de FA asociado al tabaquismo varía según la edad y el historial clínico de las personas. Así, los fumadores jóvenes y los que ya tienen alguna enfermedad cardiovascular tienen un riesgo más alto de FA que los fumadores mayores y los que no tienen antecedentes de enfermedad cardiovascular. Estas diferencias podrían explicar las inconsistencias encontradas en estudios anteriores sobre el tema.